Así describe Salustiano Leyva a Martí en una de las entrevistas que le hicieron sobre su encuentro en Playitas de Cajobabo. Ese es un lugar sagrado de la patria, decía Fidel. El sitio de la dicha grande, del regreso, del deber y del camino final.
El 11 de abril de 1895 desembarcó en esa playa guantanamera, profunda de costa sur, de piedras que bajo el agua son de un color y luego al aire lo pierden, una playa que permanece intacta en cuanta foto he visto, donde aquella vez nuestros pies sintieron la temperatura de un desembarco...
La misma playa que después vio llegar al Comandante en la noche, silencioso y cómplice de Historia, a colocar bandera en el centenario....
Y es acaso un regalo del destino la misma luna a la misma hora, el susurro de un héroe y la solemnidad de su noche..
Lindezas, de las que hablaba Salustiano...que también repletaban el alma de su hermano Fidel.
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