miércoles, 10 de septiembre de 2025

El fusil de Allende...

 


Cada 11 de septiembre repaso las fotos y se vuelve grande un dolor que, aunque lejana en tiempo y kilómetros, comparto desde hace muchos años: el golpe de Estado al presidente chileno Salvador Allende, desde la traición del infeliz asesino Pinochet y su Ejército rendido ante los dólares de la CIA.  

Su imagen en La Moneda, con casco y fusil en mano, mirando a los traidores que surcaban el cielo, me acompaña siempre. Es el testimonio del presidente combatiendo, de su guardia resistiendo junto a él, la decisión de morir defendiendo la causa del pueblo, el socialismo. 

Y ahí lo vemos con su fusil automático, el que le regalase Fidel, a su "compañero de armas", luchando hasta el último minuto:

"Después de muerto el presidente Allende han tratado de lanzar lodo sobre su limpia figura, de una forma baja, innoble y ruin. 

 ¡Pero qué puede esperarse de los fascistas! Incluso han sacado a relucir el fusil con que combatió Allende, el fusil automático que nosotros le obsequiamos, tratando de hacer propaganda burda y ridicula con eso. ¡Pero los hechos han demostrado que ningún  obsequio mejor al presidente Allende que ese fusil automático para defender al gobierno de la Unidad Popular! 

  Fue mucha la razón y la premonición que tuvimos al obsequiarle ese fusil al Presidente. ¡Nunca un fusil fue empuñado por manos tan heroicas de un Presidente constitucional legítimo de su pueblo! Y ¡Nunca un fusil defendió mejor la causa de los humildes, la causa de los trabajadores y los campesinos chilenos! 

¡Y si cada trabajador y cada campesino hubiesen tenido un fusil como ése en sus manos, no habría habido golpe fascista! 

 Esa es la gran lección que se desprende para los revolucionarios de los acontecimientos chilenos." 

El 28 de septiembre de ese año, apenas unos días de aquel golpe al corazón de Chile, Fidel narró cada detalle en un conmovedor discurso.

"Pasada la 1 y 30 los fascistas se apoderaron de la planta baja de Palacio, la defensa se organiza en la planta alta y prosigue el combate. Los fascistas tratan de irrumpir por la escalera principal. A las, 2 aproximadamente logran ocupar un ángulo de la planta alta. El presidente estaba parapetado, junto a varios de sus compañeros, en una esquina del Salón Rojo. Avanzando hacia el punto de irrupción de los fascistas recibe un balazo en el estómago que lo hace inclinarse de dolor, pero no cesa de luchar; apoyándose en un sillón continúa disparando contra los fascistas a pocos metros de distancia, hasta que un segundo impacto en el pecho lo derriba y ya moribundo es acribillado a balazos. 

 Al ver caer al presidente, miembros de su guardia personal contratacan enérgicamente y rechazan de nuevo a los fascistas hasta la escalera principal. Se produce entonces, en medio del combate, un gesto de insólita dignidad: tomando el cuerpo inerte del presidente lo conducen hasta su gabinete, lo sientan en la silla presidencial, le colocan su banda de presidente y lo envuelven en una bandera chilena. 

 Aun después de muerto su heroico presidente, los inmortales defensores del palacio resistieron durante dos horas más las salvajes acometidas fascistas. Sólo a las cuatro de la tarde, ardiendo ya durante varias horas el Palacio Presidencial, se apagó la última resistencia."

Hay tanto heroísmo en la vida y caída en combate de Allende, que una no puede sino conmoverse, y ratificarse el compromiso con el Che de luchar contra el imperialismo donde quiera que esté: "Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el imperialismo y un clamor por la unidad de los pueblos contra el gran enemigo del género humano: los Estados Unidos de Norteamérica. En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ése, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas, y otros hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria."

El fusil de Allende sigue disparando en la resistencia y en la victoria de la Revolución Socialista Cubana que lo acogió como entrañable amigo; el fusil dispara en nuevas manos y contra las deudas pendientes de Chile con lo mejor de su historia.

Aquel 11 de septiembre, este 11 de septiembre y cada día desde siempre para los pueblos oprimidos de América, es un nuevo impulso para luchar por lo que hoy parece utopía, y en realidad es la epopeya nuestroamericana que tenemos delante, en avances y retrocesos, pero sin rendirnos. 

Mi compromiso con Allende y lo mejor y más fiel a su legado del pueblo chileno, es ese: ante el imperialismo yanqui: plan contra plan... Y fusil contra fusil. 

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