sábado, 27 de noviembre de 2021

Diario de 10 días: 27 de noviembre de 2016.


 

27 de noviembre de 2016


Juramento

No se equivocaba Fidel cuando aquel 8 de enero dijo en Columbia que las muchedumbres solo se volverían a reunir de esa manera para despedir a los que hicieron la Revolución, y solo entonces, porque ellos jamás defraudarían a nuestro pueblo…  la clarividencia de los elegidos es así, y no hacía falta leer un discurso para sentir lo que había que hacer…. Así fue que comenzaron a reunirse jóvenes en la Universidad, y se iniciaron vigilias espontáneas… en centros, casas….Letreros, banderas, velas…cada quien impulsó su alma según sentía y fue creciendo una canción que cada vez que se escucha conmueve…

Nosotros, en el trabajo. Recuerdo a Lisandra Sexto entrar por la puerta de la dirección del canal llorando, diciendo que ella había dejado a su bebé en la casa porque tenía que estar allá y apoyar en lo que fuera, y la tarea que tenía ahora era pedirnos nombres de glorias deportivas para localizarlas y entrevistarlas en aquellas transmisiones especiales de nuestra televisión. Nunca he olvidado el rostro de Lisandra…ese día ratifiqué el ser humano excepcional que es esa muchacha…

El concepto de Revolución, hecho juramento para los cubanos, comenzaba a recibir firmas de los millones de personas en que se convirtió el Comandante en Jefe... 

Mi tarea era apoyar desde el trabajo, pero la mía profunda, la que me tenía obsesionada desde el día anterior, era lograr ir a Santiago de Cuba. Yo solo quería estar allí para el 4 de diciembre y poder irme con los compañeros del remoto, apoyar en lo que fuera necesario….pero ir con ellos y estar allí, con Fidel. 

Ese era mi juramento: ir con él hasta el final.

“Negativo. No inventes”. Era el resumen de mi jefe, que no quería que anduviese por ahí con la tristeza que yo tenía. Y sé que lo hacía por cuidarme. Y porque esa decisión no estaba en sus manos. Pero yo quería ir.  Y así, como en los momentos más oscuros aparece la luz, apareció el productor tremendo de los eventos más importantes. Y le hablé, le pedí que consultara, que yo podía ayudarlos en lo que fuera preciso. “Vamos, profe…” Y aceptó. Me dijo que estuviera tranquila, que haría las consultas pertinentes y que de ser posible, me sumaría al equipo para apoyar la producción de todos los acontecimientos. 

Y lo consiguió. Estaba a punto  de sentir  el momento más conmovedor de mi vida.

“Prepárate, que el 30 nos vamos a Santiago”.

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