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Temprano me recogió mi jefe en la casa. La bandera y #Fidel estarían allí mucho tiempo. Un amigo fotógrafo le haría la foto que aún conservo. Esa, mi casa, aquel amanecer....
Era sábado 26 de noviembre. Salimos rumbo a nuestro ICRT, allí al canal Tele Rebelde. No tenía espejos delante ni había tiempo para ello, pero sentía el rostro hinchado, y cada vez que me ubicaba en la realidad del momento, volvía a llorar. Debo haberme ganado por aquellos días el nombre de “penca” que a cada rato me decían dos personas muy queridas…. Y quizás me lo merecía por llorona.. que en esos días no me valía canción alguna ni pensar en que había que ser fuerte. Todo eso lo sabía. Pero yo no podía hacer otra cosa. Eso sí: con llanto o sin él, estaríamos allí transmitiendo y apoyando en lo que hiciera falta. Ese primer día después es terrible, en el que se preparan y revisan materiales, lo vuelves a ver y a escuchar y no logras creer lo que ha sucedido; se ruedan documentales, el teléfono no deja de sonar, los amigos no paran de escribir… Y la “penca” llorando..Cuba amanecía triste... pero resuelta a continuar.
Se decretaron nueve días de duelo, se informó cómo serían los homenajes y comenzaban los preparativos… las calles vacías, calladas y respetuosas, el tiempo triste…se podía respirar nostalgia, conmoción, el silencio pesaba … Cuando tuve fuerzas para abrir el blog y tratar de escribir algo, recuerdo que solo logré par de párrafos para decir que en días como esos mis banderas no estarían nunca a media asta, sino completas, altísimas… como Fidel.
Así van a continuar.
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