lunes, 22 de marzo de 2021

Dura como el corojo...

 


El 23 se rompió el corojo, sí. Ese fue el fin del plazo y se retomaron las armas aunque la guerra no duraría mucho más.  Ese 23 fue un día de gente dura. Quizás por eso, muchos 23 después, nació mi abuela, y de apellido Sierra, para rematar.

De estirpe durísima y echaíta palante, capaz de llamarnos a capítulo en la casa con sólo evocar el día que le viró encima a un soldado de la rural, una mesa llena de comida.

Con argumentos de todo tipo para llamar a la disciplina, a la mesa, al baño...pero uno-acaso el más poderoso de todos-: "¡INMEDIATAMENTE!" Así vimos acabar de súbito juegos de kikingbol, bádminton o lo que fuera. Sierra-sierra de verdad... Perspicaz al punto de desenmascarar a la adolescente que tomó helado de vainilla en Coppelia: "¿en serio? ¡¡¡Si Coppelia no abre los lunes!!!" Tremenda ella... No por gusto mi abuelo decía que en los tiempos de Batista, ser su novio era ya un problema. 

Esa es mi viejita linda, mi "Rupertina-Tartaleta", o más malcriadamente hablando: la que me separa el pellejito  del pollo, y me dejó tomar leche en pomo hasta segundo grado... 

Esa es mi mami. Por la que aprendí a respetar, a guardar para mañana, a no mentir, a comer harina con leche, a estudiar ante todo, a no faltar a clases ni los 31 de diciembre ni con aguaceros, a participar en todo y a ver pelota juntas (después de la novela), con la que dormí para que no se quedara sola cuando papi partió, la que ha cuidado a sus dos hijas, dos nietas y tres bisnietos...y a pila de hijos y sobrinos más....

En mi casa, la casa de todas nosotras, sede del imperio de las mujeres de la calle Mariel, este 23 le celebramos sus 85... Porque ella sigue ahí, haciéndole honor a su apellido y dura como el corojo ....

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