Su batalla es contra el tiempo…ha sido la única alternativa de los
enemigos que en vano intentaron cortarle los años. No han tenido
opción.
Una batalla que no deprime porque es triunfo cada
amanecer. Fidel vive ganándole incluso al tiempo. Ya venció a sus
enemigos, a la enfermedad y ahora vence al tiempo…cada día. Y él,
el tiempo, cree que mella el alma y pega fuerte, pero solo consigue
encorvar un poco al cuerpo que ha vivido al triple de la intensidad
con que vivimos los humanos. Pega fuerte y le pone el pelo más
blanco, los dedos más finos y el paso con ayuda. Pero hay
dimensiones que los golpes no alcanzan, y se mantienen imperturbables el
pensamiento y las savias del alma.
Fidel sigue prefiriendo el susurro, como si a sus años le interesara
hablar de cosas tan importantes que solo deben hablarse en voz baja,
como si los nuevos consejos solo los compartiera con su pueblo, que
es su familia, para seguir dando luces de un camino que conoce con
pasos adelantados a los nuestros. Escribe, lee… sorprende…Fidel
no ha perdido la capacidad de sorprendernos y por eso salió a las
calles el 8 de enero, cuando salió a compartir con quienes siempre
ha querido…..Fue otra vez la noticia, 55 años después….Fidel
fue la noticia de su día y volvió a entrar victorioso. Porque
aunque a algunos lastime verle encorvado, con sus 87 años, Fidel es
un vencedor….
Y estoy convencida de que más que un vencedor,
prefiere verse como un luchador…. Que es la categoría más alta a
la que puede aspirar el ser humano….No es vencer y detenerse…es
seguir luchando…Y ahí lo tenemos, luchando desde donde está, con su mente lúcida, con sus ganas de vivir, con la
alegría que nos trasmite saberle bien, vital…
No hay espacio para
ver al “mito” encorvado; simplemente forma parte de su leyenda
real y maravillosa… Como me dijera mi amiga Karen: es el
camino de los tipos grandes, de los Quijotes….
Y en efecto…No se puede ver a Fidel como otra cosa que ese
caballero cuya vida es la lucha eterna por vivir, por ser justo, que
combate una y mil veces contra los molinos de viento y que, a la postre, trasciende
no por intención de hacerlo sino por el sentido de su vida…
Fidel es una suerte de abuelo colectivo que nos cuida, que nos
enseña, y cuyos años no demeritan sus fotos ni la esbeltez de su
juventud, porque en realidad ratifican su condición humanísima y
lo hacen saltar de los homenajes a la calle, a la casa, al sillón, como simple
mortal que logró sueños inmortales.
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