Viendo las fotos de Ramiro que un periodista rebelde, Aroldo García Fombellida, nos regaló este martes; conociendo esas palabras que dijo de querer ir en aquel puesto del helicóptero de combate para tener más cerca las montañas; y saber mediante Aroldo que aquello fue como tener allí a Fidel, escribo....
Los mejores momentos de sus vidas fueron aquellos en que volaban al combate cuando el Moncada; fueron aquellos en que surcaban golfo y Caribe para ser libres o mártires; fueron aquellos años de la Sierra Maestra, respirando humedad, cobijados por el verde de árboles, helechos, bebiendo agua de bejucos y curujeyes, compartiendo la misma suerte de los humildes, plantándole la lucha a un enemigo superior en armas pero nunca en alma ni en ideas.
La mayor añoranza de todos esos héroes que lograron ver el triunfo, es precisamente aquellas montañas... allí, donde conocieron el dolor y la victoria; porque allí, entre las balas, aprendieron lo mejor del ser humano, porque es en esos instantes cuando el hombre saca lo mejor de sí, sin los adornos ni las tentaciones de poder; allí donde es solo la patria o morir, y cada rostro es genuinamente el retrato la verdad....Por eso todos siempre quieren regresar allí - en cualquier circunstancia-, al verde, del que nunca se desvistieron, al que le han sido fiel, y al que no podemos fallarle. Haydée lo decía y es verdad: así lo quieren los vivos y así lo quieren los muertos.
Por eso la mirada lejana, conmovida y valiente de Ramiro a sus montañas, a Cuba....
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