Cuando perdí a papi, a mi abuelo Ramón
-que por fortuna Felipe lleva ese nombre a ver si me sale como él-
escribí varias veces sobre aquel egoísmo suyo de decir que no
sportaría la muerte de su hermana.....y me molestaba que en verdad
no la hubiese soportado, y que se hubiera ido con ella, justo el
mismo día, y que nos hubiera dejado solas a una legión de mujeres
indómitas que quedaron sin jefe y cada una se adjudicó el grado de
“comandanta”......No lo creí justo, fue un egoísmo suyo...pero
luego vi que fue cosa del amor....amó tanto a la hermana más
sufrida, que no se permitió dejarla sola en ninguno de los momentos,
aunque ello representara tener que dejar de ver juegos de pelota
conmigo, o fajarse con mami, reírse con “Finita” -mi mamá
gordita- o mandar pal.....a cualquiera que lo mereciera. Se fue, y
se fue así, porque le dio la gana.....
Por eso mismo, porque le dio la gana,
me sentí más tranquila....
A mi primita, que por entonces tenía
12 años, le regalé un libro pequeño y lindo que se llamaba El
Sombrero de mi Abuelo, y que el autor se inspiraba en sus abuelos,
uno de ellos de apellido Lemus -como el nuestro-....pero la torpe que
lo compró -esta humilde servidora- no se percató de que ese
ejemplar tenía problemas de edición y había varias páginas en
blanco, capítulos casi enteros...... y cuando vi aquello en la casa,
casi a punto de entregárselo para que no extrañara a papi, decidí
llenar las páginas en blanco, hacer una suerte de edición especial
para ella, donde hubiera anécdotas nuestras mezcladas con las del
autor.....y así se lo regalé, en libro único que tiene literatura
y cosas vivas como las décimas con doble sentido que papi le enseñaba.....
Lamento mucho, Ariel, no hallar ahora mismo otro
libro con fallos de edición para llenarte páginas en blanco y que
no extrañes tanto a tu abuelo.....
Gracias, Daily, por la lágrima que no pude soltar ese día en que me delegó los grados de comandante frente a una compañia de mujeres indómitas
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