jueves, 22 de enero de 2015

Los puentes...de Guille



La posibilidad de amar es quedarse con un poco de sed, es un automóvil en el que funcionan tanto el acelerador como el freno. Es permanecer en la caricia, nunca forzar las barreras e instalarse dentro. Si se pierde la inquietud, si todo es seguridad, se pierde la identidad; la fusión acaba con el ser. Si no soy, no puedo amar. Cuando me pierdo en el objeto amado no hay quien sostenga al amor: cuando el dos pasa a ser uno las fronteras se borran, y si no hay fronteras, no hay contacto.
Es el espejismo, la paradoja: el deseo, la sexualidad, el apoyo, el peso de la soledad, todo, lleva a la unión. Pero si esta es total, perfecta, absoluta, el amor se esfuma. Si permanezco, si me aíslo, sucede la cuestión de las fronteras. Son tan rígidas que impiden el contacto. Necesito que mi boca sea mía para decir te amo, tanto como necesito otros oídos que lo escuchen.
Amar es transitar el puente hacia la ciudad, no quedarse en la orilla; tampoco es conquistar la ciudad. Si la conquisto le impongo mi sello y todo llevará mi color. Así, el deseo huye. 
Recorreré las calles, disfrutaré su atmósfera, percibiré su calor, olor; siempre debo volver al puente, tolerando que sea extenso, aceptando que dure tanto como el amor. Es posible que una de las riquezas de la vida, y una de sus misericordias, consista en la plenitud de transitar los puentes.

(Retomo estas palabras del Guille......siempre hacen falta... )

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