lunes, 27 de mayo de 2019

Fidel y los prisioneros de Uvero

“Cuando Uvero, lo único que nos quedaba eran unos pocos garbanzos (…) No solos así, crudos, que hacía tiempo ya que se traían en las mochilas. Traía yo, un poco Fajardo[1], un poco el Che. (…) Esa noche de Uvero, con los presos y todo, dice Fidel: “Bueno, vamos a encender candela”. Figúrate, nos volvimos locos todo el mundo porque íbamos a comer esa noche y los garbanzos, lo único que había de comer era garbanzos. Lo único, y teníamos que llenarnos porque no sabíamos después qué venía, al otro día, nada. Vamos y voy a encender, entonces pendiente del cubo, y la candela, y échale, y la leña no encendía, y busca el palito. Todo el mundo ayudó a cocinar los garbanzos. Nadie se acostó a dormir velando el cubo de garbanzos. Y a las 5 de la mañana dice Fidel: “Celia, hay que levantar un acta de la liberación de los prisioneros”. Y me pongo yo al lado del fogón, aquel acta para la liberación de los prisioneros. Y ya los garbanzos los iban a repartir. Dice Fidel: “Luis[2], baja el cubo de garbanzos y se lo repartes aquí a todos los prisioneros, que se tienen que ir.”

Contado por Celia Sánchez Manduley, Archivos Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado

martes, 21 de mayo de 2019

Con entrañas de nación...

Es 21 de mayo...el sol casi al mismísimo centro del cielo....y llega Martí al punto más alto de Cuba para iluminar a la Patria en el año de su Centenario. Junto a Jilma, la artista, revoloteaba como mariposa Celia como parte del grupo...La mujer que no estaba allí por casualidad sino por causalidad....los hilos de la Historia que tejen la maravilla del tiempo.
La misma mariposa que perfumando a los bravos de verde olivo, fue también guerrillera y volvió a Martí.... La grandeza de la humildad de una mujer que entre las tantas bellezas que nos legó está haber sido parte de una expedición de luz que con entrañas de nación, prefiguraba las batallas que vendrían por la justicia en la patria del Apóstol.

domingo, 19 de mayo de 2019

Por la libertad de Cuba y por la sangre de Martí

Porque siguen siendo las mismas razones, retomo:

Los lazos entre cubanos y dominicanos, presentes como hermanos del mismo continente, se reflejaron en las luchas de ambos pueblos.
Marcos del Rosario era uno de esos hermanos quisqueyanos que vinieron con Martí en la expedición que desembarcó por Playitas de Cajobabo. Salustiano Leyva lo recordaba en su relato de cuando vio a los expedicionarios llegar en la noche a su casa, allá en Guantánamo. Lo recordaba como un hombre fuerte.
También, se recuerda a Marcos como un hombre musculoso, negro como el ébano, alto… así lo describe Carlos Manuel Marchante en su libro Entre espinas, flores. En ese mismo ejemplar, el autor retoma una entrevista que Marcos concediera al intelectual dominicano Emilio Rodríguez Demorizi, en el recuento de aquel triste 19 de mayo de 1895 para los cubanos.
Por lo hermoso de sus palabras, sencillas como él y sentidas como hombre bueno, las compartimos hoy. Así recordaba Marcos del Rosario a Martí y así sintió la caída en combate.
Cuando lo vide, creía que era demasiado débil. Y dipué vi que era un hombrecito vivo, que daba un brinco aquí y caía allá… en Cuba, cuando tábamos subiendo las loma, toditos íbamos cargaos, a veces se caía… y yo diba a levantarlo y de viaje me decía: “No, gracias, no ya…” Y se levantaba rápidamente (…)
Fue en Do Río… ese fue el primer pleito, el primer día que di machetazos… Martí era un valiente. ¡Dígalo uté! Martí murió porque se metió peliando en medio del campamento epañol… y montaba a caballo y venía corriendo tirando tiro. Le diré cómo. A Martí lo dejamos ese día atrás, en una sitiería por orden del general Gome (…)
Cuando lo mataron yo hata tuve que llorá… porque hombre como ese… Ná, ná, yo creía que tábamos perdío ya… Y el general Gome se entristeció, pero era un gallo tremendo y me dijo: “Marco: ahora, por do cosa contra los epañole… por la libertad de Cuba y por la sangre de Martí”.[1]

Por la libertad de Cuba y por la sangre de Martí… hermosas palabras del Generalísimo que Marcos guardó para siempre. Y no podía ser de otra manera cuando había compartido con un cubano especial, un apasionado que se convirtió, sin dudas, en uno de los primogénitos del mundo.
(Publicado originalmente en el sitio Razones de Cuba, en 2017)
[1] Carlos Manuel Marchante: Entre espinas, flores, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2015, p. 438.

viernes, 17 de mayo de 2019

Seguimos sin entendernos

 “Acabo de ajustar  y formar un tratado de paz con la Inglaterra; en él ha quedado reconocida la independencia de las colonias inglesas (…) Esta república federal nació pigmea, por decirlo así, y ha necesitado del apoyo de dos Estados tan poderosos como España y Francia para conseguir la independencia. Llegará un día en que crezca y se torne gigante y aun coloso y temible en aquellas regiones. Entonces olvidará los beneficios que ha recibido de las dos potencias, y solo pensará en su engrandecimiento(…)”
Conde de Aranda, representante de España en la firma del acta de paz de la Guerra de las Trece Colonias por su independencia.
No se comulga con quien en nombre de libertades promueve riesgos dolorosos para la vida de los seres humanos; no se acatan disposiciones de un solo lado sobre la base de la arrogancia y la locura; no se admira a quien te desprecia y mucho menos se aspira a su condición. Por el cumplimiento o la violación de esos principios ha transitado la historia de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. Una historia que ahora mismo vive otro punto rojo de hostilidades. Y es que desde que cerró la Segunda Guerra Mundial, las crisis, la carrera armamentista y los conflictos internacionales han mantenido al mundo en la zozobra. De hecho, el secretario de Estado de Eisenhower, John Foster Dulles, declaró que Norteamérica iría, en la lucha contra el comunismo, hasta el mismo borde del barranco de la guerra nuclear.

Y no tiene que nombrarse o ser esencialmente “comunismo”. Baste con que se luche contra la injusticia social, se defienda la soberanía, se traten de distribuir mejor las riquezas o se trate de cambiar las bases atrasadas de una sociedad para bien de las mayorías: esas son razones más que suficientes para ser centro del ataque yanqui, para aparecer en una lista de terroristas, o para ser agredido de las más abiertas o suspicaces formas.

Es incomprensible, a estas alturas, que alguien crea o pueda no leer a Fidel cuando aun en el momento del gobierno de Barack Obama –en el que hubo acercamientos reales con propósitos históricos de dominación, manejados con inteligencia-, escribió en su mensaje  los estudiantes de la FEU: “No confío en el gobierno de los Estados Unidos…”

Con solo repasar el texto de abril de 1823, del secretario de Estado  y futuro presidente de la Unión, John Quincy Adams, que enviara a su ministro en Madrid, es suficiente para comprender la saga:
“Pero hay leyes de gravitación política  como las hay de gravitación física, y así como una fruta separada de su árbol por la fuerza del viento no puede, aunque quiera, dejar de caer en el suelo, así Cuba una vez separada de España y rota la conexión artificial que la liga con ella, es incapaz de sostenerse  por sí sola, tiene que gravitar necesariamente hacia la Unión Norteamericana, y hacia ella exclusivamente, mientras que a la Unión misma, en virtud de la propia ley, le será imposible dejar de admitirla en su seno.”

Así hemos vivido momentos de mucha tensión, empeñados en el no reconocimiento de nuestras guerras por la independencia, en la disimulada ayuda para librarnos luego de España y caer sobre nosotros con la fuerza de imperio; en apoyar tiranías y gobiernos corruptos, saquear nuestros recursos y convertirnos en su patio de diversiones. 

José Martí lo tenía claro desde 1895: “de impedir a tiempo, con la independencia de Cuba, que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América.  Cuanto hice hasta hoy y haré, es para eso”; Fidel, como buen discípulo martiano, se lo ratificó a Celia en 1958: “Al ver los cohetes que tiraron en casa de Mario, me he jurado que los americanos van a pagar bien caro lo que están haciendo. Cuando esta guerra se acabe, empezará para mí una guerra mucho más larga y grande: la guerra que voy a echar contra ellos. Me doy cuenta  que ese va a ser mi destino verdadero.”

¿Podrían dos sistemas antagónicos en su esencia lograr entenderse algún día? El carácter imperialista no combina con el respeto y la soberanía de quienes considera súbditos. Pero con muchísima fe en el mejoramiento humano, e invocando la sensibilidad, la racionalidad y la necesidad de que nuestro planeta sirva para que muchas generaciones más encuentren cobija,  es que se puede albergar la esperanza de la coexistencia pacífica. Cuba siempre lo intentará.

Pero no puede haber entendimiento con quien no dialoga, con quien históricamente aspira a someterte, con quien de antemano te minimiza.

Seguimos sin entendernos, y nos demoraremos en hacerlo, mientras la base de ese “entendimiento” sea el irrespeto, la violencia y el genocidio. Cuando Caimanera no tenga clavada en su tierra la bandera de guerra imperial; cuando el pueblo deje de ser víctima de agresiones de todo tipo para someterlo por cansancio; cuando se escuche verdaderamente a las mayorías que claman por la paz y el desarrollo, se podrá dar un primer paso.

No importa ni la cantidad de leyes ni de artículos que salten de cualquier “tanque” imaginativo o de cualquier resentido que quiere negociar el futuro a su usanza. Nuestros adversarios no han logrado comprender lo que es vivir en el Caribe, al sur del Río Bravo, y con la sangre de millones latiendo en la misma lucha indómita por la libertad. 

No nos entienden, definitivamente, a pesar de haberles demostrado de todas las formas posibles en épocas de machetes, fusiles, tanques o misiles nucleares, que sea cual sea el contexto, Cuba sigue teniendo claro su soberano derecho.  

Mi país fue la última gran pérdida del colonialismo español en América a fuerza de machete; y la neocolonia rebelde de los yanquis que no abandonó su tradición de lucha y se zafó en revolución verde olivo, con el costo de la vida de muchos de sus valientes hijos. Quizás por esa “demora” histórica y su precio, asumimos la independencia y la soberanía con una madurez sin dobleces ni concesiones, solidaridad y lealtad sin prebendas ni mezquindades, y resolución definitiva de amor y combate. 

Seguimos sin entendernos.

viernes, 10 de mayo de 2019

Ser...

Dos madres tienen los hombres: la naturaleza y las circunstancias...
Martí con esa claridad que interpreta el mundo y al hombre en su contexto y como parte de un proceso mayor que determina sus actitudes y su vida... el mismo que decía en su poema Abdala que el amor a la patria no era el amor ridículo a la tierra ni a la yerba que pisan nuestras plantas, sino el odio invencible a quien lo oprime y el rencor eterno a quien la ataca.

"Mi madre llora... Nubia me reclama...
Hijo soy... nací nubio... ya no dudo,
Adiós! Yo marcho a defender mi patria!"

¿Acaso quienes sabemos del desvelo por un hijo podemos juzgar a Abdala aunque sintamos el dolor infinito de Espirta; acaso se puede resistir el dolor de los caminos que a veces se alejan de lo que soñamos para ellos? ¿Acaso no merecen ser a lo largo y a lo ancho lo que quieren ser?
Una madre como Mariana Grajales que asumió con entereza el dolor de los hijos que perdió en la causa independentista que ella misma les inculcó desde su pensamiento liberal.
O Virginia García, madre de Raúl Gómez García, poeta y periodista del Moncada, quien dijera en más de una ocasión: "aunque lo perdí y me ha hecho mucha falta, pienso que lo que hicieron esos muchachos fue una lección para todos"....la misma que dijo que si su hijo  decidió ir a morir allí junto a Martí, allí se quedaba.
Es la luz de aurora de hombres y mujeres, sin dudas, humanísimos....capaces de hacer por todos -incluso desconocidos- aunque les vaya la vida en ello.
Y hasta la hermosa canción de Silvio: "madre, los que no estemos para cantarte esta canción; madre, recuerda que fue por tu amor.
Madre, en tu día, Madre Patria y Madre Revolución, tus muchachos barren minas en Haiphong."
Vivir nuestras vidas  en su justa talla no implica desatender espacios divididos de tiempo cronometrado, sino hacer como esa generación hermosa de nuestros padres y abuelos que se sumaron juntos a lo que fue su momento y vivieron y crecieron....y aunque a veces el "hoy no llegó al futuro sangrado de ayer"...y fue "más lo que se pudo que lo que se quería", han seguido latiendo y sembrando.
Por eso emociona y se comprende a Mariela Castro Espín, cuando en su condición de diputada, agradeció la vida de su padre, Raúl, quien le enseñó que se puede amar a la Revolución sin abandonar a la familia, y que se puede amar a la familia sin abandonar la Revolución. Y luego este le pidiera que recordara también a su mamá, a Vilma.
Emocionan las palabras porque sabemos que no es fácil, porque en Cuba la familia toda tiene retos cotidianos que ponen a prueba la ternura....pero salimos invictos....
La felicitación, pues, a todo lo maternal que forma parte de nuestras vidas y a nuestras luchas con los machismos ajenos y propios, con nuestras dudas y certezas... con la unión familiar que defendemos como parte también de la vida que sigue llevando todo a la vez, porque en ningún minuto dejamos de ser madres de nuestros hijos, ni hijos de nuestras madres, ni hijos de la patria, ni planificamos el tiempo del deber y la felicidad....Y como tal seguimos arremolinando minutos y espacios para crecer todos a la par del mundo, de nuestras circunstancias y de nuestros corazones...