jueves, 21 de febrero de 2013

Ciro....

El sueño y las pasiones del Moncada traen también por estos días la imagen de Ciro Redondo...
A Ciro le tocó la difícil misión de contar cómo fue la muerte de Marcos Martí luego del asalto a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes....Ahora recuerdo la película "La Cueva del Muerto", versión cinematográfica de lo que pasaron juntos cuando el ataque terminó y tenían la convicción de unirse a Fidel en las montañas de Oriente...El Capitán del Pueblo, como lo llamase el Che, tiene un libro hermoso que le escribiera uno de los artemiseños compañeros de lucha suyos: Mario Lazo... Ese texto lo culminó el hijo de Mario, cuando el padre falleció, y Ciencias Sociales lo regaló en 2012 en su  colección Biografía.
Artemisa es tierra de moncadistas, y no por gusto el Indio Naborí volvió verso hermoso lo que fue durísima realidad para muchas familias: "¡Hay sangre de Artemisa brillando en la bandera!"....Y brilla tanto que 60 años después no están olvidados ni muertos....
(...)Ciro madura su carácter, sin dejar de ser el compañero jovial, ameno y , para las muchachas, además, muy atractivo, quien contaba chistes en momentos y lugares adecuados. Siempre estuvo rodeado de hermosas jóvenes, de las cuales él decía jocosamente que ' estaban suave , suave'. (Tomado del libro Ciro Redondo: Capitán del Pueblo)
Ciro no murió en el Moncada, sino en Mar Verde, en uno de los combates del Ejército Rebelde, después de haber desembarcado además en el Granma...Y estuvo también en la Invasión -claro que sí-, porque la columna 8, la del Che, llevó su nombre para avanzar con fuerza hacia el Occidente.
El 9 de diciembre, Raúl escribió en su diario: “Hoy fue el cumpleaños de Ciro, brindamos con caña”.
Ciro era muy querido, y estuvo siempre en ese grupo inical de la guerrilla que venía también del Moncada, era parte de ese grupo que siguió a Fidel desde el inicio y que aún lo acompaña..... Aunque Capitán del Pueblo, póstumamente en la Sierra el propio Fidel lo asciende a Comandante. 
Allá, en el Mausoleo de Artemisa, combate aún.
.....Ciro forma parte de esos espectros queridos que son los que más nos impulsan a seguir...



jueves, 14 de febrero de 2013

La carta de amor que casi se pierde...

El encargado de arreglar las jardineras del mausoleo que guarda a los mártires del Moncada en Santa Ifigenia, cerquita de Martí, estaba esa mañana cambiando las flores....Allí, junto a unos retoños de flamboyanes y otras flores rojas, encontró un papel casi desbaratado por el rocío....Parece que llevaba par de días...Era diciembre de 2008... Sorprendido, y sin imaginar siquiera lo que tenía escrito, lo recogió y lo abrió con cuidado para no perderlo....Antes de leer, trató de hacer memoria....son tantas las personas que pasan por allí....pero bueno, en esos días había reparaciones, así que no fueron tantos....Le vino de pronto a la mente una pareja que había estado junto a Martí primero, y luego la joven puso flores en la jardinera...Lo recordaba porque le llamó la atención el rato que estuvieron conversando mirando al Maestro...."Tienen que haber sido ellos"....Más tranquilo, se puso a leer la carta que , por suerte, no desechó, porque era una carta de amor a un joven hermoso que habita en la misma esencia del Apóstol....

Ciudad de la Habana, 16 de noviembre de 2008
                                                                      Año 50 de nuestra Revolución.
Para Raúl …
Nunca te había escrito así, directamente, aunque sabes que te viví y te acaricié en cada palabra de aquel proyecto que trató de esbozar tus intentos periodísticos. Gracias a ti conocí a un buen amigo llamado César, que es tu sobrino nieto, a tus sobrinos Jorge y César, a tu prima Alicia -que estoy segura de que todavía está enamorada de ti-. Y cómo no te va a querer… cómo no querer la poesía, cómo no caer deslumbrados ante ella, cómo resistirse a esa magia tus ojos alados, a esa sonrisa ilusionada con tiempos mejores y ese temperamento enfebrecido por amor a todo….
De ti también heredé los puntos suspensivos en exceso en cada texto que escribo, y no sabes cuánto quisiera que estuvieras más cerca para que los vieses, regados…como esparcidos en el párrafo sin orden alguno, como la canela sobre un dulce, como la sal sobre la cena, como el alpiste sobre la cama de un niño para los buenos sueños… Sabes, estuviste siguiéndome, o haciéndome seguirte…jugaste conmigo hasta llevarme adonde querías, al papel más viejo y deshecho o al amigo entrañable que tanto te quiere… Erasmo sigue en Güines…he hablado con él…conversamos mucho, estuve cerca de él cuando operaron a su esposa de una pierna…Yo estaba como en representación tuya, evocando aquella amistad…y sé que él lo sentía así….por eso se reía y siempre te recordaba cuando estábamos juntos… Y yo traté siempre se ser tu novia, pero César me decía que no era tu tipo…que tu gran amor, Liliam, era rubia……..y yo, trigueña a medias, no tenía opción…No perdono a la Buesa por no esperarte….a los hombres como tú se les espera porque siempre regresan…se les quiere en la patria, haciendo por ella lo que no tuviste tiempo para hacer luego, borrando esos golpes que te dieron, para que volvieras a la vida en cualquier niño de los que estudia hoy en esa escuela que ya no es de Baldor sino del pueblo…
Muchas de las cosas que verías ahora no te gustarían….Nos falta mucho para cumplir todos nuestros sueños...nos hemos equivocado, ha habido traiciones…pero nunca ha faltado valor y mucho menos las ganas de vivir por las ideas nobles. Fidel sigue tan impetuoso como el primer día, como cuando el Moncada al frente del combate…como cuando el Granma y la entrañable Sierra Maestra. Ahora escribe mucho…Lo recuerdo en El Acusador, cuando tú estabas al frente del empeño periodístico, y él hacía su recuento crítico del PPC… No sabes cuánto lo extraño, Raúl…cuántas ganas de que hable para nosotros….y tú debes extrañarlo también, porque estás aunque no estés… y lo escuchaste en la Plaza porque él nunca los ha abandonado a ustedes, ni ustedes a él… El Apóstol de la Plaza de la Revolución, grande con blancura de mármol, y grande porque sí, porque así es Martí.
Tengo añoranza de muchos tiempos, de ti, de Güines, de cuando estábamos juntos desde que me despertaba hasta que me dormía sobre el teclado de la computadora… Yo aquí, sigo esperando por ver en papel lo que escribí de ti y para ti. César al final me dijo que tú sí me querías, que yo podía aspirar a que tú me quisieras… y yo me lo creí…quise creerlo porque también te quiero, porque tu poesía y tu rostro siguen grandes para mí, inalcanzables, tremendos, lindos…porque eres tú el novio que siempre quise tener, el poeta que lucha, el que escribió sus mejores versos en la batalla, el que fue al combate y puso a su patria por encima de todo……Por eso quiero estar en Santiago, por eso en Santa Ifigenia…ahora, cuando cumples 80 años y sigues con esa misma cara de 23 casi 24….Ya tengo 25, casi 26, pero sigo queriéndote mucho… No sabes cuánto sentí lo de Olga, y que luego César no me avisara para lo de Palmira… Raúl, yo necesito que estés siempre, que las fuerzas surjan cuando todo parezca perdido para salir y dar la última batalla por la vida.
Ahora mismo te aseguro que quiero, he querido mucho…. Pero nadie me ha querido de esa manera furibunda que trasciende, esa que empuja con fuerza y ternura. Y yo no me puedo conformar… No voy sola…tengo mi “Edita” en masculino, la persona buena y bien parecida con la que seguramente me casaré y tendré hijos….pero me falta mi “Liliam”….la persona esa que despierta lo mejor y te devuelve la certeza de que estás despertando también lo mejor de alguien… Conocí a un señor que sé que hubiera compartido con él la vida, pero partió sin decirnos lo que ya sabíamos los dos… Conocí  a un muchacho de cuatro décadas capaz de soñar como un niño grande, y de combinar las palabras como para desequilibrar mi buen juicio… Pero esa unión de todo, o al menos de eso esencial, no aparece.
Haré todo por estar cerca de ti siempre, por que este noviembre me lleve a Santiago para verte, para devolverme mucho de lo que he perdido en tiempos donde mantenerse intacto es una proeza que pone a prueba nuestra humanidad. 
    (….)
Por la dulce memoria de Martí…en su nombre y por la patria, perduras tú en la poesía y el periodismo de esta incesante lucha por la vida.
Y perduras siempre, juntos a todos los que estamos contigo… Perduras en mí y en mis ganas, en mi lucha y en tu Cuba…


Patria y Amor


 El periodismo, profesión y oficio que tanto hace soñar; actitud ante la vida que permite tomar partido, compartir con los semejantes, representarlos, escuchar y hacer que otros escuchen y comprendan; para algunos, tal y como diría Chesterton, autor de El hombre que fue jueves: “la profesión de los que se quedaron sin profesión”; y para otros, lo que afirma Leonardo Padura: “uno de los oficios más peligrosos y, sobre todo, uno de los más ingratos del mundo.”
Se es periodista cuando no se puede dejar de escribir, de sentir la necesidad de opinar y compartir el criterio con responsabilidad. Se es periodista cuando el compromiso con la verdad y la justicia están por encima de cualquier interés personal.
Raúl Gómez García fue un periodista. Su obra no puede considerarse de las más extensas ni encumbradas porque su asesinato en el Moncada, a los 24 años de edad, impidió que la pudiese desarrollar. Sin embargo, el amplio material y los testimonios obtenidos durante esta investigación, son suficientes para afirmar que el 26 de Julio de 1953 Cuba y la Revolución perdieron a un periodista de filas.
 Escribir, dirigir y fundar órganos de prensa, hacer radio, prensa escrita, diarismo; moverse con soltura en varios géneros del periodismo, editorializar con estilo propio, enfrentar con aguda crítica los males de la sociedad donde vivió, y poner por ello en riesgo su vida, demuestran la pertenencia de Raúl a la profesión que él mismo definió -a los trece años-  como: “la función social de más mérito que puedan tener los hombres”.
Con el número tres de El Acusador su desempeño periodístico no concluiría. Fue en él en quien pensó Fidel para
redactar el manifiesto A la Nación, que exponía el programa del movimiento. Y fue en él en quien también pensó para que le diese lectura, una vez tomada la emisora de radio en Santiago el 26 de julio de 1953. A Raúl le tocaba convocar al pueblo, improvisar un espacio con música revolucionaria y discursos, y llevar a cada habitante de la ciudad las razones del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
Si bien es cierto que no se inscribe ese manifiesto en algún género periodístico, sí formaba parte de la campaña en el medio radial que apoyaría la acción. Y eso también es periodismo. Un periodismo revolucionario.
Sin embargo, el desenvolvimiento de los hechos no permitió que todo se desarrollase como estaba previsto, y el fallo del factor sorpresa dio al traste con los planes y con la vida de muchos de sus participantes. Raúl estaba en el hospital Saturnino Lora, donde se suponía había menor riesgo, para salir a realizar su labor. Pero, por el contrario, fue allí donde más sangre joven y valerosa se derramó.
Aunque no pudo cumplir su cometido, vibraron sus palabras y las de sus compañeros en el que sería el conocido como Manifiesto del Moncada, en honor a la acción.
“Ante el cuadro patético y doloroso de una república sumida bajo la voluntad caprichosa de un solo hombre, se levanta el espíritu nacional desde lo más recóndito del alma de los hombres libres. Se levanta para proseguir la revolución inacabada que iniciara Céspedes en 1868, continuó Martí en 1895, y actualizaron Guiteras y Chibás en la época republicana. En la vergüenza de los hombres de Cuba se asienta el triunfo de la revolución cubana.
 (…)
Ante la tragedia de Cuba contemplada en calma por líderes políticos sin honra, se alza en esta hora decisiva, arrogante y potente, la juventud del Centenario, que no mantiene otro interés como no sea el decidido anhelo de honrar con sacrificio y triunfo, el sueño irrealizado de Martí.
En nombre de las luchas incansables que han marcado cumbres de gloria en la historia de Cuba, viene la revolución nueva, rica en hombres sin tachas, para renovar de una vez y para siempre la situación insoportable en que han hundido al país los ambiciosos y los imprevisores y, agarrada a las raíces del sentimiento nacional cubano, a la prédica de sus más grandes hombres y abrazada a la bandera gloriosa de la estrella solitaria, viene a declarar ante el honor y la vergüenza del pueblo cubano.
(…) Por la dignidad y el decoro de los hombres de Cuba, esta Revolución triunfará.(…)
Cuba abraza a los que saben amar y fundar, y desprecia a los que odian y deshacen. Fundaremos la República nueva, con todos y para el bien de todos, en el amor y la fraternidad de todos los cubanos.
La Revolución se declara definitiva, recogiendo el sacrificio inconmensurable de las pasadas generaciones, la voluntad inquebrantable de las presentes generaciones, y la vida en bienestar de las generaciones venideras.
En nombre de los Mártires.
En nombre de los derechos sagrados de la Patria.
Por el honor del Centenario...
La Revolución Cubana.”
El hombre que, según dijo Raúl a su madre, “pensaba y sentía como él”, lograría años más tarde junto al pueblo el triunfo de la Revolución, y la encabezaría de manera magistral, sobreviviendo al tiempo y a las pérfidas intenciones de sus adversarios. Fidel Castro Ruz continuaría pensando y sintiendo como sus compañeros del Moncada, los mismos de los que aseguró que no estaban olvidados ni muertos.
El 26 de julio del año 2005 Cuba fue testigo de una de las manifestaciones más hermosas de un líder que recuerda la Historia patria. En el acto central por el aniversario 52 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, celebrado en el teatro capitalino Carlos Marx, el Comandante en Jefe Fidel, en una preciosa muestra de humildad e identificación con el pueblo, dijo: 
"Me atrevo a dar las gracias en mi nombre y en el de todos ellos, porque llevo sobre mi conciencia el peso enorme de haberlos persuadido a realizar tan atrevida acción, sin que el azar me haya impedido recorrer tan largo trecho de lucha revolucionaria hasta este instante emocionante, 52 años después."
El 26 de julio de 1953 significó el comienzo de otra etapa que coronó los anhelos patrios defendidos por tantas cargas al machete, tantas plumas encendidas y tanto bregar inconcluso.
El Moncada fue el plan perfecto de asaltar, más que una fortaleza, el corazón de un pueblo que nunca volvió a ser el mismo.
La identificación de ambas personalidades fue indudable. No por gusto Fidel le dio a Raúl Gómez García la misión de escribir, en nombre de su generación, el manifiesto de la lucha en 1953.
Las palabras tienen color, olor y cuerpo cuando se saben combinar. Por eso, cada vez que un protagonista ha recordado los instantes del 26, Cuba entera puede ver, respirar y acariciar el ajetreo de un grupo de jóvenes que fraguaba el futuro. No hay un árbol que crezca más y mejor que el que tiene debajo un muerto, como decía Martí, y esta patria de hombres libres se levanta desde su Historia.
Por la dulce memoria de Martí…en su nombre y por la patria, perdura Raúl en la poesía y el periodismo de esta incesante lucha por la vida. 
  
Epílogo del libro Raúl Gómez García: el periodista del Moncada.