viernes, 10 de mayo de 2019

Ser...

Dos madres tienen los hombres: la naturaleza y las circunstancias...
Martí con esa claridad que interpreta el mundo y al hombre en su contexto y como parte de un proceso mayor que determina sus actitudes y su vida... el mismo que decía en su poema Abdala que el amor a la patria no era el amor ridículo a la tierra ni a la yerba que pisan nuestras plantas, sino el odio invencible a quien lo oprime y el rencor eterno a quien la ataca.

"Mi madre llora... Nubia me reclama...
Hijo soy... nací nubio... ya no dudo,
Adiós! Yo marcho a defender mi patria!"

¿Acaso quienes sabemos del desvelo por un hijo podemos juzgar a Abdala aunque sintamos el dolor infinito de Espirta; acaso se puede resistir el dolor de los caminos que a veces se alejan de lo que soñamos para ellos? ¿Acaso no merecen ser a lo largo y a lo ancho lo que quieren ser?
Una madre como Mariana Grajales que asumió con entereza el dolor de los hijos que perdió en la causa independentista que ella misma les inculcó desde su pensamiento liberal.
O Virginia García, madre de Raúl Gómez García, poeta y periodista del Moncada, quien dijera en más de una ocasión: "aunque lo perdí y me ha hecho mucha falta, pienso que lo que hicieron esos muchachos fue una lección para todos"....la misma que dijo que si su hijo  decidió ir a morir allí junto a Martí, allí se quedaba.
Es la luz de aurora de hombres y mujeres, sin dudas, humanísimos....capaces de hacer por todos -incluso desconocidos- aunque les vaya la vida en ello.
Y hasta la hermosa canción de Silvio: "madre, los que no estemos para cantarte esta canción; madre, recuerda que fue por tu amor.
Madre, en tu día, Madre Patria y Madre Revolución, tus muchachos barren minas en Haiphong."
Vivir nuestras vidas  en su justa talla no implica desatender espacios divididos de tiempo cronometrado, sino hacer como esa generación hermosa de nuestros padres y abuelos que se sumaron juntos a lo que fue su momento y vivieron y crecieron....y aunque a veces el "hoy no llegó al futuro sangrado de ayer"...y fue "más lo que se pudo que lo que se quería", han seguido latiendo y sembrando.
Por eso emociona y se comprende a Mariela Castro Espín, cuando en su condición de diputada, agradeció la vida de su padre, Raúl, quien le enseñó que se puede amar a la Revolución sin abandonar a la familia, y que se puede amar a la familia sin abandonar la Revolución. Y luego este le pidiera que recordara también a su mamá, a Vilma.
Emocionan las palabras porque sabemos que no es fácil, porque en Cuba la familia toda tiene retos cotidianos que ponen a prueba la ternura....pero salimos invictos....
La felicitación, pues, a todo lo maternal que forma parte de nuestras vidas y a nuestras luchas con los machismos ajenos y propios, con nuestras dudas y certezas... con la unión familiar que defendemos como parte también de la vida que sigue llevando todo a la vez, porque en ningún minuto dejamos de ser madres de nuestros hijos, ni hijos de nuestras madres, ni hijos de la patria, ni planificamos el tiempo del deber y la felicidad....Y como tal seguimos arremolinando minutos y espacios para crecer todos a la par del mundo, de nuestras circunstancias y de nuestros corazones...

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