Si vi par de fotos suyas en mi vida han sido muchas.
Pero igual no me hace falta. Yo lo conocí entre relatos de kurdonautas y
cagástrofes de ilimitada gracia y sabiduría. Zumbado me cayó en las manos para intentar disminuir mi incultura, mejorar
mi escritura y llenarme de contentura. No
logró mucho, pero sí algo vital: conocerle, admirarle y encontrar cómo su pluma
podía hacer un periodismo agudo sacando además la ironía y el choteo de la
manera más deliciosa. No sé en qué recovecos del tiempo se perdió, pero me sumé
al grupo de saberlo ahí, entre riflexiones, limonadas pa aliviar el ardor de la
cotidianidad o haciendo disparos contra lo cheo……-que no lo feo, que también
tiene derecho, porque no es lo mismo feo que cheo….-
Sé de alguien que debe estar sintiendo la muerte como yo,
porque fue quien puso en mis manos ese libro ¡Kitsch, kitsch, bang, bang! Y a
lo mejor en este minuto, hace un alto y se acuerda de las veces que nos reímos
juntos -y seguiremos- con el viejo Zumbado.
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