...saberte siempre cerca, porque aunque lo dudes estás aunque no estés....porque todo se ralentiza incomprensiblemente cuando en realidad lo único que se necesita es ser feliz y caminar; porque nunca escatimas para decir lo que piensas y me das el encanto de lo bello y lo triste....porque no solo a mí me haces falta, sino a ciertas personitas que esperan....esperan... Solo se trata de activar(nos)....de hacerlo.....no falta nada más....lo esencial está, y lo sabes....
"No hay final. Siempre hay comienzos. Como decia el Che: hay gente que tiene ´su más allá´ en el pueblo y que nacen, que nacen siempre..."
miércoles, 9 de septiembre de 2015
lunes, 7 de septiembre de 2015
¿Qué es más importante...?
¿Qué es más importante...?¿Un auto o tu mamá? Así comencé a escuchar la conversación de dos niños de pañoleta azul, esta mañana. No sé en qué grado estarían, pero los supongo entre segundo y tercero. Pues bien, cuando me siento en el muro a esperar el matutino de la escuela de Felipe, a mi lado dos pequeños iniciaban un tema que quizás parezca profundo para su edad, pero que con claras luces ellos supieron conducir. Seguí escuchando, haciéndome la desentendida:
-¿Qué es más importante...?¿Un auto o tu mamá? Un amiguito mío de mi cuadra me dijo que un auto.
-Pero, ¿cómo que un auto?
-Sí, porque dice que eso vale muuuuuuuuuucho dinero.
-¿Pero cómo va a decir eso? La que nos trae a la escuela es mamá, ella es la que nos da todas las cosas.
-Así mismo: la que nos da besos, la que nos trae la merienda y la que nos "trajo al mundo".
Un razonamiento tan lógico, hermoso, maduro y feliz, sobrevivió al triste de aquel muchachito que dijo que era más importante un auto que su mamá. La sensibilidad y la capacidad de amar de los pequeños, a pesar de realidades que han vuelto a unos más egoístas y fetichistas, se impuso. Pero el hecho de que halla uno, -uno solo ya es mucho-, que crea que un auto es más importante que su mamá, preocupa, lacera... Ante la belleza de los que aman, de los que crecen con la esencia intacta, me saltó el terror por pensar en aquel niño que seguramente recibe cualquier cosa menos amor; o tal vez es querido pero no han sabido demostrárselo lo suficiente.
Somos nosotros mismos los que en ocasiones hacemos de las cosas materiales lo más importante, por un descuido perdemos el rumbo de lo verdaderamente trascendente y feliz y luego los daños pueden ser irreparables. Claro, ¿a quién no le gusta que sus hijos tengan "artefactos" hermosos? Lo que pasa es que nada de eso puede sustituir el rol de la ternura, el camino del amor y la guía de los padres, para que cuando nuestros niños crezcan, sean hombres de bien que saben perfectamente definir qué es lo más importante.