Ya arrancó la Serie Nacional 54, y así como
algunos saborean los buenos pasos iniciales de sus conjuntos, otros apenas
acarician la victoria. Así, los Azules van invictos hasta hoy y los campeones
nacionales han evitado –deslucidamente- barridas a última hora.
Pero entre opiniones que genera
irremediablemente el béisbol en un campeonato que apenas comienza, hay temas
que van tomando fuerza. Uno de ellos: la pertinencia de la
representatividad -defendida por cada territorio-.
Y es que cada vez más los equipos
tienen peloteros de otras provincias. Ya no se trata solamente de “descartes”,
o de aquellos que no encontraron espacio en las alineaciones regulares de sus
selecciones. Esta vez, son peloteros de mayor peso los que “se mudan” de equipo.
De conjuntos débiles a fuertes, o al menos con proyecciones concretas. Todo por
estar más cerca del título, de lucir su calidad con equipos ganadores, o de
acariciar la posibilidad de un equipo Cuba. Es lógico, comprensible…..Lo
hubiera sido también para peloteros como Luis Ulacia, Michel Enríquez, Ismel
Jiménez, Alexander Ramos, que nunca fueron o han sido campeones nacionales pero
jugaron y juegan con amor a su equipo.
Vale aclarar que este tema de las
“mudanzas” de peloteros –antes mucho más complicadas que hoy- apareció hace años ya, por razones obvias del
surgimiento de una gran cantidad de atletas que no “cabían” en sus provincias y
partieron en busca de medirse con certeza en la Serie Nacional, cambios de
estructuras, divisiones político-administrativas… Así se mudaron muchos para
otros territorios menos favorecidos y allí encontraron algunos su puesto,
aunque siempre que pudieron volver a su terruño para coronarse, lo hicieron.
Sin embargo, el fenómeno de hoy es diferente: se trata de lucir, de espectáculo,
de aspiraciones personales que rebasan fronteras provinciales.
Algunos ejemplos que ilustran el
fenómeno: Dainer Moreira se mudó de Guantánamo y juega en Matanzas; los
Gourriel que por cuestiones personales pasaron a Industriales dejando un hueco
a su equipo y provocando la salida de peloteros capitalinos que ya ni cuentan
con Metropolitanos para poder jugar en Series Nacionales. Entenza también se
pintó de azul, y así Jonder Martínez, que ha sido campeón nacional dos veces:
una contra Villa Clara y otra con Villa Clara-de refuerzo- hoy se emociona
desde el montículo matancero en un cambio de chamarreta que solo me hace pensar
en que los límites provinciales se están perdiendo en nuestro clásico nacional
y cada vez más tiene rasgos de clubes donde se busca talentos de otras
selecciones y donde lo más importante es ganar, aunque en ello cada vez el
desbalance del torneo sea mayor.
Esto acerca cada vez más
la probabilidad de una nueva estructura que desde hace años algunos solicitan: una
reducción de equipos en la Serie para que haya más calidad. Sería entonces la Sub 23 recién estrenada el
campeonato representativo, y esta otra liga de mayores para ver a los mejores
peloteros. Esa puede ser una opción.
Lo cierto es que yo crecí
disfrutando a las provincias con equipos que se
consolidaban, y casi llegaban, o al menos se superaban. Soplan otros vientos,
cambios, contrataciones… Tal como están las cosas, es pedirle peras al olmo….un
fatalismo perenne y ahora reforzado mantiene a equipos que no podrán medirse
nunca de tú a tú con otros grandes -históricos o emergentes- que atraen a sus
mejores figuras. Por otra parte, los interesados en reforzarse de por vida impiden el desarrollo de un pelotero joven
local que no tiene otra opción de jugar béisbol, pues lo que pudo ser su lugar
ya está ocupado.
Pero bueno, me dirán: todos somos
cubanos…y es verdad…Y lo más importante es que el béisbol en Cuba crezca y tenga
los bríos de antes…Pero si eso es lo que se quiere, ojalá se tomen a tiempo
decisiones que no conviertan más a nuestro espectáculo en un desbalanceado
campeonato donde los fuertes tienen la posibilidad de hacerse cada vez más
fuertes y los débiles dejan un suspiro juvenil en los diamantes por no poderles
llegar.