Todos tenemos deudas, compay…
Yo también he perdido gente querida. Yo también he tenido
siempre cosas que se me quedaron por decir, besos por robar, frentes por mimar,
ojitos por sorprender, latidos por reanimar……Yo también he llegado tarde –casi siempre-
y no precisamente a reuniones…..Yo he dejado para después lo que luego olvidé y perdí; he pospuesto la cerveza o el calorcito de la
cama por un urgente deber; yo me he privado de las sonrisas de mis amigos por
caprichos, amores, o sesudas definiciones de extrema izquierda.
Eso de que nadie se va de este mundo debiendo nada no
siempre es así….al menos yo no creo en el fatalismo del destino….sería como amarrarme
los brazos…. Y eso no lo permito, aunque mis deudas me digan constantemente que
debo rectificar tramos del camino. Mi vida ha corrido y corre el peligro de
vivir lo que yo quiero creer. Me lo enseñó Feliú, y de su hermano también aprendí
a derrumbarme ante un “te quiero” dulce y ser feliz abriendo una trinchera…
Las deudas siempre quieren hacernos el hueco en el pecho,
desvanecer las pocas neuronas que nos queden… y a veces no nos damos cuenta de
que son sueños pendientes que aunque a veces se nos pasen de tiempo-como los
platanitos en la manteca ardiente- servirán para no contraer ninguna más de su
tipo…..servirán para aprender a besar a tiempo, a llegar temprano, a romper
silencios, a sonreír y tomar cerveza sin dejar de cumplir con “la tarea”. Tener deudas –aunque duela- es estar vivo…..
es la señal más alentadora de que somos responsables únicos de nuestras vidas… y
eso ya es suficiente como para seguir amando….que es también saldarlas….