La vida de los héroes a veces pareciera
resumirse a los momentos en que son grandiosos y ganan la batalla. La vida de
los héroes pareciera ser solo de mármol, o de bronce, cuando en realidad es más
rica y contradictoria –tanto así, que es precisamente su humanidad lo que los
engrandece-.
Por eso, estudiar la vida de los héroes en
toda su dimensión es imprescindible. Incomprensiblemente hasta hoy, nuestra
Historia ha sido contada prácticamente desde la manigua o la Sierra, desde la
bala o el monte; pocas veces desde el silencio o el llanto oculto de una madre,
los desvaríos de una esposa o el querer de un hijo. Así llega ante nuestros
ojos La
familia de Máximo Gómez[1], de Antonio Álvarez
Pitaluga, una investigación hecha libro entrañable que nos trae de vuelta al Viejo bajo las ternuras de Manana y sus
hijos. Como dijera el propio Gómez:
“Los
hombres bien nacidos podemos disfrutar de dulce y consolador: la familia y el
hogar.” Y he ahí un punto de partida que explica y permite conocer mejor al
dominicano mambí que defendió con pasión la libertad de Cuba.
Esta mirada a lo definido
como “lo íntimo de la Historia”, nos permite conocer de manera objetiva a la
familia del Generalísimo, a partir de una rigurosa investigación y de una
manera de contar diferente que capta a sus lectores de inmediato. La vida de la
familia de Gómez con Manana, el amor que nació entre ellos a poco tiempo de
iniciar la Guerra de los Diez Años, la familia que fundaron, los hijos de ambos
y los extramatrimoniales que vivían con ellos; los gustos del padre de familia,
el dolor por la muerte de Panchito cuando iba en busca del cuerpo de Antonio
Maceo… Aparecen todos los momentos que fueron puntos de giro en la vida del
mambí, y cómo la guerra marcó la vida del campesino humilde.
Conocer las
interioridades de un héroe, del medio en que se creció o del cual sacaba
fuerzas para continuar la lucha, ilustra y contribuye a acercar más a la
juventud de hoy a esas historias de vida de hombres que fueron excepcionales
guerreros, pero también fueron amantes, padres y amigos.
Este libro hace
justicia a la vida de un dominicano que marcó una pauta en las luchas por la
independencia cubana, que no estuvo ajeno a las contradicciones de la obra que
nace, pero fiel y obsesionado con la libertad a la cual ofrendó sus fuerzas y
su familia.
El reto de contar la
Historia –y contarla bien- lo cumple el joven Pitaluga, quien a pesar de sus pocos
años honra ya su profesión con el rigor de sus pesquisas y su palabra bien
escrita. La familia de Máximo Gómez es
un libro necesario, y cuya intención merece ser multiplicada y extendida a
otras figuras de la nación cubana para poder comprender desde lo más íntimo de
un hombre, los sentimientos más profundos que ayudaron a edificar una nación.
Máximo Gómez fue uno
de los grandes de las guerras por la independencia de Cuba, que sobrevivió y
vio nacer la República; querido por todos con el cariño que se le profesa a un
padre mayor, las generaciones de cubanos lo identifican hijo de esta tierra que
tanto le debe. Transitar por las páginas de un libro que combina el relato
historiográfico con la fibra del sentimiento, es el logro del autor que tiene
ante sí el compromiso de seguir por las honduras de nuestros héroes.
Es esta una lección
hermosa de homenaje y de cómo podemos adentrarnos en la Historia para la visión
del futuro pues, como bien escribiera el periodista Guillermo Cabrera Álvarez:
“son los espectros queridos quienes más nos impulsan a seguir”.
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