
Mi abuelo quería mucho a Camilo. Y no lo conoció personalmente, ni jugó pelota con él ni fueron juntos a la Sierra. Pero como todo el pueblo, quedó cautivado con la palabra y la forma suya, con vida infinita y la entrega .... Miraba a lo lejos para contarme el día de la desaparición, luego cómo se lanzó a la calle con muchos otros cuando una emisora dijo que había aparecido....y después la tristeza de asumir que no era cierto....
Cuando se crece con hombres así cerquita, cuando lo que conoces trasciende libros de Historia y pasa a ser una memoria familiar a la vez que colectiva, y sigues sintiendo que primero dejarás de respirar antes que dejar de ser fiel a Fidel; o que si a la luna tiene que ir esta Revolución, hasta la Luna iremos; es imposible que los 28 de octubre o los 6 de febrero pasen por alto.
A Camilo, al que le debemos más hechos, más espacios y más cercanías, la flor hoy, y la pintura de mi abuelo, hecha por un obrero conmovido -acaso el mejor artista-, para que siga viviendo en casa
cada una de nuestras vidas por los próximos 60 años...