martes, 14 de enero de 2014

Así lo veo yo....

Su batalla es contra el tiempo…ha sido la única alternativa de los enemigos que en vano intentaron cortarle los años. No han tenido opción.
Una batalla que no deprime porque es triunfo cada amanecer. Fidel vive ganándole incluso al tiempo. Ya venció a sus enemigos, a la enfermedad y ahora vence al tiempo…cada día. Y él, el tiempo, cree que mella el alma y pega fuerte, pero solo consigue encorvar un poco al cuerpo que ha vivido al triple de la intensidad con que vivimos los humanos. Pega fuerte y le pone el pelo más blanco, los dedos más finos y el paso con ayuda. Pero hay dimensiones que los golpes no alcanzan, y se mantienen imperturbables el pensamiento y las savias del alma.
Fidel sigue prefiriendo el susurro, como si a sus años le interesara hablar de cosas tan importantes que solo deben hablarse en voz baja, como si los nuevos consejos solo los compartiera con su pueblo, que es su familia, para seguir dando luces de un camino que conoce con pasos adelantados a los nuestros. Escribe, lee… sorprende…Fidel no ha perdido la capacidad de sorprendernos y por eso salió a las calles el 8 de enero, cuando salió a compartir con quienes siempre ha querido…..Fue otra vez la noticia, 55 años después….Fidel fue la noticia de su día y volvió a entrar victorioso. Porque aunque a algunos lastime verle encorvado, con sus 87 años, Fidel es un vencedor….
Y estoy convencida de que más que un vencedor, prefiere verse como un luchador…. Que es la categoría más alta a la que puede aspirar el ser humano….No es vencer y detenerse…es seguir luchando…Y ahí lo tenemos, luchando desde donde está, con su mente lúcida, con sus ganas de vivir, con la alegría que nos trasmite saberle bien, vital…
No hay espacio para ver al “mito” encorvado; simplemente forma parte de su leyenda real y maravillosa… Como me dijera mi amiga Karen: es el camino de los tipos grandes, de los Quijotes….
Y en efecto…No se puede ver a Fidel como otra cosa que ese caballero cuya vida es la lucha eterna por vivir, por ser justo, que combate una y mil veces contra los molinos de viento y que, a la postre, trasciende no por intención de hacerlo sino por el sentido de su vida…
Fidel es una suerte de abuelo colectivo que nos cuida, que nos enseña, y cuyos años no demeritan sus fotos ni la esbeltez de su juventud, porque en realidad ratifican su condición humanísima y lo hacen saltar de los homenajes a la calle, a la casa, al sillón, como simple mortal que logró sueños inmortales.

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