A Gabriel Gil perseguí telefónicamente un buen tiempo hasta que pudimos concretar el encuentro en su casa, en la calle 72 ó 74... Hasta allí corrí luego de leer que es fue uno de los que tuvo la posibilidad de ser moncadista, expedicionario del Granma, sobrevivir al desembarco y luego continuar la lucha clandestinamente...
Lo recuerdo aquella tarde, sentados ambos en el portal de su casa, y con la pierna sobre el brazo de su sillón de madera.....Y aquello nunca se me olvida porque así mismo se sentaba mi abuelo Ramón.... Allí conversamos sobre el Moncada, sobre Fidel, sobre Juan Domínguez Díaz, aquel otro moncadista de la zona de Lawton y que él conoció. También recordamos a Pichirilo, timonel del Granma, y sus otras "aventuras, venturas y desventuras" como sobreviviente de Alegría de Pío, en las montañas y luego en la ciudad. Aquel día salí de su casa con más historias de las quepensé hallar....Sus palabras guardadas -y que aún conservo-, sin dudas tendré que reproducirlas algún día, porque Gabriel fue de esas personas que, como mi abuelo Ramón, se sentaba con la pierna sobre el sillón, y con esa misma naturalidad hablaba de lo bello y lo difícil, de lo hermoso y amargo; y con velocidad insospechada se ponía de pie para salir hasta donde fuese preciso, con armas, con palabras, o como portador del ejemplo de aquella generación que dio luz a Martí en su centenario....
Hoy mis palabras lo recuerdan bien, como se debe recordar a un familiar, a una persona cercana, capaz de compartir con una extraña y desconocida periodista como si le hubiese hablado a una hija, o una nieta...
Mi abrazo para Gabriel hoy, cuando se nos multiplica...
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