Mi país, por su resuelta decisión de ser libre, por haber conquistado en batalla esa libertad sin concesiones y por mantener su soberana rebeldía, ha sufrido en los más recientes sesenta años de su historia despiadados ataques terroristas. Sin embargo, hemos convertido la rabia en legítimos reclamos de justicia y el dolor en amor repartido a quienes lo necesitan tanto o más que nosotros.
Conocemos el valor de la vida: salvamos miles a diario aquí y en el mundo. No saldría jamás de la patria de José Martí y de Fidel intento alguno que dañe la integridad de una persona o un pueblo por mandato a sueldo ni por voluntad de Estado. No es la primera vez que nos confinan a estos "oscuros rincones". Pero si tener esta libertad implica seguir luchando, lo asumimos. No dejaremos nunca de pelear por la paz, como tampoco vacilaremos en defendernos como corresponda.
Andamos de hermanos por el mundo, diría Martí....y diría Fidel: "jamás un pueblo tuvo cosas tan sagradas que defender ni convicciones tan profundas por las cuales luchar." Nuestra suerte está echada.
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