martes, 3 de abril de 2012

Huellas que deja(mos)…


La juventud es nueva por esencia…tiene que serlo, sino se pierde y, de perderse, queda entonces un vacío de tiempo y de fuerzas que dan al traste con caros sueños.
Yo nací aquí, en un país terco y hermoso, libre en su pensamiento y en su sentir, independiente en su palabra y enorme en su bondad… con tantos sueños como obstáculos para realizarlos…pero no por ello ceja.
Crecí orgullosa del cuadro de Camilo de mi abuelo en medio de la sala, y escuchándole a mi viejo Ramón contar con los ojitos aguados todo lo que vivió en 1959 cuando dijeron que había aparecido aquel Sesna que se perdió con el Comandante de los cien fuegos en el alma….Recuerdo, otras veces, cada uno de sus silencios inesperados para tomar aire cuando volvía y hablaba de Fidel cuando se le posó la paloma en el hombre, o enfrentándose a los yanquis y “a cualquiera que se atreviera con nosotros”. Lo recuerdo disfrutando como nadie cada juego de pelota, lo mismo fuese de Pinar del Río que del equipo Cuba, y explicándome cada jugada, o mandándome a callar “que estás como Adolfo, que no me deja ver el juego con tanto bla-bla-bla…así no vas a aprender”. O invitándome a comer un “chicho”, cuando podía darse un trago de ron blanco los domingos familiares, que el “pintado” no le gustaba. Y yo lo disfrutaba y tenía siempre algo para preguntarle, o aprender…porque aunque no fue universitario sino obrero de fábrica de bastidores, había vivido mucho, con intensidad, y por eso sabía mucho. Y por eso me dejó tanto.
Mi abuelo no me dejó el cuadro de Camilo, sino a Camilo; no me dejó la pelota como entretenimiento, sino como identidad y hasta como profesión; no me dejó el gusto al ron, pero sí la importancia de compartir el domingo con la familia; no me dejó un país con todos sus sueños realizados, pero sí con la fuerza para completar los que nos faltan. Me dejó el camino que su juventud comenzó a abrir a fuerza de machete.
Y ahora que mi abuelo no está, que el próximo 7 de abril tendré que abrazar más fuerte a mi abuela que de costumbre por séptima vez, vuelvo y pienso desde ese ejemplo tan individual y pequeño, pero sincero y sin dudas parte de este gran todo, cómo seré yo cuando abuela, qué historia tendré para contar a los hijos de mi hijo… Qué ejemplo deja esta juventud de este tiempo a la juventud que dentro de unos años tendremos pujando por tener su propio espacio. Cómo hacer para que las fotos de una marcha del pueblo Combatiente no sean solo un plano general de gente que camina en cuadro apretado, sino la fatiga dulce de los que con gusto marchamos por Elián o por los Cinco, o por cualquier idea justa; que el 4 de abril sea esa fiesta especial por un aniversario del día a día de estudio o trabajo. Y aunque nadie tiene la verdad absoluta, ni el gran método, pienso que seguir con amor, diciendo "a tiempo y sonriente" lo que vale, es una buena manera de seguir convocando voluntades, para celebrar los próximos 50 años...Con el ímpetu que hace sueños “a mano y sin permiso” tiene que seguir la juventud cubana, y va a seguir. La juventud que siempre encabezó revoluciones y que luego supo trasmitir la rebeldía y la conciencia a sus hijos y nietos, que fueron nuestros abuelos, y que ahora tenemos como reto seguir pasando de generación a generación como tesoro de un país que guarda lo mejor de su historia para enseñar y seguir creciendo.

viernes, 23 de marzo de 2012

Juanito


 Santiago de Cuba, madrugada del 26 de julio de 1953.

“¿Qué estará pensando mamá? Seguro se preocupa porque no he llamado. Lástima que quizás mi traje blanco no vuelva a usarlo, ni la corbata roja. O quizás sí. Santiago debe ser una ciudad  muy linda, pero no ha habido tiempo para recorrerla. Ahora de madrugada solo quedan vestigios de los carnavales. Cuando todo cambie, voy a ser alguien grande y mamá estará orgullosa de mí. Daría cualquier cosa por comer perejil en estos momentos, o un buen plato de papas fritas. Bueno, quizás no regrese. ¿Cómo se enterarán? Pase lo que pase, Batista se tendrá que ir del poder. La tensión es grande. Aunque hayamos hecho prácticas de tiro, por lo menos yo no he estado en un combate de verdad. ¡Las veces que le regresé a la vieja con la ropa enfangada de las prácticas de tiro, y le tuve que decir que estaba en una comelata en el campo! Hay que ver cómo duele callar estas cosas que estamos haciendo… Yo creo que estamos llegando al lugar. Tengo ganas de ver a mi novia…”

La Habana, 8 de enero de 1959

Anita y Zenaida corren entre la multitud eufórica que quiere recibir a los barbudos. Como tantos otros cubanos, esperaban ver en la caravana a un ser querido. Que era mejor no decir nada del hermano, por si estaba vivo. Que aunque lo hayan dado como muerto en el asalto al Moncada, quizás había sido un error y Juanito regresaba de la Sierra. Entre empujones lograron colocarse bien alante…. Allí están, ya vienen algunos camiones. La avenida Dolores, de Lawton, recibía a los rebeldes. Inquietas, emocionadas, llorosas y risueñas, buscaban a su hermano entre los guerrilleros. Pero no aparecía Juanito por ninguna parte. Claro, que también era difícil entre tantas barbas y melenas. Pero, de pronto, un trigueño de pelo rizo, vestido de verde olivo, le tiró desde uno de los carros una gorra a Anita.
-¡Ese es él, ese es él…! ¡Ese fue mi hermano! ¡Juanito, Juanito…!
Pero el camión ya iba lejos, y aunque Anita corrió tras él, no pudo darle alcance. La esperanza de ver vivo a su hermano se apoderó de ella y de la familia, cuando llegó a la casa y contó lo sucedido. Desde entonces, esperaron verlo regresar con su acostumbrada alegría…

La Habana, julio de 2007

Zenaida abre los ojos. Los ha tenido cerrados por un momento, para ver mejor en el recuerdo. Le parece que fue ayer, pero han pasado 54 años desde la última vez que vio a su hermano. Zenaida ahora tiene el pelo blanquito en canas y los ojos se le pierden entre los pliegues de cada sonrisa. Aunque haya pasado mucho tiempo y algunas memorias se le escapen, habla sobre Juan Domínguez Díaz.

“Fue un hijo muy bueno, muy bueno…muy cariñoso con todos nosotros. Nació el 8 de marzo de 1931, en el central Merceditas, en Cabañas. Quería mucho a mi madre Marcelina y la ayudaba en cuanto podía… Siempre, para animarla, él le decía que iba a llegar a ser algo importante… y mira… Lo cierto es que él tenía un carácter muy alegre; era inteligente, pero no pudo estudiar mucho. Comenzó la escuela en Cabañas, donde había nacido y, cuando nos mudamos para La Habana, estudió en la escuela 96 de La Víbora. No recuerdo exactamente cuándo él tuvo que dejar las clases, pero sé que fue pronto. Tenía que ayudar a mi madre -que se había separado de mi papá, Eufemio- y éramos cinco hermanos en este orden: Anita, Zenaida -yo-, Juanita, él y Luisito. Trabajó entonces como mensajero de farmacia y luego es que pasa a ser obrero del mimbre. Simpatizaba mucho con Chibás, por lo cual perteneció al Partido Ortodoxo.”

La discreción fue imprescindible para pertenecer al movimiento revolucionario que planeaba cambiar el estado de la nación. Ni siquiera las personas más allegadas a los involucrados supieron de los preparativos para el intento. La familia de Juan Domínguez nunca sospechó que él estuviese implicado en actividades revolucionarias.

“Cuando iba a alguna práctica, siempre lo hacía bien vestido, y decía que iba con unas amistades a comer en el campo. Nosotros le decíamos que por qué él regresaba tan sucio y entonces decía que era porque estaba en una fiesta en el campo, y resulta que estaba en las prácticas de tiro. Nosotros nunca nos dimos cuenta de nada, porque cuando él se fue para el Moncada, iba vestido de blanco… con un traje blanco se fue elegante-elegante. Decía que iba para los carnavales de Santiago.

Al faltar a la casa, nos empezamos a preocupar. Entonces de su trabajo vinieron a ver si sabíamos de él, pero nosotros estábamos desinformados también. Y luego fue que empezaron a decir los nombres de todos los que se habían ido de Lawton para el Moncada, y empezamos a sospechar… Estuvimos en esa incertidumbre hasta que supimos que había muerto. Como a los diez o veinte días vinieron personas a la casa para ofrecerle ayuda a mi mamá y ella dijo que no, que no quería ayuda, que lo que quería era ver a su hijo.”

Una pausa hace Zenaida para tragar el nudo que no la deja continuar. A su alrededor solo hay paredes blancas, algún que otro cuadro en ellas, y unas butacas que la acomodan para conversar. Su vista lo recorre todo bien despacio, como buscando fuerzas para no cortar los hilos del momento. Atraviesa las paredes con su pensamiento más que con sus ojos, hasta que por fin logra controlarse. Juanito fue de los que tomaron el Hospital Civil Saturnino Lora, lugar donde más asaltantes fueron apresados.

“Supimos todo gracias a un muchacho que vino y que lo vio a él en el Moncada, y dijo que lo único que tenía una herida en la cara. Quizás por eso mi mamá siempre conservó la esperanza de que regresara. Cuando ella perdió esa esperanza, fue cuando bajaron los barbudos. Al pasar los guerrilleros por aquí por Dolores y no ver a mi hermano, fue cuando ella no quiso esperar más. Cuando algunos camiones de la caravana pasaron por el frente de la casa, y un muchacho le tiró la gorra a Anita, ella decía que ese era Juanito. Y aunque una siempre duda, nos entusiasmamos con pensar que quizás Ana tenía razón. Lo triste es que eso nos esperanzó, y estuvimos esperando mucho tiempo, hasta que nos dimos cuenta de que aquel joven no fue Juan.”

El nudo que se deshizo en su garganta comenzó a salírsele por los ojos… Y también sonríe, porque sabe que este 26 de julio es otra fecha cargada de recuerdos y de nuevas razones para amar, crear y luchar; esas mismas razones por las cuales una generación sobrepasó los muros del Moncada y alumbró sus sueños.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Robert Martin y la radio cubana

En busca de historias que a veces parece que no sucedieron porque se guardan solo en unas pocas mentes, se encuentran personas y hechos especiales. Este es el caso del encuentro con un locutor de la radio cubana que dedicó gran parte de su vida al medio.

Era un hombre alto, de extremidades largas y una voz que debió hacer estragos entre las muchachitas de hace algunas décadas. Su hablar, por los años, era tropeloso y su esforzada memoria trataba de capturar los momentos que se le escapaban. Estaba acabado de bañar, olía a limpio y el pelo, recién mojado y peinado, refrescaba su imagen aquella mañana demasiado calurosa para ser del mes de mayo. Cerca había unas veinte mesas con sillas plásticas, y se notaba el intento por mantener la limpieza del local. Venía acompañado por un asistente para a trasladarse y, antes de sentarse, pidió un vaso de agua.

-“Es que este calor me da mucha sed.”-

Fue Gumá, José Gabriel, periodista y su amigo, quien dio la pista para llegar a un locutor que en 2006 cumplió sesenta años de trabajo en la radio cubana y que hasta hacía muy poco continuaba aportando su conocimiento en la redacción de Radio Progreso. En una de esas noches de trabajo hablé con él por teléfono y pactamos algún encuentro sin fecha que tardó par de meses en concretarse. Al buscarlo nuevamente, hacía unas semanas se encontraba en el Hogar de Ancianos cercano a la avenida Acosta y 10 de Octubre, en La Víbora.

Los trabajadores del Hogar General Francisco Peraza permitieron la visita. Sentados los dos alrededor de una de las mesas del comedor, comenzó el acercamiento a momentos especiales de sus seis décadas de trabajo. Sin muchos preámbulos, comenzamos.

-“Me han contado que en la emisora La Voz del Aire usted tenía  un nombre artístico: Robert Martin.

-El que tenía y el que tengo.”

Rotundo, emprendió la conversación.

“Yo empecé en 1946 en la radio. Siempre me gustó mucho y en aquella época no era fácil trabajar allí… no era fácil. Llegué a la locución porque tenía relación con dos personas que trabajaban en ese medio y ellos me introdujeron en ese mundo. Comencé haciendo comerciales. Fue así que llegué a La Voz del Aire, una emisora comercial, que tenía programas musicales, informativos y de propaganda política. Se encontraba en el edificio Palace, en el piso siete, en G y 25. Había espacios informativos y yo hacía de presentador. También trabajaba en otros espacios de la radiodifusión, como programas musicales. Como locutor, pagaban por cada trabajo que hacía y la cantidad variaba según la envergadura del espacio.”

Conversar Robert Martin era una mezcla de curiosidad y nostalgia a las que no se sobrevivía. Con solo mirarlo, se notaba que el tiempo pasa; pero también se constataba que hay espacios memorables que nunca se olvidan. Uno de ellos fue el hecho de coincidir con Fidel en un programa radial. La voz del Aire fue el sitio donde conoció al futuro jefe de la Revolución cubana, y entonces líder ortodoxo.

“Fidel invitaba a otros políticos destacados. Era muy conocedor de los problemas internos de Cuba. Mi relación con él era normal. El programa se presentaba sin estridencias…..Decía más o menos así: “La Voz del Aire, 1 de la tarde, en estos momentos comienza… ( no recuerda el nombre del programa) el doctor Fidel Castro Ruz con los comentarios políticos más acuciantes del momentos”….algo así…. Yo calculo que ese programa debe haber durado de dos a tres años. Lo suspendieron por problemas políticos. El programa era político porque, cuando aquello, Fidel estaba en esos ajetreos ya. Así yo conocí a Fidel en La Voz del Aire….740 kilohertz.”

Aunque el roce no siempre era directo, recuerda algunas de las características del programa de radio que tenía Fidel.

“Él llevaba algunas ideas escritas, otras no. Otras las decía él. De acuerdo como se sintiera. Tenía la manía de tocar los micrófonos  y a veces salía al aire un ruido y ello hacía que tuviera problemas con el sonidista, al que le decían ´ Pepe el loco ´. Fidel era bastante arisco. Fíjate si era arisco que le quitaron el programa. En realidad, él casi siempre estaba exaltado. Era bastante exaltado, por eso la orden enérgica de que tienen que suspender el programa, y él daba la coba para que no se lo quitaran, pero no podía porque esa era una decisión del gobierno. Le decía al director: “Chico, déjame sacarlo hoy”, y entonces el dueño le decía: “No puedo. Acaban de mandarme la comunicación. El espacio no puede salir al aire.

 Recuerdo ese programa precisamente porque lo suspendieron. El dueño de la emisora lo suspendió. Y lo suspendió más o menos con estas palabras: ´ No puede salir al aire porque el gobierno suspendió el programa.´ Esa frecuencia era del gobierno y por eso quedaba suspendida y ese día no salió. Creo que era de 1 a 1:30 de la tarde. Salía todos los días. Entonces Fidel se fue muy disgustado porque por disposición del gobierno no podía salir, porque en realidad el gobierno era el que tenía el poder. Eso fue durante el gobierno de Prío.”

Las madrugadas de Radio Progreso le eran muy familiares a este locutor. Algunos colegas lo recuerdan huraño en sus últimos tiempos, caminando por rincones, redactando noticias, cubriendo el espacio de algún locutor, o bien sorprendido por el sueño en alguna butaca de la emisora durante la madrugada una vez concluido el trabajo. Quienes le conocieron un poco más, aseguran que se trataba  de una persona con muchos valores humanos, además de sus excelentes dotes de locutor. Sin dudas, Robert Martin fue un maestro del medio radial y, a un año de su muerte, es preciso recordársele como ejemplo de consagración y amor por su trabajo.

“Nací en 1927. Uno trabaja y trabaja y no se da cuenta. Entonces cuando llega a mayor, se siente el peso de los mismos años trabajados.”

Pero los años no parecían pesar tanto cuando trabajó hasta par de meses antes de morir. En este 2012 habría celebrado su cumpleaños 85, pero aunque no esté físicamente, su voz queda en la memoria de la radio cubana.

martes, 28 de febrero de 2012

Amigos de la Tecla.....







Nostalgias.....

Hay días así, en los que la nostalgia aparece, o sale de donde estaba escondida.....Pero no puede negar una que sentir esa "saudade" es algo misteriosamente maravilloso que nos hace desempolvar fotos -no para vivir de ellas, sino para cargar el espíritu-...Hoy extraño mucho a mis amigos de la Tecla, que siempre están, pero daría cualquier cosa por andar en una de esas expediciones en la que todos éramos uno y se compartía desde la fatiga hasta la sonrisa agitada.......