martes, 29 de septiembre de 2020

¿En 3 y 2 siempre? (III)


Una vez en Cuba, el béisbol se hizo cubano. Y lo cubano se creció con el béisbol, porque este le aportó elementos al lenguaje, le proporcionó un entretenimiento y luego campeonatos profesionales y amateurs que fueron las notas más importantes de las publicaciones deportivas, con lo cual se iba tejiendo una parte de la sociedad. Así lo ha escrito el periodista Joel García:

"Hay pocos países en el mundo donde el béisbol no es un deporte, es parte inseparable y reparadora de la cultura. (...) El nacimiento del béisbol -para los cubanos simplemente la pelota- se fija por la mayoría de los especialistas en 1845, cuando Alexander J. Cartwright, fundó en Nueva York, Estados Unidos, el club Knickerbocker. La rápida extensión a las naciones vecinas llegó a través de múltiples vías, pero las más directas en nuestro caso fueron los marinos estadounidenses y los jóvenes adinerados que estudiaban en tierra norteña. La pelota en Cuba pasó rápidamente de campeonatos y estadísticas a formar parte esencial de la cultura nacional. El surgimiento de jugadores-ídolos, la extensión familiar de sus códigos, prácticas y emociones, así como el amplio impacto sociocultural de cada triunfo local, nacional e internacional volvieron a este deporte en un elemento inseparable de nuestra identidad, como uno de sus símbolos más preciados. "

Félix Julio Alfonso López, en su obra Apología del béisbol, aborda estos temas con profundidad y como pocos especialistas en las ciencias sociales. Este autor demuestra que, por tal motivo, estudiar al béisbol como parte de nuestra identidad, implica reconocer obligatoriamente las marcas culturales que nos llegan desde los Estados Unidos. 

"En pocos países como Cuba un culto deportivo, en este caso el béisbol, ha servido como referente de la identidad nacional, pero está claro que esto no fue así desde un principio, y tal identidad sólo tenía sentido para un grupo urbano, blanco y culto de la sociedad criolla, pues se necesitaba tiempo libre, capacidades físicas y  recursos económicos para jugar pelota. Sin embargo, y a pesar de su marcado carácter de élites inicial, muy al estilo británico, no es difícil percatarse de que el béisbol, y toda la maquinaria de clubes, asociaciones y torneos que promovió fue, junto con el ideal independentista, el modernismo decadente en literatura, el surgimiento de una sociedad civil y de  partidos políticos organizados, uno de los rasgos más acusados de la modernidad en la Cuba del último tercio del siglo XIX. "

Antes de 1959, amateurismo y profesionalismo también se debatían, solo que en aquellos tiempos, el amateurismo surgió como exclusivo de las élites y le era vedado a las mayorías; mientras el profesionalismo era el sustento de muchos que no tenían acceso a esos equipos por su clase social o el color de su piel, y porque además, ser profesional era un medio de ganarse la vida. Lo más llamativo es que aquel amateurismo que comenzó siendo una práctica de élites, se convirtió en un fenómeno cultural de las masas, pues era seguido por toda la afición a pesar de que gran parte estaba limitada de participar en él. Desde el punto de vista historiográfico, la impronta del triunfo de la Revolución Cubana en el deporte y los logros de una práctica que fuese derecho de todos y se alejase del profesionalismo, es legitimada por méritos propios: su filosofía popular, incluyente y que lleva las banderas de la mente sana en el cuerpo sano.

Mirar el deporte como parte indiscutible de la sociedad y a la vez reproductor de todo cuanto en ella acontece, no es más que la ratificación de la frase del gran sociólogo del deporte Norbert Elías, cuando dijo que "los estudios del deporte que no son estudios de la sociedad, son estudios fuera de contexto".  Es precisamente Elías quien marca el camino en este tipo de estudios socioculturales del deporte y su alumno y colaborador -eminente también en la sociología del deporte- Eric Dunning, prosigue y enriquece la labor con la compilación de los artículos de ambos en libros que son referencia obligada para cualquier investigación relacionada con el deporte. Sobre esta misma temática, Pierre Bordieu refirió: 

"La constitución de un campo de las prácticas deportivas va unida a una elaboración de una filosofía del deporte, que es una filosofía política del deporte. Como dimensión de una filosofía aristocrática, la teoría del amateurismo hace del deporte una práctica desinteresada, semejante a la actividad artística, pero más adaptada a la afirmación de las virtudes de los futuros jefes: el deporte se concibe como una escuela de valentía y de virilidad, capaz de 'formar el carácter' y de inculcar la  'voluntad de vencer' que define a los verdaderos jefes, pero una voluntad de vencer según las reglas: es el fair play, una disposición caballerosa totalmente opuesta a la búsqueda vulgar de la victoria a cualquier precio. "   

Una de las maneras más interesantes en la que Norbert Elias y Eric Dunning abordan el deporte con una mirada histórico-social, es la vinculación directa con el proceso de civilización. Así, en sus ensayos refieren los temas no solo del origen del deporte en tiempos en los que la violencia amainaba en países como Inglaterra, sino su vinculación con temas como el género y la emoción, ya sea en la masa o de manera individual. En ese sentido, el artículo Kant y las barras bravas, de Hans Ulrich Gumbrecht, plantea:

"(...) el decir que estar en un acontecimiento deportivo es un destape para la violencia o que a los que tienen tendencia a perder en lo cotidiano les gusta identificarse  con equipos que ganan. Ese tipo de afirmaciones me resultaban bastante obvias y banales. Además por una cuestión de auto respeto me decía que las razones de la fascinación con el deporte debían ser otras. "

Pero también el deporte en la era moderna, en su surgimiento ya organizado con reglas y federaciones, pasó a ser un campo en el que los países medían sus fuerzas. Avanzado ya el proceso de civilización, a decir de los sociólogos, el enfrentamiento deportivo era una especie de sustituto del enfrentamiento bélico; y ello se comprueba con la creciente ansiedad de las potencias económicas y políticas mundiales en dominar también las grandes citas multideportivas para demostrar su poderío.

Con ese trasfondo sociocultural del que no escapa el béisbol, podemos ver el inicio de la actitud de confrontación entre equipos cubanos y estadounidenses que rebasaban la rivalidad deportiva, pues en esa práctica de reflejaba la frustración de una nación con su situación política.

En 1902, por ejemplo, existían en Santiago de Cuba dos equipos principales de pelota, protagonistas de encarnizados enfrentamientos. Sin embargo, cuando se medían con una novena estadounidense, se unían ambos y el clamor era contra el "equipo yanqui" que representaba al país que intervino militarmente y frustró la verdadera independencia de Cuba. La percepción de los norteamericanos en Cuba cambió desde entonces, y así comenzó esa historia de rivalidad político-deportiva.

"Paralelo a la rivalidad entre Cuba y Central, se fue desarrollando en Santiago otra entre los clubes criollos y sus similares norteños, dispersos en la ciudad y localidades aledañas. Sería ingenuo no ver en estos enfrentamientos una clara expresión de sentimientos nacionalistas y discursos patrióticos, pues estaba muy reciente en la memoria colectiva la decisión del general Shafter, general en jefe del 5to. Cuerpo del Ejército de los Estados Unidos, de impedir en el verano de 1898  la entrada en Santiago a los soldados mambises, al mando del general Calixto García, lo que motivó una enérgica protesta del jefe holguinero."  

También por ese tiempo, en Santiago se creó la llamada Serie Combinada, un torneo que enfrentaba a los clubes Cuba y Central contra los estadounidenses San Luis, Ingenieros y Gastón. Pero los acentos nacionalistas del béisbol también se ven en hechos como el juego de los clubes Cuba y Central en el cuartel Reina Mercedes, y el producto de sus entradas se destinó  a una colecta de fondos para festejar al recién electo presidente Estrada Palma. 

"El simbolismo político de este  evento es de una densidad extraordinaria, pues se trataba del juego norteamericano, el deporte de los interventores, pero jugado por peloteros cubanos, de ideas independentistas en su mayoría, en un terreno vinculado hasta fecha reciente a la opresión colonial, con el objetivo de celebrar al primer presidente republicano."

En 1902, los integrantes de Cuba y Central adoptaron los nombres de Veteranos y Reserva para recaudar fondos destinados a los veteranos de Santiago de Cuba, con victoria de los "reservistas" por 9 a 6 y recaudación de 136 pesos. Estas son claras muestras del cambio de percepción hacia Estados Unidos, materializadas en juegos de pelota. Con total certeza, los partidos contra equipos del ejército norteamericano, o entre cubanos, fortalecían el  imaginario patriótico y nacionalista de un país que nacía de una sangrienta guerra popular contra el colonialismo español, y a partir de 1902 trató de hacerse su camino amenazado por un imperio "vecino". 

En 1962 el contexto para los cubanos cambió por variables internas y externas: desde 1959 la propia Revolución había ido marcando su camino con las nacionalizaciones, Campaña de Alfabetización, Reforma Agraria, movilización y emancipación de sectores de la población...todo lo que lleva en sí el proceso revolucionario sacudiendo estructuras y consolidando su arsenal ideológico. A lo externo -pero de repercusión directa en lo interno- venían entonces medidas hostiles como suspensión de la cuota azucarera, agresiones armadas, bloqueo económico parcial, hasta que en febrero de 1962 se proclama un bloqueo total con la esencia de subvertir el orden en Cuba, hacer que el pueblo sufriera carencias y destruir la revolución desde dentro. Pero años más tarde tomó nuevo alcance a lo externo, y fue en 1992 cuando con la Ley Torricelli su carácter extraterritorial sancionaba a otras naciones que se relacionasen económicamente con Cuba. Todo ello ha influido en el desarrollo de la Isla como nación, ha provocado necesidades, alianzas con otras naciones - como el Campo Socialista- distantes en cultura pero que en su momento ofrecieron la ayuda y el respaldo que no tuvimos en el continente.

Es por esa razón que el bloqueo, desde su implantación en la década del 60 del pasado siglo, es esencia y motivo de muchos de los temas de la Cuba de hoy. Y aunque para algunos sea simple retórica, existe, es real y se manifiesta a lo largo y a lo ancho de toda la nación: desde el lápiz, hasta el medicamento, el implemento deportivo, o el intercambio comercial con otro país. 

El béisbol, nuestro deporte nacional, que nos vino de ellos, pasó a ser parte de nuestra nacionalidad, y ahora es también campo de enfrentamiento entre dos sistemas. O al menos ha sido así en los últimos 50 años, traspasando los límites de lo deportivo y convirtiéndose en un arma política. Aunque han tratado de rescatarse los enfrentamientos deportivos fraternales entre ambos países, la actitud del gobierno norteamericano para con Cuba se rige estrictamente por el bloqueo y se limitan esos intercambios. Sin embargo, la visión de ambas orillas ha cambiado con el contexto, y ya en Cuba se reconoce la importancia de la profesionalización y de la inserción en otras ligas para el desarrollo del deporte de alto rendimiento sin dejar a un lado nuestro sistema deportivo. Por otra parte, en Estados Unidos muchos directivos comprenden que el tema del deporte es algo que tiene que sobrepasar las barreras políticas discrepantes. Como en las artes, el deporte es un puente y puede llegar a ser un nexo importante entre ambas naciones.

Pero la actitud del gobierno de Estados Unidos trasciende incluso la buena intención de sus ciudadanos y, por ese empeño de ser hostil, Cuba ha tenido que esperar "permisos" para jugar la Serie del Caribe, y participar en calidad de invitada. Ello se sustenta en el bloqueo, que prohíbe a cualquier empresa estadounidense hacer cualquier tipo de negocios con Cuba. 

Como si fuera poco, los peloteros cubanos, que ya pueden insertarse en ligas extranjeras como parte de la actualización del modelo deportivo de la Mayor de las Antillas -aún insuficiente- no pueden jugar ni contratarse en ligas norteamericanas, a menos que renuncien a su condición de cubanos.

Hacer renunciar a un hombre a su nacionalidad por cumplir su sueño de atleta es uno de los golpes más bajos a la nación cubana, y ante el cual muchos sucumben. Ya no se trata de un capricho o una guerra de filosofías del deporte que enfrentan amateurismo con profesionalismo, sino de una ley que hostiga a un país y le golpea tanto en la economía como en su cultura. Porque cada pelotero que se va de Cuba para jugar en las Grandes Ligas, es una pérdida en la medida en que Cuba no puede contar más con su talento. Esa exigencia de renunciar a su nacionalidad es solo para cubanos, consciente el gobierno estadounidense de que poco a poco puede ir mellando en la calidad de nuestro deporte nacional. Esa es otra manera, además, de desacreditar a la Revolución Cubana, a su sistema deportivo mediante el éxodo de atletas.

Mi generación tiene como referente la confrontación entre ambas naciones en un partido de béisbol, pero no se puede entender la historia de nuestro deporte nacional sin ver los orígenes culturales comunes, como tampoco se puede entender las relaciones de Cuba y Estados Unidos sin analizar esta arista cultural que implica al deporte. 

(Continúa)

domingo, 27 de septiembre de 2020

Los míos....


Yo me veo, chiquitica, recogiendo materias primas  casa por casa, en competencia con otros niños de mi edad para ver quién lograba más, con la ayuda de Nicolás...y luego que la cuadra de nosotros ganara frente a las demás cuadras. Me recuerdo de la mano de mi abuelo asistir a una reunión en la noche, en casa de Gladys Murillo, la Presidenta del CDR, donde un vecino queridísimo que era el Ideológico, puso en un tocadiscos la carta de despedida del Che a Fidel. Recuerdo los rostros serios de todas las personas mayores....y eso que hacía años que el Che no estaba....Yo recuerdo con mucho entusiasmo los domingos de trabajo voluntario, en los que desde mi terraza miraba a mi abuelo o a mi papá subirse a una de las matas de coco que había frente a la casa, para "limpiarlas", y luego comer masitas y tomar agua... Era todas mañanas muy lindas, que terminaban en tertulia en la casa de Rafael, el padre de Tamara y Ernesto. Recuerdo cuando nos dieron carnet de cederistas con 14 años y poco tiempo después, cuando falleció Luis Llorens,  la presidenta Juanita me habló para que ayudara con el trabajo de él.... Las guardias, con los brazaletes, lo mismo en la cuadra que en la zona...las hicieron todos en casa...hasta yo. Recuerdo que fundamos un CDR Infantil, en el que los pioneros hacían de las suyas con juegos y actividades, y del que conservo una carpeta que preparamos... Recuerdo las fiestas grandes esperando el 28, llenas de caldosa y alegría en las que casi siempre me costaba trabajo llegar a las 12 porque soy de dormir temprano..y todo el mundo haciéndome el cuento luego...y yo molesta hasta con mis párpados.... Recuerdo, incluso, algunas fechas en las que vinieron pocas personas a las fiestas pues ya la cuadra estaba envejecida, muchos fundadores no estaban y la rutina contra la que no siempre sabemos luchar, estaba apoderándose de mi cuadra. Fue entonces que hicimos un concurso de dibujos para los pequeños, con un juez de lujo -Joel, pintor y profesor de artes plásticas de la Casa de la Cultura- y el día de los resultados hicimos una actividad y vinieron los niños con sus padres....y volvimos a ser los de la fiesta....nos volvimos a ver y a alegrar, como los edificios de las esquinas  que, llenos de juventud, seguían haciendo sus caldosas en medio de la calle. Recoger la cotización era un día al año....pero el barrio era de cada día....de cada uno, desde la casa hasta la movilización de todos... Es cuidar la jardinera de enfrente de nuestra casa, tenerla con flores o lo que se quiera sembrar; es chapear la jardinera que esta en tierra de nadie para que no afee ni haya mosquitos; ver el tema del salidero, visitar al que esté enfermo; preparar una reunión en el fresco del portal, para que todo quede bien... ayudarnos y cuidar el pedacito de Cuba que nos toca más de cerca... Cuando se cuida así, no hay espacio para los malintencionados o al menos hay fuerza para responder si es preciso; porque la cuadra es la vida de una, de nuestros padres y nuestros hijos; la historia de batallas personales que nos acompañan insertas en la batalla mayor. Por eso a los CDR siempre los he visto como la organización más hermosa y poderosa... la del pueblo entero. Un país tiene que ser invencible cuando se cuida desde tan diminuto espacio de su geografía y no se da paso a los que intentan hacerle daño. Son 60 años y no podía permitirme robar ninguno de estos recuerdos por ninguna nube caprichosa de la memoria. Por eso he escrito tal como ha salido del alma...y que sea este mi homenaje a esa generación que me enseñó a vivir llena de su tiempo, y a pelear por el mío...

Respeto


En la primerísima y rojísima línea, está.... Los que hemos constatado su humildad y su vocación inmediata y amorosa de ayudar a los demás, le admiramos y le aseguramos que #Venceremos #EnCiegoComoEnLaHabana

sábado, 26 de septiembre de 2020

60 años de Fidel en la ONU: la misma línea

 

"Aunque nos han dado fama de que hablamos extensamente, no deben preocuparse.  Vamos a hacer lo posible por ser breves y exponer lo que entendemos nuestro deber exponer aquí.  Vamos a hablar también despacio, para colaborar con los intérpretes."


Así, sobre las 3 de la tarde, comenzó el discurso más largo de Naciones Unidas, pronunciado por Fidel el 26 de septiembre de 1960. Lo cierto es que cuatro horas y 20 minutos después, había denunciado los vejámenes que sufrió durante su estancia en ese país la delegación antillana, convenció a los que tenían dudas del camino soberano de Cuba y criticó -como nunca antes en esa instancia-, la colonización imperialista.

"Las guerras, desde el principio de la humanidad, han surgido, fundamentalmente, por una razón:  el deseo de unos de despojar a otros de sus riquezas.  ¡Desaparezca la filosofía del despojo, y habrá desaparecido la filosofía de la guerra!  (APLAUSOS.)  ¡Desaparezcan las colonias, desaparezca la explotación de los países por los monopolios, y entonces la humanidad habrá alcanzado una verdadera etapa de progreso!"

La voz del entonces Primer Ministro del Gobierno Revolucionario Cubano, reiteraba el respaldo de nuestro país a todas las causas justas:

"Estamos, en fin, con todas las nobles aspiraciones de todos los pueblos.  Esa es nuestra posición.  Con todo lo justo estamos y estaremos siempre:  contra el coloniaje, contra la explotación, contra los monopolios, contra el militarismo, contra la carrera armamentista, contra el juego a la guerra.  Contra eso estaremos siempre.  Esa será nuestra posición."

Casi al cierre de su discurso, y retomando el texto de la Primera Declaración de La Habana, el Comandante en Jefe de la Revolución expresó la verdad soberanísima del país que crecía -y crece- a 90 millas del imperialismo:

"En consecuencia, la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba, proclama ante América" —y lo proclama aquí ante el mundo:

"El derecho de los campesinos a la tierra; el derecho del obrero al fruto de su trabajo; el derecho de los niños a la educación; el derecho de los enfermos a la asistencia médica y hospitalaria; el derecho de los jóvenes al trabajo; el derecho de los estudiantes a la enseñanza libre, experimental y científica; el derecho de los negros y los indios a la 'dignidad plena del hombre'; el derecho de la mujer a la igualdad civil, social y política; el derecho del anciano a una vejez segura; el derecho de los intelectuales, artistas y científicos a luchar, con sus obras, por un mundo mejor; el derecho de los Estados a la nacionalización de los monopolios imperialistas, rescatando así las riquezas y recursos nacionales; el derecho de los países al comercio libre con todos los pueblos del mundo; el derecho de las naciones a su plena soberanía, el derecho de los pueblos a convertir sus fortalezas militares en escuelas, y armar a sus obreros" —porque en esto nosotros tenemos que ser armamentistas, en armar a nuestro pueblo para defendernos de los ataques imperialistas—, "campesinos, estudiantes, intelectuales, al negro, al indio, a la mujer, al joven, al anciano, a todos los oprimidos y explotados, para que defiendan, por sí mismos, sus derechos y sus destinos."


Así cerraba Fidel, sobre las 8 de la noche, su primera intervención ante la Asamblea General de la ONU, con la ovación de respeto a la osadía del joven de verde olivo, que llevaba en el corazón la decisión de un país:

"Algunos querían conocer cuál era la línea del Gobierno Revolucionario de Cuba.  Pues bien, ¡esta es nuestra línea!"

Sesenta años después, el mundo sigue padeciendo problemas denunciados por Fidel allí.......y nuestra línea también sigue siendo la misma.

jueves, 24 de septiembre de 2020

¿En 3 y 2 siempre? (II)

 Algunas “estadísticas” de los contendientes (un asunto cultural)

Para comenzar a hablar del béisbol y su rol en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, es preciso comenzar hablando, de manera general, del vínculo cultural entre ambas naciones, que tiene raíces que surgieron cuando la nacionalidad cubana se formaba y consolidaba. Así se introdujeron frases, estilos de vida, prácticas deportivas, como ha escrito el prestigioso intelectual Rafael Hernández en su compilación Mirar el Niágara: Huellas culturales entre Cuba y los Estados Unidos sobre este tema: 

Desde las orquestas tipo jazz band de Mario Romeu y Benny Moré hasta la pasión por el béisbol, la asimilación de los elementos norteamericanos al metabolismo de la identidad nacional se había encargado de producir objetos culturales novedosos. El sincretismo o la transculturación propios del proceso histórico cubano parecería haber sido --de ser aún-- capaz de procesarlo todo, como un gran aparato digestivo, que lograra al final una consanguinidad no por homogeneizadora menos distinguible.

Pero, por otra parte, existe un diferendo cuya historia se remonta siglos atrás, cuando ya con pretensiones de imperio Estados Unidos miraba a la isla con ambición por su interés geopolítico en la zona. Muchos años de espera y preparación para luego intervenir en el momento adecuado en la guerra que había organizado José Martí, así como la conveniencia de sectores de poder económico de quedar bajo la protección norteamericana, propiciaron que el surgimiento de la República de Cuba estuviera “enmendado” por la propuesta de Orville Platt. Nos ataba aquella Enmienda a los intereses de Estados Unidos y pasarían así, entre gobiernos serviles, corruptos, dictaduras, revoluciones frustradas y antiimperialismo creciente, los primeros 50 años de la República que nació el 20 de mayo de 1902. El propio Rafael Hernández señala en la obra citada:

Afuera, en las calles, entre hoteles que se llamaban Hilton y Capri, el mundo del consumo establecía patrones estrictamente norteamericanos. El mercado de entonces, en su alcance saturador, servía de vehículo a otros objetos del diseño norteamericano con las etiquetas de Chevrolet, De Soto, Chesterfield, Pepsi Cola, Ironbeer, Corn Flakes, International Harvester, RCA Victor, Listerine, Texaco,Disney, etcétera, familiares en cualquier caserío remoto del país. Los miles de norteamericanos que se trasladaban cada año a la Isla se podían sentir casi como en su casa. El mercado norteamericano había penetrado con su cultura en los hogares y las costumbres de los cubanos, quizás más que en ninguna otra nación de América Latina.

Estados Unidos subestimó a los cubanos y no se perdona haber perdido su dominio sobre la Mayor de las Antillas, por razones que el destacado profesor a continuación describe:

Cuba era un país accesible geográfica y económicamente para los norteamericanos, una isla en la Corriente del Golfo, un sitio de aventura y hasta de cierta perdición, donde "darle vacaciones a la conciencia", pero también era una especie de patria del buen salvaje, un Tahití cercano, donde nada malo podría pasar, ya que estaba ligada a los Estados Unidos por nexos como los de "la reciprocidad", el "Buen Vecino", la "relación especial" y demás papeles de regalo. Estrictamente hablando, Cuba era --y en cierta medida sigue siendo-- un lugar histórico norteamericano, donde se hundió ominosamente el "Maine", donde está la Loma de San Juan, y se cubrieron de gloria los rough riders los veteranos de Guantánamo --o Gitmo, como le llaman ellos--, donde se encuentra Bay of Pigs y ocurrió The Missile Crisis en 1962, etcétera. También es un referente cultural de primera magnitud, pues es el sitio donde nacieron mitos como Desi Arnaz, tótems de la cultura americano-latina como Pérez Prado, Mario Bauzá o Celia Cruz, héroes deportivos como Orestes Miñoso y Kid Chocolate; donde pescaba el Viejo de The Old Man and the Sea.

Para los cubanos también existen nexos imborrables que ayudaron a conformar la nacionalidad, como los sitios donde José Martí y los tabaqueros del Partido Revolucionario Cubano vivieron y gestaron la Cuba Libre, con la organización de la Guerra Necesaria; allí se exiliaron además revolucionarios en el siglo XX; y en la actualidad, es el lugar donde viven muchos cubanos; unos pertenecientes al sector más radical y contrarrevolucionario –artífice de las más disímiles agresiones- y otros, que apuestan por la normalización de las relaciones entre ambos países.

Desde el punto de vista cultural, mantener “lo cubano” ha sido empeño de hace muchas décadas. Un ejemplo lo es José Antonio Saco, una de las figuras más interesantes de la Historia de la Cuba colonial, un antianexionista ferviente, sobre todo por las consecuencias culturales que sabía traería una anexión de Cuba a Estados Unidos. Su lucha era, ante todo, por salvar “lo cubano”, en franca demostración de una nacionalidad que ya había nacido y se consolidaba por entonces. Más adelante, el conocimiento acumulado sobre la sociedad y la cultura norteamericanas, sirvió para que nuestro Héroe Nacional definiera un marcado carácter antiimperialista en la conciencia del las futuras generaciones que tuvieron acceso a su obra, entre ellos, el propio Fidel, quien encabezaría la revolución que triunfó y ha tenido que enfrentar ataques de todo tipo por soberana y estar contra todo tipo de coloniaje.

Y así, como parte y resultado del vínculo cultural con Estados Unidos, aparece el béisbol en la vida de los cubanos, en la segunda mitad del siglo XIX.. Su llegada a nuestro país y su desarrollo están imbricados con el proceso de formación de la identidad cubana. Y es ese un interesante punto de contacto entre ambas culturas, pues una práctica nacida en los propios Estados Unidos se convirtió rápidamente en el deporte nacional de Cuba. 

En la segunda década del siglo XIX, para quienes vivían en Cuba, aquel era el país bandera de la libertad, democracia y desarrollo. Por esa razón, jóvenes de familias adineradas iban a Estados Unidos a estudiar y de allí venían con la formación de los colegios norteamericanos, trayendo en sus equipajes y mentes un poco de aquella cultura norteña que se adaptaba luego a las peculiaridades de nuestro país. 

Así vinieron en un maletín el primer guante y el primer bate para jugar béisbol. Y así nació el camino de una disciplina deportiva que creció también y tomó fuerza como respuesta de la nueva generación que habitaba Cuba en abierto desafío a la cultura de la metrópoli. El béisbol, traído de la conocida entonces como nación de la libertad, se contraponía a las corridas de toros, y retaba  así al poder colonial de España. Cierro con esta anécdota que cita el Doctor Félix Julio Alfonso en Apología del Béisbol,  como evidencia de la significación cultural de la entrada del béisbol y lo que representó, en su momento, para el colonialismo. 

El 25 de abril de 1885 había sido inaugurada una gran plaza de toros en la céntrica calle de San Juan Bautista (hoy Luis Estévez), a lo que se opusieron numerosos cubanos de la villa, quienes después de una campaña para recolectar fondos, inauguraron el 4 de diciembre de 1888 una flamante glorieta de béisbol, a la que pusieron por nombre “Boulanger Park”. Estrenado con un partido entre los dos clubes de blancos de la localidad: “Bélico” y “Villaclara”, el nuevo espacio deportivo pronto superó en popularidad y asistencia a la plaza de toros, al punto que hoy ha sido olvidada por la memoria popular de los villaclareños.  

(Continuará)


miércoles, 23 de septiembre de 2020

¿En "3 y 2" siempre? (I) Béisbol como punto de contacto cultural y a la vez de confrontación entre Cuba y Estados Unidos

El  necesario "porqué" (a manera de introducción)


Las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos abarcan todas las dimensiones de la vida de los cubanos. Quizás no estén presentes en todo momento en la de todos los norteamericanos, algunos quizás ni saben demasiado sobre nuestro archipiélago; pero en Cuba, el tema de Estados Unidos es algo que está presente en todas las esferas: política, artística, deportiva, y no precisamente porque se mire desde la óptica colonia-metrópoli, sino porque las relaciones culturales han marcado profundamente el acontecer de la nación en etapas diversas y en sus luchas legítimas por la soberanía hasta hoy. 

El bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por Washington que durante décadas ha afectado sobremanera la vida en la Mayor de las Antillas,  -y que ha tenido entre sus variantes desangrar nuestro deporte nacional con el robo de talentos- obliga a analizar estas relaciones también en lo simbólico deportivo, donde un partido  de béisbol entre ambos puede llegar a ser  campo de batalla. 

Un elemento muy interesante de esta relación es cómo el béisbol en nuestro país comenzó desafiando la cultura de la metrópoli española y luego pasó a ser también enfrentamiento con la cultura que lo engendró. Es por ello que los siguientes escritos intentarán un acercamiento a los puntos de contacto culturales entre ambas naciones a partir del béisbol, y cómo se encuentran en estos momentos a partir de conteos, la mayoría de las veces al límite..."en 3 y 2".

(Continúa)

martes, 22 de septiembre de 2020

Deporte y control de las emociones


El deporte  crea tensiones y a la vez hace que las personas vivan sensaciones de excitación que en el campo de la realidad no pueden manifestar por  tratar de mantener la cordura y cumplir con las normas sociales de comportamiento. Ello, además, aligera el espíritu y los realiza en dimensiones imposibles muchas veces en la rutina que se vive. No obstante, hay circunstancias en las  que las emociones se contienen, y ello también forma parte  del goce que proporciona el deporte. 

En la obra "Deporte y ocio en el proceso de civilización", queda clara la postura de los autores ante la relación entre trabajo y ocio, que no supedita al segundo. Tradicionalmente se ve al tiempo de ocio como algo que depende del trabajo, de menor importancia. Sin embargo, tanto Norbert Elias como Eric Dunning, ambos sociólogos del deporte, sugieren en su obra  que se estudie al ocio como otro proceso en igualdad de condiciones, que tiene sus propias características y función social. Y es que no siempre el tiempo libre de trabajo es tiempo para el ocio, pues las personas pueden utilizarlo en otras funciones -ya sean de trabajo privado, los trabajos de la casa-. 

¿Y el deporte?

Claro, el deporte en el tiempo de ocio juega un papel destacado, teniendo en cuenta que las actividades deportivas recreativas son una de las opciones que más seguidores tiene, precisamente por esa posibilidad de vivir miméticamente situaciones que en la realidad no podemos o tememos enfrentar. El deporte permite sentir temores, euforias, alegrías y penas que en la vida cotidiana se tienden a neutralizar con el comportamiento socialmente aceptado y con la rutina. Son sensaciones que muchas veces buscamos, incluso hasta pagamos por tenerlas, como aseguran Dunning y Elias. 

Estos autores de igual forma hacen toda una tipología del ocio que advierte las aristas por las cueles puede comenzarse a estudiar. De igual forma sugieren el estudio de aquellos lugares que se especializan en dar  lo que las personas quieren: si es caminar por un barranco, un salto desde alturas tremendas... todo en pos de satisfacer la adrenalina de muchos, pero pensando también en la ventaja económica que representa complacer a quienes están dispuestos a pagar por desatar sus emociones. 

Si no se capta bien la función de la emoción mimética en las actividades recreativas, difícil será evaluar los hechos, las implicaciones sociales de estas.  

El deporte en sí, para su propia superviviencia, necesitó en sus inicios de la civilización, puesto que las primeras prácticas que no tenían regulaciones y eran solo consideradas entretenimiento, se tornaban demasiado violentas, ocasionando daños a los participantes, o bien el rechazo de los espectadores.

No obstante ese proceso de civilización que controle, o vea disminuir o desaparecer los actos violentos, se puede perder en ocasiones la noción  de la realidad, y unir el espacio mimético que se vive durante un juego con la realidad, y desatar emociones dañinas para el individuo y para quienes le rodean. Me refiero entonces a la violencia que pueden generar tantas emociones acumuladas y luego exacerbadas en una competencia deportiva. 

 Y es que ello sucede hasta en las sociedades consideradas más serias y frías, como la inglesa, y de ello dan cuenta Elias y Dunning, al hablar de que hasta los ingleses, tan callados, van a los estadios y se desdoblan en medio de un partido de fútbol. 

En todas sus variedades, el deporte es siempre una batalla controlada  en un escenario imaginario, sea el oponente una montaña, el mar, un zorro, u otros seres humanos. 

El deporte, visto como una actividad que tradicionalmente iba a lo masculino, - a resaltar el valor, la fuerza, la rapidez de los hombres y a la creación de héroes- hoy día también incluye a las mujeres con excelentes resultados como atletas y como espectadores, de ahí que a la hora de analizar ese fenómeno, no se puede dejar de lado el proceso de civilización en el que ellas han sabido ganarse su espacio. 

Otra idea que se maneja en el texto es que el deporte muchos lo ven como un sustituto de la guerra, donde incluso hoy día las naciones ven las posibilidad de demostrar su superioridad. De ahí que en la actualidad se les exija tanto a los deportistas un resultado, y no tanto el bienestar de disfrutar lo que hacen. 

En ese sentido, ambos autores dejan bien claro que el deporte profesional, si bien es la máxima expresión de la perfección de la técnica, no es una actividad recreativa por cuanto es sencillamente un trabajo, un empleo para quienes cobran por practicarlo. El énfasis lo hacen entonces, en dejar que crezcan y tomen nuevos bríos las  formas recreativas del deporte, en un mundo donde la exigencia además de los resultados muchas veces solo ocasiona más presiones y se pierde la alegría de la práctica. 

Hablar de aportes puede resultar repetitivo en el cierre, cuando la obra en sí es el gran aporte. Tanto Norbert Elias como Eric Dunning, son pioneros en la sociología del deporte, prestigiosos investigadores y científicos que han dotado al mundo de las ciencias sociales de los primeros pasos para abordar una realidad hasta ahora desestimada. Ameritan un espacio aquí, entonces, las palabras de Pierre Bourdieu:

(...) Una de las tareas más importantes de la historia social del deporte  podría ser la de fundarse a sí misma estableciendo la genealogía histórica  de la aparición de su objeto como realidad específica irreductible a cualquier otra.  

Aprender a mirar el deporte desde dentro, no puede ser una simple figuración eventual para quienes aspiramos a mantenerlo como práctica sana, como rasgo identitario de nuestras sociedades; ha de ser visto como realidad que existe, pero que además cultiva el imaginario de las personas que ven en él el espacio para realizar mucho de sus sueños de una forma puede que eufórica, pero siempre civilizada.

Estudiar el deporte desde esta manera permitirá, además, analizar con mejores herramientas lo que sucede en el contexto actual donde los resultados y las exigencias extremas del deporte profesional echan por tierra el fair play, se acude al doping, y se pierde la esencia de un fenómeno social de gran influencia.  

Salvar una de las prácticas humanas más seguidas y populares de la actualidad, será también salvar al ser humano con sus creaciones, con sus avances sociales, y con su empeño siempre de seguir creciendo.  


Serenidad y coraje

 


Luego de escuchar a nuestro Presidente  Díaz-Canel en Naciones Unidas, reproduzco estas palabras del Comandante en Jefe Fidel, un 22 de septiembre, pero de 2001,  en una Tribuna Abierta:

"Somos los mismos hijos de ese pueblo heroico, con una conciencia patriótica y revolucionaria más elevada que nunca. Es la hora de la serenidad y el coraje."

Es así. 

Venceremos


domingo, 20 de septiembre de 2020

Fidel y el juicio del Moncada


El 21 de septiembre de 1953 inició el juicio del Moncada. Así lo revive Fidel en "Guerrillero del tiempo", de la entrañable Katiuska Blanco:

"El juicio fue en un salón. No recuerdo bien, pero creo que 
nos llevaron esposados hasta la sala, donde nos liberaron las manos, posiblemente lo concibieron así; o tal vez lo exigí en un momento determinado, porque mi actitud de desafío total continuaba. Sometí a duras pruebas, a evidencias irrefutables al gobierno de Batista, sus crímenes y atropellos. Nunca me permití el amedrentamiento, todo lo contrario, mi reacción 
natural fue desafiar, desafiar, desafiar; denunciar con pala-
bras claras todo lo horrendo acontecido, denunciarlo en voz alta y cuantas veces fuera posible.
No sé cómo no me eliminaron entonces, tal vez fue aque-
lla misma actitud lo que los detuvo en seco, por la circuns-
tancia que ya expliqué del ruido del látigo del domador que 
paraliza a las fieras, y porque a Batista le pesaba como un gran fardo el asesinato de Guiteras desde viejos tiempos ya, y tal vez no quería que otra sombra incómoda rondara su destino.
Los soldados estaban por todas partes en aquel juicio; en 
cada esquina, cada asiento, cada banco, cada hilera: soldados, soldados, soldados, más soldados, un auditorio de lujo para la denuncia que debía realizar. El fiscal comenzó su interrogatorio con cierto tono de insolencia, y yo le empecé a responder firmemente, asumí toda la responsabilidad y, al responderle al fiscal, denunciaba los crímenes. Puse en una situación muy difícil y embarazosa no solo al fiscal, sino también al tribunal. 
Invariablemente, al hacer el recuento del diálogo, evoqué el hecho de que al no poder imputarnos vínculos con el corrupto gobierno anterior, entonces trataban de endilgarnos el san benito de «comunistas», y como nos habían ocupado libros de Lenin...
(...)
El punto culminante fue cuando afirmé que el 
autor intelectual era José Martí. «¿Quién es el autor intelec-
tual?», me preguntó el fiscal imaginando tal vez que mi res-
puesta sería el silencio. «El autor intelectual es José Martí», 
respondí.
Después no quisieron hacerme más preguntas, porque 
las respuestas eran del todo inconvenientes para ellos por que entrañaban una dimensión histórica, demostraban nuestro apego, nuestra fidelidad a la tradición combativa del país, el tributo de nuestra generación a los próceres de la nación cubana, a sus legendarias luchas. Defendí la apelación a la violencia, a las armas, porque a ellas acudieron hombres como Maceo y Martí…, me aferré a la historia de Cuba. Aproveché cada resquicio, cada pequeña oportunidad, de las escasas que me dieron, para impugnar la legalidad del régimen. Y cuando parecía que todo había terminado, dije que quería asumir mi propia defensa.
No recuerdo bien a cuántas sesiones del juicio me llevaron, 
creo que solo a dos. A la segunda ya comparecí como abogado y empecé a interrogar a los militares, a los oficiales y a los soldados, y en cuanto ellos comenzaron a hablar de los muertos en combate, se puso en evidencia el asesinato. Me erigí realmente en juez. Ya había denunciado los crímenes y solicité que se levantara acta, que se registraran los testimonios. Estaba demostrando todos los crímenes, porque los jefes militares caían constantemente en contradicción en sus declaraciones. 
Se contradecían unos a otros; era la verdad a la vista. Aquello alarmó a todos, especialmente a los militares, y me regresaron por el mismo camino, siempre incierto y peligroso por lo que podrían hacer en medio del recorrido.
Cuando correspondía realizar la tercera sesión del juicio, 
ya ellos no soportaban mi presencia allí y cometieron una ar­bitrariedad, una ilegalidad: decidieron sacarme del juicio, a pesar de que yo era el principal acusado. Hay que destacar que después de que declaré, todos los compañeros, unánimemente, enfatizaban: «¡Sí! ¡Nosotros vinimos a atacar el Moncada, a luchar por la libertad de Cuba y estamos orgullosos de eso, no nos arrepentimos, estamos orgullosos de lo que hicimos!». Lo hacían con energía delante de todos los militares, del público, los jueces. Eran: ¡Ra, ra, ra!, como ráfagas de audacia y verdad. Constituía una actitud impresionante, un hecho inolvidable que me hizo admirar aún más a los valiosos jóvenes que secundaron la acción: primero se prepararon calladamente, después combatieron y, por último, afrontaron con dignidad y valentía la adversidad que sobrevino. Se les veía la hidalguía en el gesto a aquellos hombres —casi todos muy humildes— dispuestos a todo, en manos del enemigo."

viernes, 11 de septiembre de 2020

Los libros de Almeida

El pensamiento me lleva hoy al  III Frente. Hoy es día de Almeida.

Y es que esta entrañable y fidelísima personalidad, además de compositor musical, fue un escritor exquisito. El Comandante contó la historia de su generación  - que fue de la de la lucha armada más reciente por la soberanía de nuestro país- mediante  libros  que son fuente de primer nivel para los que quieran conocer ese tiempo.
Desde que en una librería hallé y luego leí por primera vez uno de ellos, no pude apartarme hasta que los tuve casi todos: Contra el agua y el viento -sobre el ciclón Flora y Premio Casa de las Américas en Testimonio, 1965-, la trilogía Presidio, Exilio y Desembarco -con su compilación ¡Atención, recuento!-; la Sierra; Por las faldas del Turquino, La Sierra Maestra y más allá; La Aurora de los Héroes; Algo nuevo en el desierto -sobre el pueblo saharaui y sus luchas- y El General en Jefe Máximo Gómez.....en todos viví de cerca la historia de la tropa de Fidel y sus sueños, la Sierra y la vida de un Comandante que cada vez tuve más cercano.




Con un lenguaje fresco, llenos de anécdotas y remembranzas, los libros de Almeida están escritos para todos... pero, si se lee bien, percibimos que quien escribe es el mismo joven combatiente para los jóvenes de hoy . 
Por eso lloré mucho su muerte en 2009. Con él partía un ser humano excepcional que aprendí a querer gracias a sus letras.
Leer a Almeida una y otra vez, es leer Historia de Cuba...y es lo que se me ocurre hoy.... para mantenerle presente también en ese difícil arte de juntar palabras que funden y den luz a nuestras esencias.
Gloria al artista Comandante...