martes, 22 de septiembre de 2020

Deporte y control de las emociones


El deporte  crea tensiones y a la vez hace que las personas vivan sensaciones de excitación que en el campo de la realidad no pueden manifestar por  tratar de mantener la cordura y cumplir con las normas sociales de comportamiento. Ello, además, aligera el espíritu y los realiza en dimensiones imposibles muchas veces en la rutina que se vive. No obstante, hay circunstancias en las  que las emociones se contienen, y ello también forma parte  del goce que proporciona el deporte. 

En la obra "Deporte y ocio en el proceso de civilización", queda clara la postura de los autores ante la relación entre trabajo y ocio, que no supedita al segundo. Tradicionalmente se ve al tiempo de ocio como algo que depende del trabajo, de menor importancia. Sin embargo, tanto Norbert Elias como Eric Dunning, ambos sociólogos del deporte, sugieren en su obra  que se estudie al ocio como otro proceso en igualdad de condiciones, que tiene sus propias características y función social. Y es que no siempre el tiempo libre de trabajo es tiempo para el ocio, pues las personas pueden utilizarlo en otras funciones -ya sean de trabajo privado, los trabajos de la casa-. 

¿Y el deporte?

Claro, el deporte en el tiempo de ocio juega un papel destacado, teniendo en cuenta que las actividades deportivas recreativas son una de las opciones que más seguidores tiene, precisamente por esa posibilidad de vivir miméticamente situaciones que en la realidad no podemos o tememos enfrentar. El deporte permite sentir temores, euforias, alegrías y penas que en la vida cotidiana se tienden a neutralizar con el comportamiento socialmente aceptado y con la rutina. Son sensaciones que muchas veces buscamos, incluso hasta pagamos por tenerlas, como aseguran Dunning y Elias. 

Estos autores de igual forma hacen toda una tipología del ocio que advierte las aristas por las cueles puede comenzarse a estudiar. De igual forma sugieren el estudio de aquellos lugares que se especializan en dar  lo que las personas quieren: si es caminar por un barranco, un salto desde alturas tremendas... todo en pos de satisfacer la adrenalina de muchos, pero pensando también en la ventaja económica que representa complacer a quienes están dispuestos a pagar por desatar sus emociones. 

Si no se capta bien la función de la emoción mimética en las actividades recreativas, difícil será evaluar los hechos, las implicaciones sociales de estas.  

El deporte en sí, para su propia superviviencia, necesitó en sus inicios de la civilización, puesto que las primeras prácticas que no tenían regulaciones y eran solo consideradas entretenimiento, se tornaban demasiado violentas, ocasionando daños a los participantes, o bien el rechazo de los espectadores.

No obstante ese proceso de civilización que controle, o vea disminuir o desaparecer los actos violentos, se puede perder en ocasiones la noción  de la realidad, y unir el espacio mimético que se vive durante un juego con la realidad, y desatar emociones dañinas para el individuo y para quienes le rodean. Me refiero entonces a la violencia que pueden generar tantas emociones acumuladas y luego exacerbadas en una competencia deportiva. 

 Y es que ello sucede hasta en las sociedades consideradas más serias y frías, como la inglesa, y de ello dan cuenta Elias y Dunning, al hablar de que hasta los ingleses, tan callados, van a los estadios y se desdoblan en medio de un partido de fútbol. 

En todas sus variedades, el deporte es siempre una batalla controlada  en un escenario imaginario, sea el oponente una montaña, el mar, un zorro, u otros seres humanos. 

El deporte, visto como una actividad que tradicionalmente iba a lo masculino, - a resaltar el valor, la fuerza, la rapidez de los hombres y a la creación de héroes- hoy día también incluye a las mujeres con excelentes resultados como atletas y como espectadores, de ahí que a la hora de analizar ese fenómeno, no se puede dejar de lado el proceso de civilización en el que ellas han sabido ganarse su espacio. 

Otra idea que se maneja en el texto es que el deporte muchos lo ven como un sustituto de la guerra, donde incluso hoy día las naciones ven las posibilidad de demostrar su superioridad. De ahí que en la actualidad se les exija tanto a los deportistas un resultado, y no tanto el bienestar de disfrutar lo que hacen. 

En ese sentido, ambos autores dejan bien claro que el deporte profesional, si bien es la máxima expresión de la perfección de la técnica, no es una actividad recreativa por cuanto es sencillamente un trabajo, un empleo para quienes cobran por practicarlo. El énfasis lo hacen entonces, en dejar que crezcan y tomen nuevos bríos las  formas recreativas del deporte, en un mundo donde la exigencia además de los resultados muchas veces solo ocasiona más presiones y se pierde la alegría de la práctica. 

Hablar de aportes puede resultar repetitivo en el cierre, cuando la obra en sí es el gran aporte. Tanto Norbert Elias como Eric Dunning, son pioneros en la sociología del deporte, prestigiosos investigadores y científicos que han dotado al mundo de las ciencias sociales de los primeros pasos para abordar una realidad hasta ahora desestimada. Ameritan un espacio aquí, entonces, las palabras de Pierre Bourdieu:

(...) Una de las tareas más importantes de la historia social del deporte  podría ser la de fundarse a sí misma estableciendo la genealogía histórica  de la aparición de su objeto como realidad específica irreductible a cualquier otra.  

Aprender a mirar el deporte desde dentro, no puede ser una simple figuración eventual para quienes aspiramos a mantenerlo como práctica sana, como rasgo identitario de nuestras sociedades; ha de ser visto como realidad que existe, pero que además cultiva el imaginario de las personas que ven en él el espacio para realizar mucho de sus sueños de una forma puede que eufórica, pero siempre civilizada.

Estudiar el deporte desde esta manera permitirá, además, analizar con mejores herramientas lo que sucede en el contexto actual donde los resultados y las exigencias extremas del deporte profesional echan por tierra el fair play, se acude al doping, y se pierde la esencia de un fenómeno social de gran influencia.  

Salvar una de las prácticas humanas más seguidas y populares de la actualidad, será también salvar al ser humano con sus creaciones, con sus avances sociales, y con su empeño siempre de seguir creciendo.  


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