lunes, 27 de mayo de 2019

Fidel y los prisioneros de Uvero

“Cuando Uvero, lo único que nos quedaba eran unos pocos garbanzos (…) No solos así, crudos, que hacía tiempo ya que se traían en las mochilas. Traía yo, un poco Fajardo[1], un poco el Che. (…) Esa noche de Uvero, con los presos y todo, dice Fidel: “Bueno, vamos a encender candela”. Figúrate, nos volvimos locos todo el mundo porque íbamos a comer esa noche y los garbanzos, lo único que había de comer era garbanzos. Lo único, y teníamos que llenarnos porque no sabíamos después qué venía, al otro día, nada. Vamos y voy a encender, entonces pendiente del cubo, y la candela, y échale, y la leña no encendía, y busca el palito. Todo el mundo ayudó a cocinar los garbanzos. Nadie se acostó a dormir velando el cubo de garbanzos. Y a las 5 de la mañana dice Fidel: “Celia, hay que levantar un acta de la liberación de los prisioneros”. Y me pongo yo al lado del fogón, aquel acta para la liberación de los prisioneros. Y ya los garbanzos los iban a repartir. Dice Fidel: “Luis[2], baja el cubo de garbanzos y se lo repartes aquí a todos los prisioneros, que se tienen que ir.”

Contado por Celia Sánchez Manduley, Archivos Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado

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