Hoy encontré en una
carpeta, donde papeles queridos toman el color amarillo de los años, el forro
del último chocolate que me regaló Guillermo. “Prestigio” dice... La costumbre que me hace guardar envolturas
de caramelos, cucuruchos de maní vacíos en la cartera, me permitió conservar un
trocito de esa manía del Guille de regalar bombones a quienes lo visitábamos.
El viernes 29 de junio,
en la mañana, pasé por su oficina para confirmar si se mantenía el viaje a
Guaracabulla el domingo 1. Ya le había visto ese lunes 25 cuando cumplió sus 64
añitos con una pierna que le daba batallas. La cita era en el centro de Cuba al
centro del año para hablar de lo central de nuestras vidas.
“Trata de que no quede
sin ir nadie lindo ni nadie linda; los feos no, los feos pueden quedarse abajo…
bueno, con excepción tuya, por supuesto.”
Qué raro que Guille no
quisiera a los feos, si se pasaba la vida diciéndonos así….pero sería que ese 1
de julio todos fuimos lindos para él…Hasta yo, confinada a ser la única fea que
subiría a la guagua, recibí un saludo en Guaracabulla de “qué hay,
linda”…Estaba tan feliz…..Guillermo fue feliz ese día….Al final, no sé si el
afán por ver todo bello era porque intuía lo que sucedería…creo que no….él
amaba demasiado como para pensar en la muerte; pero sí estoy convencida de que
sabía que ese día sucedería algo extraordinario.
Y murió….aquel 1 de julio que aunque quiera no borro, Guille nos hizo reír,
llorar, pensar y nos enseñó…..también nos enseñó que toda la vida cabe en un
instante, que pueden o no ser las cenizas esparcidas en montañas o mar, pero
que al final, es el ciclo inevitable y que hará más fértil todo.
Pero como doña Virginia, la vieja de Raúl, me empeño en ver este mes como el
más hermoso de la historia.
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