lunes, 28 de enero de 2013

A la semilla de José Martí...

 

Las fronteras son ansias sin coraje.
Quiero que conste de una vez aquí.
Cuando las alas se vuelven herrajes,
es hora de volver a hacer el viaje
a la semilla de José Martí. 

Fragmento de Sea Señora,  
de Silvio Rodríguez

Ecología de la información

Nuevamente, un artículo del colega Hamlet Herman, quien además presentará en la próxima Feria Internacional del Libro de la Habana un ejemplar sobre el patriota dominicano Francisco Caamaño.
Ecología de la información
Sobran adjetivos peyorativos para calificar al periódico español “El País” luego del vulgar montaje fotográfico de un moribundo a quien identificaron como Hugo Chávez, Presidente de Venezuela. Eso fue una canallada. El Caudillo por la Gracia de Dios, Francisco Franco Bahamonte, debe estar revolcándose en el Valle de los Caídos  por las chapucerías que sus herederos del fascismo han cometido. No les basta a los editores del Grupo Prisa actuar como un Partido político clandestino contra gobiernos de América Latina que no se pliegan a la derecha recalcitrante. Asumiendo que sus lectores son grandes ignorantes, publicaron lo impublicable. Pero fueron descubiertos en su fraude minutos después de publicarlo. Y retrocedieron atropelladamente a retirar el falso material. No porque hicieran conciencia del daño que hacían, sino porque habían sido evidenciados en su infamia antes de lo esperado. La desbandada en desorden fue acompañada de una solicitud de perdón a sus lectores (ojo, solamente a sus lectores). Pero el palo estaba dado. Una excusa tan burda era otra burla a la inteligencia de españoles y venezolanos, para sólo mencionar dos ciudadanías afectadas directamente por este fraude.
El Grupo Prisa conoce bien el código penal de España. En su momento, contribuyeron a difundirlo. Saben bien que el artículo 298 define la “Receptación de Delitos” de la siguiente manera: “El que, con ánimo de lucro y con conocimiento de la comisión de un delito contra el patrimonio o el orden socio-económico, en el que no haya intervenido ni como autor ni como cómplice, ayude a los responsables a aprovecharse de los efectos del mismo, o reciba, adquiera u oculte tales efectos, será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años.”
Cualquier tribunal de España podría encerrar a esos ejecutivos periodísticos porque se han incriminado en el delito de Receptación. Incluso, el hecho de que “El País” sea una empresa comercial, agrava la pena que le correspondería hasta la mitad superior del rango establecido por el Código, o lo que es lo mismo, entre uno y dos años de prisión.
Pero no podría esperarse que en un gobierno del Partido Popular, franquista por antonomasia, se condenara al Grupo Prisa por conspirar contra Venezuela, un país con el cual España sostiene relaciones diplomáticas y comerciales formales. Pero es una buena oportunidad para advertirles que el colonialismo español hace tiempo que desapareció y que Venezuela tiene el derecho de darse el gobierno que más le convenga a sus propios intereses. Eso sin tomar en cuenta a los derechistas del Grupo Prisa, acostumbrados a hacerle coro a Estados Unidos para denostar a todo aquel gobernante latinoamericano que busque la independencia plena y la autodeterminación.
Ante esta burla a la opinión pública mundial, resulta conveniente recordar el concepto de Ignacio Ramonet cuando compara la contaminación de los alimentos con la contaminación de la información periodística. Dice: “Estos acontecimientos nos hicieron tomar conciencia de que si antes podíamos morir de hambre, ahora podíamos morir por ingerir alimentos contaminados. Con la información ocurre lo mismo. Y como se puede comprobar, al igual que ocurre con los alimentos, la información está contaminada. A menudo nos envenena la mente, poluciona el cerebro,  nos intoxica y trata de inyectar en nuestro inconsciente ideas que no son nuestras. Por este motivo, cada vez más ciudadanos reclaman lo que podría llamarse una ‘ecología de la información’ que libere la información de toda esa marea negra de mentiras.”
Ramonet amplía su concepto diciendo: “Es necesario descontaminar la información y exigir un decrecimiento de su volumen. Menos información, aunque mejor información. De la misma forma, que existen alimentos ‘orgánicos’, en principio menos contaminados que el resto, deberíamos poder obtener una especie de ‘información orgánica’ y así poder comprar un periódico ‘sin mentiras’, desprovista de rumores y producido con información verificada.”
No es mucho pedir ¿verdad?
La llamada “libertad de empresa” no puede prevalecer sobre el derecho de la ciudadanía a recibir una información rigurosa y  veraz, como igual no puede servir de pretexto para la difusión de falsas noticias como la del Grupo Prisa, llena de difamaciones y campañas de manipulación masiva.
Vergüenza debía darles. Si la tuvieran.
 

viernes, 25 de enero de 2013

La poesía del recuerdo...


Entre las paredes de una Facultad que aspira a formar mejores periodistas; entre los consejos de dirección, claustros y clases; entre libros y artículos de obligatoria referencia para la carrera que su experiencia y su talento le permiten escribir; en el cuerpo y en el alma de la Cátedra Pablo de la Torriente Brau; entre la elegancia del lenguaje y el acertado juicio; entre el único tiempo posible y los infinitos espacios de la vida, transita la doctora Miriam Rodríguez Betancourt. Entre la pedagogía y el periodismo tiene su comarca.
El salón de profesores de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, es ahora el sitio donde la catedrática accede a comentar su recuerdo del Poeta del Moncada.  Navegar por las memorias lúcidas de una alumna del Colegio Baldor, cuando Raúl fue profesor de allí, es la oportunidad de tener otra visión de su personalidad.
Siempre sonríe cuando va a hablar de Raúl, y muy pocas veces mira hacia su interlocutor, porque echa a volar la mirada de su pensamiento y prefiere sus propias imágenes.
“Yo recuerdo que en el año…sería el año del asalto al Moncada, 1953, había un gran revuelo en la escuela, en el Colegio Baldor. Aquel profesor joven, tan buen mozo, tan dulce, tan distraído -pero distraído no en el sentido de equivocaciones, sino en el sentido ese de estar en otra cosa, el que está pensando en otra cuestión y que la realidad que le rodeaba era solamente un pretexto, una cosa inmediata que no tenía nada que ver con lo que él estaba haciendo- me enteré, nos enteramos todos de la muerte de Raúl, del asesinato de Raúl.”
Un poco más absorta ahora en sus revelaciones de estudiante, se detiene en el retrato del joven que tanto les atraía entonces. 
“Raúl era un personaje, una presencia para las muchachitas, figúrate…plenas adolescentes. Baldor tenía divididos entre varones y hembras, y el grupo mío era de sexto grado B, si no recuerdo mal…Éramos todas muchachitas…10-12 años, no pasábamos de ahí…11, 12 ¡13! 13 años… Estábamos ahí en esa edad en que comienza ya esta cosa del atractivo, de las mujeres y los hombres; y yo recuerdo que para nosotras, aquel muchacho –que yo lo estoy viendo con mis ojos de la imaginación y del recuerdo-, era un muchacho muy pulcro en su vestimenta. Casi siempre estaba con su bata blanca, que era la que usaban los profesores sustitutos, muy pasadita, pero muy limpia…muy buen mozo. Tenía una tez un tanto amarilla, fíjate lo que es la poesía del recuerdo, lo que le daba un matiz a su semblante y a su persona muy especial. El pelo, claro; muy buen ángulo de rostro, y ya te digo: una mirada un tanto apartada de la realidad inmediata.”
Como si estuviese nuevamente en su pupitre de Baldor, revive con la picardía de la adolescencia aspectos de una de las clases que recibió del “profe Raúl”.
“Él era suplente, nos daba clases a veces cuando faltaba un profesor y recuerdo muy nítidamente  que en una  de esas ocasiones, no fue el profesor de Dibujo Lineal – era cualquier asignatura, los profesores sustitutos que estaban allí esperando a que faltara alguien para ellos tener el trabajo por el que le pagaban...- El anuncio de que iba a ser Raúl quien nos diese la clase provocó entre las muchachitas de mi grupo un gran alboroto: “¡Viene el profesor Raúl a darnos clases!” Esa era una cosa muy llamativa…precisamente por su atractivo físico y por su manera, su personalidad. Y recuerdo la clase. No toda la clase, pero sí recuerdo rasgos de esa clase que él nos explicaba y nosotras hablábamos de él, nos pasábamos papelitos sobre él; nadie atendía. A él no le importaba realmente  si atendíamos o no,  porque él estaba allí para cumplir eso; pero, te repito, no estaba en ese momento allí, él estaba en otra cosa…Y nos dio clases de Dibujo Lineal, y no nos reprendía, y todas las muchachitas decían que qué bueno era el profesor Raúl, porque el profesor Raúl, se formara lo que se formara,  no intervenía.”
Su relación con Raúl de alumna-profesor es uno de los tesoros que le acompañan siempre. Nada, ni siquiera la conversación que sostienen otros profesores dentro del local, le desdibuja ese momento. De Baldor, asegura, salieron muchos revolucionarios a pesar de ser un colegio para estudiantes de clase media, e incluso alta. Ella ha sido uno de esos frutos y, por felices coincidencias, ha sido pedagoga y periodista, dos de las labores más apreciadas por Raúl. Un último impulso completa sus remembranzas.

“Ese es un recuerdo muy pequeño, pero que a mí siempre me ha marcado. Cuando yo regreso en septiembre de 1953, cuando comienzan las clases, allí se recordaba que uno de los que habían muerto en el ataque era el profesor Raúl. Años después, muchos años después, comprendí cuando he tenido que hablar de él  a raíz de peticiones que me han hecho, que Raúl no nos llamaba la atención no porque no fuera un profesor exigente, sino porque él no estaba atendiendo a aquello…Él estaba, repito, en otra cosa. Su pensamiento evidentemente estaba metido de lleno en otra clase, que era la clase de Historia que estaban preparando los muchachos de la Generación del Centenario.”



  Este escrito ha diso tomado del libro El periodista del Moncada, Editora Política, La Habana, 2009.

lunes, 21 de enero de 2013

Arder con todo.....


Una semana para que la Universidad de La Habana arda una vez más con el fuego del Maestro... Apenas unos días y otra vez calles habaneras se llenarán del verbo de Martí en la voz de nuevas generaciones... Se celebrará un aniversario cerrado, y se fraguará entonces otro año de sueños martianísimos para la Cuba de esta nueva juventud -siempre de Centenario- que sigue haciendo honor a amando a su Apóstol... 

                                      Verbos en juego

Si tu signo es jugar, juégalo todo:
tu camisa, tu patio, tu salud.
Si tú debes jugar de cualquier modo,
           juega bien, con virtud,       pero, ay amor, ay amor,
               no te juegues el corazón,
                         ay amor 
Pon el verbo azul,
                                                                                                       corazón.                                            
Pon el verbo cien,
corazón.
Pon el verbo tú,
pero pon el verbo
que te haga bien.

Si tu signo es arder, arde con todo;
tu camisa, tu patio, tu salud.
Si tú debes arder de cualquier modo,
arde bien, con virtud,
pero, ay amor, ay amor,
no te quemes el corazón,
ay amor, ay amor.
Si tu signo es cantar, cántalo todo;
tu camisa, tu patio, tu salud.
Si tú debes cantar de cualquier modo,
canta bien, con virtud,
pero, ay amor, ay amor,
canta siempre de corazón,
ay amor, ay amor.
Silvio Rodríguez

viernes, 18 de enero de 2013

Celia vista por Celia

 
Este escrito es de Celia Hart, y fue publicado por Rebelión el 14 de enero de 2005, por el 25 aniversario del fallecimiento de otra Celia, la inspiración Sánchez Manduley... Lo retomo este mes de enero, que es suyo y, por tanto, también de las mariposas...

Una mariposa contra Stalin

La burocracia tuvo en Cuba un singular adversario. Celia Sánchez, secretaria de Fidel Castro, no había leído en su vida mucho sobre la teoría marxista y sobre el desempeño de Stalin en la URSS, fue sin embargo el castigo para la práctica en Cuba de los métodos del georgiano, que tanto nos ha dado que decir y hacer todavía.

Celia, a la que le debo, por supuesto, el sonido bellísimo de mi nombre, no fue tan sólo la secretaria personal de Fidel, debido a lo cual renunció a todo: familia, visibilidad política y otros beneficios que le podrían otorgar haber sido la primera mujer rebelde en la Sierra Maestra: Celia fue sin dudas la secretaria personal de la revolución cubana

Ella estableció entre Fidel y el pueblo un puente ligero y flexible. Su sagacidad y prontitud, su paso leve y silencioso más un amor para la obra de la cual fue artífice, fueron sus mejores armas. Librándome de todo machismo o feminismo, u otro ismo que quieran señalarme, en Celia Sánchez pensó José Martí cuando sentenció: “No es que le falte a la mejer capacidad alguna de la que tiene el hombre, sino que su naturaleza fina y sensible le señala quehaceres más altos y difíciles.”

Celia y su padre, un médico que ejercía en Manzanillo su tierra natal, subieron al sitio más alto de la isla un busto de Martí. Con José Martí se escribe el acta de iniciación de los revolucionarios cubanos. Si de niño se siente, más que entiende, las palabras de ese misterio, ya no hay remedio posible; se hará usted un revolucionario. Y si lo traicionase, tampoco habrá remedio para que se convierta usted en el peor de los hombres.

En la frágil estructura de esta mujer, en esas manos delgadas y en el color de sus singulares vestuarios cupieron sin atropellarse José Martí, Fidel Castro y el pueblo de Cuba.

Para saber de Celia baste mirar el hermosísimo libro “Ensayo para una biografía” de Pedro Álvarez Tabío. Celia Sánchez Manduley nació en mayo de 1920, en Media Luna, un pueblito rural de 4000 habitantes, enclavado en el Oriente de la isla, cerca del río Vicana, que nace nada más y nada menos que en la Sierra Maestra.

Si de algo puede hablarse de ese lugar es que Media Luna se dedicaba a la producción de azúcar; que en 1920 los precios estaban bien deprimidos; que estallan varias huelgas de obreros y que el venturoso Partido Socialista fundado en 1906 por Martín Veloz (Martinillo) ya divulgaba en Manzanillo durante la primera década del siglo las ideas socialistas. Si a esto le sumamos a esto la inigualable devoción por José Martí de Manuel Sánchez más una intrépida genética, Celia no podía haber sido distinta.

Narra Armando Hart en su ensayo Perfiles:”Recuerdo la primera vez que oí hablar de Celia (1956). A Santiago de Cuba fueron los compañeros Pedro Miret y Ñico Lopez para entrar en contacto con Frank País, recorrer la antigua provincia de Oriente y analizar las posibles zonas que podríamos convertir en escenarios de combate revolucionarios.... De Oriente regresaron a La Habana contentos de las posibilidades que había en Manzanillo, donde ella y otros compañeros organizaban núcleos clandestinos y alentaban el movimiento popular contra la tiranía.”

En algún instante habrá que detenerse un poco y calibrar la sociedad cubana de entonces... Grande debe haber sido Fidel Castro, para haber podido resumir, reorganizar y lanzar como un solo partido revolucionario a las múltiples y formidables fuerzas que existían en mi país.

En 1957 pasa Celia a trabajar definitivamente con Fidel. Desde ese momento estuvo presente en cada una de las decisiones importantes, poniendo aquella misma audacia, ternura y entrega con que colocara el primer busto de José Martí en el Pico Turquino.

Una vez triunfada la revolución, su misión fue la misma: la de transductor. Un traductor perfecto entre la obra de la revolución, su pueblo y sus dirigentes.

Siendo yo niña recuerdo que muchas veces mi padre decía: “Voy a ver a Celia”. Lo decía como un acto sagrado, medio clandestino, como si fuese a confesarse. Y era correcto: frente a Celia, que tenía el poder mágico de juntar sin catastrofismo cielo y tierra, convirtiendo las ideas y proyectos en veloces memorandos, eficientes reuniones y pertinentes citas, sólo era posible confesarse: La Reforma Agraria, Las Declaraciones de La Habana, Girón...hasta la Crisis de Octubre, cuando más cerca ha estado el mundo de irse al pique nuclear, fueron decididos, sopesados, de alguna forma, en un edificio en la Calle 11 del Vedado capitalino, donde vivían Celia y Fidel, cada uno en su apartamento, como buenos vecinos.

Mi madre y Celia formaron una especie de cofradía revolucionaria. La intuición ante los problemas y su conocimiento sobre el carácter de los compañeros las ayudaban a solventar muchas incógnitas, como si todavía estuvieran haciendo la revolución. ¡Y lo estaban! Los revolucionarios que perduraron en el tiempo, los que no traicionaron, los que no nos abandonaron ni política ni económicamente, son los que están hoy en combate. Esos que todavía sufren por la negligencia, que donde estén no detienen su andar y cuestionan y cambian. Porque la revolución que proyectó Celia al lado de Fidel, de Frank, del Che, de Haydée es absolutamente la única revolución posible en Cuba y en el mundo. Y esa revolución es permanente. Celia fue una permanente revolucionaria. Por eso y no más la recordamos después de 25 años de fallecida. Porque necesitamos a Celia Sánchez.

No hace mucho trataba inútilmente de hacerme entender por un camarada en relación a los elementos de burocracia estalinista en la revolución cubana. Trataba de decirle como vivió esta revolución sus primeros quince años sin institucionalizarse, como de esa forma heterodoxa se cumplieron tareas del primer orden, como la alfabetización, los planes educativos y todas las reformas, más que reformas las revoluciones, que convirtió en esos años a la revolución cubana en el sueño de juventud de millones de hombres y mujeres en el mundo.

Las revoluciones socialistas triunfantes deben vencer a un enemigo sutil y persistente... e inherente: el estalinismo, (por llamar a esta tendencia de alguna manera). El peligro de tratar de mantener viva la revolución socialista, la agonía de estar casi siempre solos... o mal acompañados nos hace contraer esa enfermedad, la cual es mortal si no se ataja a tiempo, y fácil de curar si tenemos el corazón, la inteligencia y el valor necesarios, tal como nuestra Celia. El estalinismo, con sus resortes de poder oscuro y difuso, su contrato con la mediocridad política, su odio al talento y la aventura, es un poder tal cual las bacterias que terminaron con los marcianos en la memorable obra “La Guerra de los mundos” de H. G. Wells. No podían contra los invasores alienígenos los mejores adelantos de la ciencia, ni la mejor pericia y voluntad de los hombres. Apenas unos pseudo organismos de milésimas de centímetro de tamaño terminaron con los invasores espaciales. Así trabaja el estalinismo. No, pero no crean que soy pesimista: Nuestro organismo está invadido de bacterias y adquirimos bacterias todos los días. Pero tenemos también los macrófagos... Ellos nos protegen del mal en mancomunada lucha. Y si no pueden los macrófagos, si son demasiadas las bacterias, o son muy nuevas, basta con un antibiótico adecuado para salvarnos. El estalinismo es una bacteria que se contrae cuando llegamos al poder. ¡Pero contaremos también muchas buenas bacterias, que antes no teníamos! Con el estalinismo basta con vacunarnos periódicamente. La revolución socialista, en tanto es una forma de poder completamente nueva, necesita de nuevas vacunas.

Es curioso como nos pasamos el tiempo cuidándonos de accidentes o agresiones externas y no cuidamos de vacunarnos contra los males que auto generamos. Éste ha sido uno de los grandes problemas de las revoluciones. Una vacuna, tan sólo una vulgar vacuna. Hay momentos en que ya es tarde y deberemos transfundir sueros con fuertes antibióticos que representan medidas drásticas, esas de doble filo, pero imprescindibles.

“Sería ingenuo creer que Stalin, desconocido por las masas, surgió repentinamente de los bastidores armado de un plan estratégico completamente elaborado. No. Antes de que él hubiera previsto su camino la burocracia lo había adivinado...”, dijo Trotsky en La revolución traicionada, el que según mi opinión ha dado siempre el mejor diagnóstico de la enfermedad. Eso es: Stalin fue el depositario de aquel estrés natural que asume una revolución socialista. Mucho más una revolución socialista aislada y perseguida por el feroz imperialismo. El asedio invisible del estalinismo es mucho más peligroso entonces.

Una de esas vacunas; una de las que libró de manera natural y orgánica a mi revolución de la bacteria estalinista fue Celia Sánchez. El vínculo con el pueblo no lo perdió jamás. Mientras más difícil era el panorama político internacional, más pulsaba la opinión popular.

En Cuba Lenin no ha muerto. Y es esto una nueva experiencia, pero no basta En los primeros años, cuando la revolución era un bebé, entonces los brazos de Celia la acunaron, gracias a su gusto por la verdad, su increíble sentido práctico y su conocimiento profundo de la personalidad de Fidel y del resto de los dirigentes de la revolución. No sé si Celia se habrá leído los avatares de la revolución bolchevique, mas da igual, su instinto, sumado por supuesto a la impronta de Fidel, la audacia del Che y sobre todas las cosas la estructura mental de este pueblo se hubo de preservar la recién nacida.

En 1975 llegó el primer Congreso del Partido y la institucionalización. Vuelve a decir Armando Hart: “ La guerrillera de las montañas de Oriente , a quien le agradaba dormir en hamacas, recorrer un camino serrano (...) fue sin embargo capaz de promover, organizar y desenvolverse dentro de las formalidades de la vida oficial que inevitablemente tiene todo Estado”. Era otra etapa de la revolución. Atrás quedaban muchas cosas. La joven revolución se puso traje largo, cumplía 15 años. Supo crecerse Celia y entender el cambio y de cierta forma resolver las nuevas circunstancias en que se desenvolvía esta jovencita. Conocía lo hermoso: lo disfrutaba y lo propagaba como una mariposa.

Todavía no entiendo bien como dos mujeres que no cursaron estudios universitarios, fueron en Cuba las dueñas de la belleza. Mi madre en Casa de las Américas con los intelectuales irreverentes de este país y Celia creando el entorno irrepetible de Fidel Castro.

Recuerdo muy bien la Cumbre de Países No Alineados en 1979. A Celia se le asignó la tarea de organizar las formalidades. Incluso entonces no se olvidó de la Sierra, desplegó un finísimo y herético sentido del gusto. Llenaba los ambientes con luz color y claridad. Diseñaba todo, desde el hermosísimo salón de recepción del Consejo de Estado, donde todavía, según dicen, ondean verdes y perennes los helechos gigantes hasta el majestuoso y popular Parque Lenin.

Quizás el amor a la belleza la hizo revolucionaria verdadera y pudo espantar el fantasma oscuro de Stalin, ese fantasma gris que siempre ha querido tragarse la luz infinita del fantasma auténtico del Manifiesto Comunista, o al revés: quizás supo hacerle bella y armoniosa la vida al pueblo... porque fue una verdadera revolucionaria. Es el cuento del huevo y la gallina. No importa. Lo que sí nos queda claro una cosa: De alguna forma fue Celia el resumen del pueblo de Cuba, no de la mujer, ni del hombre sino de la mejor parte del pueblo de Cuba. No dejó jamás de ser una pueblerina delicada y culta que ejercía el poder.

Si es el Che quien nos recuerda día y noche que uno de nuestros deberes sagrados es la revolución mundial, Celia, con su aletear presuroso, nos recuerda que no debemos parar en seguir haciendo la revolución dentro de nuestras fronteras de agua. Mejores indicadores ¡imposible!

Celia fue implacable con el imperialismo y con los enemigos de la revolución cubana, que son en definitiva los enemigos del mundo, no por eso toleró un solo instante que el manto de la burocracia empañara la obra revolucionaria. Hubo tendencias estalinistas sin dudas, esa tendencia para lo único que no es burocrática es para penetrar en la sociedad, y para lo único que no es mediocre es para buscarse adeptos, pero esta tendencia encontró en Celia el más aguerrido contrincante

Aquel 11 de enero de 1980. Haydée Santamaría no se levantó de la cama una sola vez. Dicen que la única vez que la vieron así fue en 1967 cuando la muerte del Che. Entre lágrimas sin consuelo, escuchaba a mi madre decir una sola palabra que la inundaba de llanto hasta llegar al delirio “Fidel mi hijita ¿Quién cuidará ahora de Fidel?” “Fidel es saludable, mama,-decía yo- hay muchos compañeros capaces de cuidarlo”. Pero hoy entiendo a mi madre. Con Celia, quien cuidaba a Fidel era el pueblo de Cuba, su mejor compañero. Han pasado 25 años desde que esas dos mujeres dejaron de existir. ¡Han dejado de existir tantas cosas! Ahora ya no está la URSS amenazándonos con su petróleo, su cemento y su amparo, pero está danzando la doble economía en mi patria y no sé si habrá manera que nos libremos de este artefacto económico que es la doble moneda y lo que trae consigo. Al imperialismo lo combatimos con las armas y con las ideas... parece ser que para cuidarnos de estos nuevos males necesitamos a las mariposas...

Cada mañana llevando a mi hijo a la escuela observo los frágiles y tenaces seres alados que en desigual vuelo envuelven mi mirada. Me quedo pensando si Celia se acordó antes de morir de explicarles a esas damitas cuánto las necesitamos para cuidarnos de los nuevos fantasmas.



jueves, 17 de enero de 2013

Si mi abuelo viera esto……

Recuerdo que en los últimos años de su vida ya mi abuelo no veía todos los juegos de pelota de la Serie Nacional-como solíamos hacer juntos- porque decía que esa pelota ya no le gustaba, que solo vería los play off y los juegos que pitcheara Lazo. Me quedaba yo sola en la sala, hasta tarde, y al otro día le contaba….pero pocas veces logré levantarlo de la cama para que viese algún final espectacular…porque por muy espectacular que fuera para mí, para él no tenían tanta carga.Y yo me decía: si mi abuelo viera esto...
Yo no entendía…..él me decía que esa no era la pelota que había aprendido….Para él, con la partida de los Linares, Pacheco, Kindelán, Germán, Ulacia, Juan Castro…y tantos otros, ya no se jugaba igual… Yo vi a esa generación jugar pelota, y claro que la extraño….muchísimo….Pero no por ello dejé de ver pelota…Sin embargo, hace par de años sufro a veces la misma desidia de mi abuelo por sentarme ante una pantalla -y no solo por el hecho de que mi equipo lleve más de 15 años sin ser campeón-…
Viví como todos los cubanos el Primer Clásico, -ya mi abuelo no estaba- con un equipo Cuba que más allá de estrellas, era un equipo. Por eso siempre pensé que ese era uno de los elementos que favorecieron el éxito nuestro allí. No me gustaba que renegasen de esa generación que sucedió a los “grandes”, porque ellos, a su forma, habían también conquistado gloria con muchísima entrega….En esos días también pensé en papi, mi abuelo. Pero…después de ello…qué….
Hace rato no ganamos un torneo “con vergüenza” –como él decía-, en el que los rivales no sean Holanda –que por mucho que avance, no es tierra de peloteros y nunca debió ser rival de consideración nuestro- ni ningún otro país sin tradición que solo gana en béisbol con peloteros latinos nacionalizados o bien con peloteros en ligas profesionales.
Nuestra Serie Nacional se cocina en ella misma, tratando de buscar un nivel que no alcanzará mientras los mejores entrenadores no estén en la base, mientras no haya implementos para jugar más, mientras no se consoliden la Liga de Desarrollo, mientras no haya estrategias nuevas – de estos tiempos- para no naufragar y hacer que naufraguen los corazoncitos de los que aún insisten en sentarse frente al televisor o en una grada. Pero bueno, ese es un tema que merece más tiempo y espacio también....
Cuba tiene que recuperar la mística, el brío y la alegría en el juego de pelota.
Entre los peloteros que brillan una Serie y no aparecen en la siguiente por clandestinos, económicos o desleales motivos; y los otros que no brillan nunca, se van perdiendo los ídolos de nuestro béisbol, su historia. Escasos son los niños –para no ser pesimista- que dicen que quieren ser como Linares….
Por eso, ante tanta carencia, no me queda más que aferrarme a los ídolos cubanísimos que aún sobreviven en Cuba en un contexto mundial donde el béisbol es pasión pero también negocio. Por eso no sé cómo podemos prescindir tranquilamente de los pocos que nos quedan para representarnos, no entiendo los silencios cautelosos tampoco de quienes tenemos la misión de opinar y construir…Siempre es más fácil darle los palos al burro cuando se cae, hacer leña del árbol caído, pero no aventurarse a decir antes de que las cosas pasen… No creo que debamos ser tampoco aves de malos augurios, pero sí decir lo que es una verdad evidente: el mejor pelotero que usted tiene en una posición  no lo puede dejar, tenga la edad que tenga, si está en forma.  Esa es la máxima que siguen con Yuliesky, con Cepeda,y  la que han seguido con otros…caramba, qué lastima entonces lo de Pestano; que lástima que esta vez no valieran esas premisas para él. Se repite el feo final de la historia de muchos "grandes", incluida la del propio Víctor Mesa.
Es válido y necesario que un mentor escoja su equipo, con decisión e independencia, pero eso no significa que no se equivoque, o que no sea caprichosa una decisión.  
Soy joven, y la juventud merece oportunidades, y lo digo por La Rosa y por Frank Camilo, y por otros jóvenes que puede a muchos gustar o no que estén en el equipo. La juventud es el futuro...pero si bien los jóvenes tiene el fuego, los de más años tienen la luz. Era joven Pestano cuando asumió el papel de receptor regular del Cuba, pero OJO: solo lo hizo cuando los regulares no estuvieron más, por diversos motivos. Solo que coincidieron tiempo y espacio con su edad y su talento. Esa es fortuna de pocos. No podemos olvidar tampoco, como canta Silvio que el sueño se hace a mano y sin permiso “arando el porvenir con viejos bueyes”. Todo en la vida tiene su fin…pero no creo que era este el de Pestano..la experiencia y su maestría tienen que contar.
Ojalá todo salga bien en el Clásico -incluso que a Pestano lo incluyan otra vez en la lista- y no se lastime más nuestro deporte nacional ni pierda prestigio en el mundo, porque aunque tengamos el primer lugar en el ranking de la IBAF, hace mucho tiempo no somos los primeros…  Y eso lo sabemos.
Lástima que no hayamos reunido a todo lo mejor que tenemos, y ojalá se pueda conformar un equipo que sea equipo, y no una suma extraña de individualidades.
Ahora hasta yo me cuestiono si pasamos de la primera ronda….aunque espero  y quiero que sí.
Por eso ayer en la tarde, cuando escuché nóminas y entrevistas, lo primero que pensé, fue: si mi abuelo viera esto….

miércoles, 16 de enero de 2013

A las puertas de la mitología, según Ospina

El periodista Hamlet Herman me envía este artículo desde República Dominicana. Lo escribió el destacado ensayista y novelista colombiano William Ospina, y  fue publicado hace unos días….Lo que dice en él, por supuesto, ha generado múltiples miradas  y  comentarios….Interesante….

A las puertas de la mitología

Por: William Ospina
Alguna vez le pregunté a García Márquez si no había sido muy difícil ese momento en que buena parte de la intelectualidad latinoamericana rompió con la Revolución cubana, y sólo él y unos pocos siguieron siendo sus amigos.
Gabo no respondió con una teoría sino con algo más visceral: “Para mí, dijo, lo de Cuba fue siempre una cuestión caribe”. A mi parecer, ello quería decir que no se trataba de marxismo o teorías revolucionarias sino de la lucha de un pueblo por su soberanía y su cultura frente al asedio de unos poderes invasores.
Los gobiernos de Estados Unidos, que compraron la Florida y se robaron a México, que se apoderaron de Puerto Rico y separaron a Panamá, se habrían anexionado con gusto la hermosa isla de Cuba si ésta no hubiera sido siempre tan irreductible en su rebeldía y tan firme en su resistencia.
Ya en Martí estaba todo lo que haría de Cuba un país tan celoso de su independencia. García Márquez, que conoce las felonías del “buen vecino” porque desde niño supo de la masacre de las bananeras en la plaza de Ciénaga, comprendió que era vital mantener a raya el afán hegemonista de aquel país que respeta tanto la ley dentro de sus fronteras y la ignora tanto fuera de ellas.
La de América Latina ha sido la historia de esa saludable tensión ante los poderes del norte. Hace poco visité en el norte de México, en Ciudad Juárez, el Museo de la Revolución. Nada me impresionó tanto, más incluso que el cráneo de vaca sobre una mesa bajo la fogosa luz del desierto, que una fotografía donde la sociedad de El Paso, Texas, caballeros con sombrero de copa y damas floridas con trajes ensanchados por miriñaques, presenciaba desde la orilla del río Grande, como en picnic, la lucha al otro lado de la frontera, donde hombres de grandes sombreros y dobles pistolas se alzaban contra la dictadura. La viva imagen de una sociedad del bienestar que se entretiene con el espectáculo de tragedias ajenas, esperando el momento de entrar en acción para beneficiarse de los resultados.
La mejor manera de admirar, de respetar y honrar a los Estados Unidos, es temerles, y no llamarse a engaños sobre ellos. Para ellos somos otro mundo: materias primas, selva elemental, inmigrantes, gobiernos que se sometan y firmen sin demasiadas condiciones los contratos. Y aquí nadie los ama tanto como los que se benefician de esos contratos.
Muchos medios del continente han hecho un gran esfuerzo por convertir a los contradictores de Estados Unidos en los grandes equivocados. Lo han intentado con Cuba y más recientemente con Venezuela, hasta el punto de que sus elecciones victoriosas son elecciones siempre sospechosas. No importa que en Colombia compren votos o arreen electorados bajo promesas o amenazas: esta democracia nunca está bajo sospecha. No importa que los paramilitares produzcan en diez años doscientos mil muertos en masacres bajo todas las formas de atrocidad: la democracia colombiana sigue siendo ejemplar, porque los poderes de la plutocracia siguen al mando. Pero si alguien es enemigo, no de los Estados Unidos sino de los abusos del imperialismo, eso lo hace reo de indignidad.
Uno de esos grandes enemigos del imperialismo es Hugo Chávez. Por ello, aunque nadie pueda atribuirle crímenes como los que manchan las manos de tantos poderes en el mundo, para muchos opinadores y medios es un dictador y un tirano. Yo creo que ha sido un gran hombre, que ha amado a su pueblo, y que ha intentado abrir camino a un poco de justicia en un continente escandalosamente injusto. Para ello ha sido duro con los dueños tradicionales del país y eso no se lo perdonan. Ya se lo perdonarán: cuando adviertan que todo lo que se haga a favor de los pueblos siempre postergados, tarde o temprano fructifica en sociedades más reconciliadas consigo mismas.
Un amigo me decía hace poco que un hombre que se hace reelegir tres veces es enemigo de la libertad. No comparto esa idea restringida de la democracia. La reina Isabel de Inglaterra, que no fue elegida por nadie, lleva sesenta años, es decir, para nosotros, toda la historia universal, como soberana de su tierra, y no veo a nadie protestando contra ese abuso. En Colombia llevamos doscientos años reeligiendo al mismo tipo con caras distintas pero con exactamente la misma política. El único un poco distinto era Álvaro Uribe, sólo porque era un poco peor. Pero el problema no son los hombres sino las ideas que gobiernan, y a Colombia la gobiernan las mismas ideas desde las lunas del siglo XIX, y la consecuencia catastrófica se ve por todas partes.
Si fuera necesario convocar a nuevas elecciones, lo más probable es que las mayorías chavistas sean más grandes aún que en las elecciones pasadas, que ya se celebraron sin su presencia.
Y tal vez nos será dado asistir al paso de Chávez de la historia a la mitología, a la novelesca mitología latinoamericana, de la que forman parte por igual María Lionza y José Gregorio Hernández, Rubén Darío y José Martí, Carlos Gardel y Eva Perón, Martín Fierro y Jorge Eliécer Gaitán, Simón Bolívar y Túpac Amaru, Frida Kahlo y Pablo Neruda, Eloy Alfaro y Salvador Allende, el Che Guevara y Emiliano Zapata, Vargas Vila y Jorge Luis Borges, Benito Juárez y Morazán, Pedro Páramo y Aureliano Buendía.
Una mitología de la que hoy tal vez sólo tenemos vivos a Fidel Castro y a Gabriel García Márquez.

martes, 15 de enero de 2013

Así era Renato


Este texto lo escribió una colega y amiga, Isabelle, de Somos Jóvenes.....Me trajo a un Renato diferente, más hermoso, y a una familia rebelde de las tantas que dieron entrañables hijos a Cuba...Lo comparto hoy, pues. 

                                       Así era Renato
 Es el mes de mayo de 1931 y un estremecimiento sorprende las calles de Santiago de Cuba. Luego de breves instantes, René y Déborah, terriblemente alarmados, quitan con sumo cuidado los escombros de las paredes del cuarto de su pequeño hijo de seis meses. Cuál no sería su sorpresa al encontrarlo gorjeando en su cuna como burlándose de la muerte.
Nacido el 2 de noviembre de 1930 y oficialmente inscrito como René Miguel, fue conocido por todos, y para beneplácito de su padre, como Renato. Su nacimiento, aunque deseado, provoca inquietud a sus padres debido a una mancha roja debajo del ojo izquierdo y que toma parte de su mejilla. En su niñez, no pocas serían las angustias que debió vencer al relacionarse con los demás niños, quienes lo observaban con algo de sorpresa y temor. La actitud de los padres y el carácter alegre y explosivo del niño, minimizan este signo que lo acompañaría durante su vida.
Se dedica con mucha responsabilidad a los estudios. Una vez finalizada su preparación en la enseñanza básica, la familia decide enviarlo a estudiar comercio en el colegio La Progresiva, de Cárdenas. Los conocimientos y habilidades que adquiere, unidos a sus condiciones patrióticas y revolucionarias, le facilitan cumplir con la enorme responsabilidad asignada por Fidel en los preparativos del asalto al cuartel Moncada.
Las actividades conspirativas para esta acción, encubierta por negocios privados, demandaron de no pocas operaciones comerciales. Renato recepciona y expide cheques, alquila casas y locales, recoge remesas procedentes de la capital, envía telegramas y cables. Junto a Abel Santamaría emprende algunas de estas importantes tareas, que se le facilitan por ser el único implicado residente en Santiago de Cuba. Debido a su nivel de implicación, en los días previos al asalto Renato contrae varias deudas para hacer frente a los gastos de los preparativos. Había aportado cerca de 1 000 pesos a la causa del Moncada.
Luego del asalto, su padre asume la responsabilidad del saldo de esos compromisos. De esta manera evita que Renato y el resto de los jóvenes caídos sean estigmatizados como delincuentes o irresponsables en momentos en que parte del pueblo todavía no comprendía la necesidad de una salida insurreccional a la crisis política cubana. Para el 1ro. de Enero de 1959, las cuentas sin saldar estaban pagadas en su totalidad.
Un año después de la muerte de Renato, el 26 de julio de 1954, nuevamente se estremecen las calles santiagueras. Luego de una misa en la catedral en honor y memoria a los jóvenes caídos en la acción del Moncada, miles de personas, arengadas por René Guitart, padre de Renato, realizan una peregrinación hasta el cementerio Santa Ifigenia, en las afueras de la ciudad.
Luego de franquear a los soldados de la tiranía apostados en las calles, se detienen a la entrada del cementerio, pues varias ametralladoras han sido emplazadas. Solo dejan pasar a René, y una vez dentro coge las flores y las reparte en todas las tumbas. Los soldados se le acercan y le preguntan: “¿Las flores no eran para Renato?” René, sobreponiéndose al dolor les responde: “¿Ustedes le tienen miedo a los muertos? Yo no he puesto granadas, solo he puesto flores.” 
Isabelle