El béisbol en Cuba es el deporte nacional. Pudiera pensarse que tal
aseveración es demasiado obvia, pero no lo es.
Muchísimas veces se repite la frase sin tener conciencia o conocimiento del
porqué ese deporte venido desde los Estados Unidos se ha convertido en parte de
nuestra identidad, nació y creció junto a nuestra nacionalidad y por eso es el
más seguido, el más aplaudido y el que más pasiones despierta. Sin embargo, a
pesar de ser nuestro deporte nacional no cuenta con una historia completa
archivada, escrita y conocida; no cuenta con análisis que rebasen o interpreten
las estadísticas y se adentre en las motivaciones y los efectos sociales que
este tiene.
Para quienes nacimos después del triunfo de la Revolución Cubana,
conocemos del antagonismo entre el béisbol amateur y el profesional,
defendiendo al primero como fuente de salud y desdeñando al segundo como forma
que mercantiliza al atleta y lo utiliza en función de intereses monetarios de
los grandes dueños de empresas. Sin
embargo, poco se conoce de la historia previa a 1959, en la que amateurismo y
profesionalismo también se debatían, solo que en aquellos tiempos, el
amateurismo surgió como exclusivo de las élites y le era vedado a las mayorías;
mientras el profesionalismo era el sustento de muchos que no tenían acceso a
los equipos amateurs por su clase social o el color de su piel, y porque
además, ser profesional era un medio de ganarse la vida. Lo más llamativo es
que aquel amateurismo que comenzó siendo una práctica de élites, se convirtió
en un fenómeno cultural de las masas, pues era seguido por toda la afición, a
pesar de que gran parte de ella estaba
limitada de participar en él. Y esas peculiaridades de la historia no contada
son las que precisan ver la luz para comprender los fenómenos que hoy ocurren
en él.
“El aficionado cubano es béisbol no es un fanático cualquiera. Es un
experto cargado de cultura”[1].
Una mirada desde las gradas, como simple espectador, puede acercarnos al
deporte como ese fenómeno que arrastra multitudes y que convoca siempre, sin
percatarnos a veces de que en torno a él gira todo un entramado de análisis
teóricos, y es él mismo –en su esencia- un fenómeno que genera muchos elementos
como para filosofar. Lástima que haya sido esta esfera una de las menos
estudiadas en la historiografía y otras ciencias sociales, y que solo en los
últimos años ha visto más la luz en nuestro país a partir de los estudios
socioculturales.
Desde el punto de vista historiográfico, la impronta del triunfo de la Revolución Cubana
en el deporte y los logros de una práctica que fuese derecho de todos y se
alejase del profesionalismo, es legitimada por méritos propios: su filosofía
popular, incluyente y que lleva las banderas de la mente sana en el cuerpo
sano. Sin embargo, se considera insuficiente aun lo escrito sobre la etapa
reciente, por lo cual no es extraño que la que está inscripta en los primeros
58 años del siglo XX esté casi condenada a no existir en el imaginario de las
más nuevas generaciones. Quizás las razones pudieran encontrarse en la idea que
exponen algunos de los libros sobre la historia del béisbol – escritos en su
mayoría después del triunfo de la Revolución-, que se resume en que, hasta enero de
1959:
La llamada pelota amateur se limitaba a la
participación en los clubes aristocráticos y algunas que otras asociaciones
municipales en los campeonatos que organizaba la Liga Nacional de
Béisbol, desde el año 1914, y a esporádicos campeonatos que se efectuaban en
determinadas localidades o centrales azucareros.[2]
El texto anterior descalifica a priori al béisbol amateur que se jugó antes
del triunfo de la
Revolución, tendencia esta surgida con el mismo proceso
revolucionario que se propuso romper con el pasado. En años recientes, unos
pocos historiadores –entre los que se destaca Félix Julio Alfonso López- se han
dado a la tarea de rescatar el béisbol en su justa medida en el imaginario de
nuestra nación.
Sería válido entonces encaminar el estudio interdisciplinario en el
béisbol amateur en Cuba desde 1914 y hasta 1958, teniendo en cuenta la fundación
de la Liga Nacional
Amateur (1914). Años más tarde surgiría la Unión Atlética
Amateur de Cuba (1922), vendrían los años dorados del amateurismo en la década
del treinta y primera mitad de los 40, así como sus crisis en los cincuenta. Lo
cierto es que aquel béisbol amateur pre-revolucionario fue muy seguido aunque
esa historia se desconozca.
Mirar el deporte como parte indiscutible de la sociedad y a la vez
reproductor de todo cuanto en ella acontece, no es más que la ratificación de
la frase del gran sociólogo del deporte Norbert Elías, cuando dijo que “los estudios del deporte que no son estudios
de la sociedad, son estudios fuera de contexto”. [3]
Es precisamente Elías quien marca el camino en este tipo de estudios
socioculturales del deporte y su alumno y colaborador -eminente también en la
sociología del deporte- Eric Dunning, prosigue y enriquece la labor con la
compilación de los artículos de ambos en libros que son referencia obligada para
cualquier investigación relacionada con el deporte.
Una de las maneras más interesantes en la que ambos sociólogos abordan el
deporte con una mirada histórico-social, es la vinculación directa con el
proceso de civilización. Así, en sus ensayos refieren los temas no solo del
origen del deporte en tiempos en los que la violencia amainaba en países como
Inglaterra, sino su vinculación con temas como el género y la emoción, ya sea
en la masa o de manera individual. En ese sentido, el artículo Kant y las barras bravas, de Hans Ulrich
Gumbrecht, plantea:
(…) el decir que estar en un acontecimiento deportivo es un destape para la
violencia o que a los que tienen tendencia a perder en lo cotidiano les gusta
identificarse con equipos que ganan. Ese
tipo de afirmaciones me resultaban bastante obvias y banales. Además por una
cuestión de auto respeto me decía que las razones de la fascinación con el
deporte debían ser otras. [4]
El campo de estudio del deporte desde el punto de vista sociológico se
amplía en la medida que se toma en cuenta no como una actividad banal que
produce estadísticas únicamente ni que permite eventualmente a los participantes
pasivos -aficionados- y a los activos -deportistas- pasar un rato de distensión
o ganar dinero por ello. Las miradas pueden ser psicológicas –para adentrarnos
en los comportamientos del público y de los atletas-; periodísticas, estadísticas,
también históricas -que reseñen los logros de los grandes atletas y eventos en
el tiempo-; también geográficas, porque de igual forma es válido analizar cómo
hay deportes que se desarrollan más en unos países que en otros, dependiendo
del clima, de las costumbres, aunque puedan o no ser importados o bien
recibidos en sociedades que no fueron sus creadoras. Por tanto, estamos ante un
campo que no solo merece, sino que exige ser estudiado con lentes de disímiles
ciencias –incluidas las naturales, pues la biología también juega un papel
esencial en la determinación de la aptitud de un atleta-.
“El béisbol es llamado en Cuba, y por derecho
propio, nuestro deporte nacional, es la actividad de mayor arraigo y tradición
en el pueblo cubano”[5]. Es preciso entonces tomar en cuenta la
investigación del historiador Maikel Fariñas Borrego, Sociabilidad y cultura
del ocio[6],
en la que describe y analiza los clubes y su impronta en la práctica
deportiva. La investigación asume como propia, además, la mirada histórica social de la cultura,
línea que ha seguido Félix Julio Alfonso para abordar temas del béisbol; y se
nutre de los estudios realizados por Carlos Reig sobre el deporte en Cuba; y de
los contenidos de las obras que de alguna forma han intentado contar su
historia. Desde el punto de vista teórico, igualmente esta se sustenta en la
visión de Marc Bloch, Pierre Bordieu -sobre sociología y cultura-, y en Norbert
Elías.
Estudiar el béisbol amateur antes de 1959 resulta de gran interés pues a pesar de la filosofía excluyente de este en Cuba de 1914 a 1958, se
convirtió en un fenómeno de la cultura popular. Así se estaría haciendo
justicia a una etapa que tuvo muchos seguidores y que es desconocida hasta hoy,
y así los estudios socioculturales del deporte en Cuba seguirían dando pasos
sólidos en pos de pagar su deuda con la nación.
Ese es un camino que acaba de comenzar. Y tras las pistas vamos. Voy por el camino de muchos investigadores y del brazo gentil de mi entrañable tutor, Félix Julio Alfonso.
Bibliografía
1. Alfonso López, Félix Julio: Con las bases llenas. Béisbol, Historia y
Revolución, Editorial Científico Técnica, La Habana, 2008, p. XVII.
2. _____________________: Los estudios sobre deporte y sociedad ¿una
asignatura pendiente?, Temas (49), la Habana, enero-marzo,2007.
3. Bloch, Marc: Apología
de la Historia
o el oficio de historiador, La
Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1971.
4. Bordieu, Pierre: Sociología y cultura, Editorial Grijalbo, México
DF., 1990.
5. Casas Edel, Jorge Alfonso y Alberto Pestana: Viva y en juego,
Editorial Científico Técnica, La
Habana, 1986, p. 94.3.
6. De la Herrán,
Juan Ealo: Béisbol, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1990, 2da edición
corregida, pp.2-3.
7. Dunning, Eric: El fenómeno deportivo. Estudios sociológicos en torno
al deporte, la violencia y la civilización, Editorial Paidotribo,
Barcelona, 2003.
8. Elías, Norbert y Eric Dunning: Deporte y ocio en el proceso de
civilización, Fondo de Cultoura
Económica, México, 1995.
9. Fariñas Borrego, Maikel: Sociabilidad y cultura del ocio,
Fundación Fernando Ortiz, edición financiada por el Fondo de Desarrollo para la Educación y la Cultura, 2009, pp.36-37.
10. Martínez Peraza, Marino:
Por amor a la pelota. Historia del
béisbol amateur cubano, Ediciones Universales, Miami, Florida, 2009.
Documento consultado en Internet:
Ulrich Gumbrecht, Hans: Kant y las
barras bravas, http://www.revistadossier.cl/detalle.php?BD=textos&id=186pags=2
[1] Marino Martínez Peraza: Por amor a la pelota. Historia del béisbol
amateur cubano, Ediciones Universales, Miami, Florida, 2009, p.XI.
[2] Edel Casas, Jorge Alfonso y Alberto
Pestana: Viva y en juego, Editorial
Científico Técnica, La Habana,
1986, p.94.
[3] Norbert Elias y Eric Dunning: Deporte
y ocio en el proceso de civilización, Fondo de Cultura Económica,
México, 1995, p. 39.
[4] Hans Ulrich Gumbrecht: Kant y las barras bravas, http://www.revistadossier.cl/detalle.php?BD=textos&id=186pags=2
[5] Juan Ealo de la Herrán: Béisbol, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1990, p. 11.
[6] Maikel Fariñas: Sociabilidad y cultura del ocio, La
Habana, 2009.
No hay comentarios:
Publicar un comentario