Lo conocí hace unos años, cuando ya Pichirilo era un libro casi acabado y una de las primeras personas en leerlo fue él: insistió y el profe Eugenio me aconsejó se lo diera. Él podía ser uno de los mejores asesores. Siempre optimista, batallando, alto y fuerte para sus ocho décadas vividas en plena lucha. Admirador y amante de Cuba, de su pueblo y de su entrañable Quisqueya.
Le recuerdo el pasado año en la Oficina de Asuntos Históricos cuando vino a presentar y a conversar sobre uno de sus más recientes libros, o en la Casa del Alba... Compartió siempre con combatientes, historiadores, periodistas.
Y resulta que cuando mejores noticias podía darle, me entero de su muerte.
De momento, el primer golpe de ausencia es que cada lunes no recibiremos más sus columnas que publicaba en la prensa dominicana donde libraba batallas por el enaltecimiento de su patria, por el cumplimiento de la ley, sobre la realidad más dura... Pero como mismo afirmase él en aquel artículo que dedicó a Pichirilo el 22 de noviembre de 2014, "Pichirilo todavía triunfa", solo puedo pensar que Hamlet también lucha y triunfa todavía en cada una de las lecciones de Historia del continente que dejó con sus libros...
Sentimos mucho su pérdida aquí, pero le sabemos presente y luchador, como mismo hacen todos los dominicanos hermosos que aún después de muertos dan luz de aurora.
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