Ella lo estaba esperando allí.... Había familiares entrañables, Melba... pero la mirada de Haydée era fija en el sitio por donde debía salir Fidel... Porque junto a él saldrían sus compañeros presos del Moncada, y salía también Abel, su hermano del alma.
Era el triunfo de su Revolución, acaso el primer gran triunfo en meses de lucha; era la liberación también de Raúl, de Renato, de Boris Luis, de Tasende...de todos los que en Santiago sembraron sus sueños para hacer renacer la patria de Martí.
En un momento, las lágrimas, el abrazo del gigante... y la certeza de que, ni olvidados ni muertos, aquellos guerreros iban a hacer realidad la Revolución que habían
declarado DEFINITIVA en el Manifiesto del Moncada.
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