viernes, 31 de enero de 2014

Filosofando con Acanda....entre política y poder...



Como ya sé de antemano que no voy a lograr seducir al profesor -haciendo uso de algo que yace en mi subconsciente y se llama relación del hombre medieval con el mundo divino determinado-, intentaré al menos acercarme gnoseológicamente al mundo actual y trataré de comprender por qué siempre me aseguró que soy tan weberiana y no tan marxista como suponía (de ahí que, por supuesto, tenga necesariamente que hablar de política, de Estado, de poder….que siempre están, aunque alguien crea que los puede dejar fuera). 

Si comienzo la lectura por Una gnoseología para la política, del volumen que ´traduce´ a Gramsci –precisamente escrito por el incautivable profesor- el hombre es única y exclusivamente lo que los objetos que lo rodean lo hacen ser.[1] ¿Tendría que conformarme con tal verdad materialista o aceptar que en realidad no soy tan marxista?
Pero no podemos dejar una frase fuera de su contexto. Habría que decir que tal sentencia forma parte de un recorrido que se hace en el artículo sobre el materialismo, y sobre las relaciones del hombre con su mundo previas a este. De ahí que sea parte esencial de la filosofía moderna la relación sujeto-objeto, como reto además para la filosofía del gran Marx.  Ante tal circunstancia, me puedo declarar entonces ´moderna´, porque soy un sujeto que existe que produce activamente objetos, y ellos existen gracias a mí, que los creo. 

La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la división de la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad”. 

La sociedad necesita entenderse en todas sus dimensiones, desde todos sus ángulos… es la única manera de llegar a la realidad más cercana del ser humano como ente que forma parte de ella, que la estructura y la modifica. No comprenderlo así sería, como ha sucedido, un determinismo que contradice la dialéctica marxista. 

Con él acabas comprendiendo que las relaciones entre los seres humanos, aunque se sueñen en paralelo, son verticales: siempre existe un poder que determina el tipo de relación entre dos personas, ya sea por su clase social, por su poder político, por su jerarquía o por las tradiciones –dígase, por ejemplo, el machismo-.

Y aunque no esté facultada para hablar con profundidad al respecto, hago mías las palabras de que todos los hombres somos filósofos espontáneos, en la medida que somos capaces de preguntarnos sobre la realidad y tratamos de entenderla, aunque no nos dediquemos a la filosofía. Como leyese una vez –en El mundo de Sofía- un filósofo lo que nunca puede perder es su capacidad de asombro, y por ahí va también la idea de que cada quien puede pensarse su mundo. 

Immanuel Kant, como iniciador de la filosofía clásica alemana, consideraba que existen estructuras que condicionan la actividad cognoscitiva del sujeto, y estas son inmanentes a su propia constitución. En ese sentido, aportó el hecho de que la reflexión filosófica pasase del objeto al sujeto  y debía “centrarse en el estudio de las condiciones de posibilidad de la actividad gnoseológica del sujeto. La filosofía habría de ser concebida a partir de ahora como teoría crítica sobre el sujeto y la subjetividad.”[2]

Partimos entonces de que la gnoseología, como estudio filosófico del problema y los problemas del conocimiento, no puede desligarse de la política. Ya el propio Lenin hablaba de la necesidad de la teoría para la construcción del socialismo; y la violación de la dialéctica del conocimiento, de la praxis científica de la que habló Marx, trajeron consigo dogmatismo que echó por tierra el sueño del comunismo en el poder. 

No se puede hacer política sin una base filosófica clara, sin un acumulado de saberes que te permitan establecer el camino o conducir a las masas al sitio donde se quiere. Un ignorante no puede dominar, porque sin base de conocimiento, solo impone, no conduce, no puede establecer una hegemonía, sino una cadena de imposiciones que a  la larga dan al traste con su proyecto. 

Es por ello que la acción  integradora y transformadora del hombre era un elemento que Marx resaltaba y que Gramsci retomó como vital. Ya se expresa en el texto, que la reconstrucción del pensamiento de Marx como teoría de y para la revolución significaba necesariamente tener en cuenta el aporte de la filosofía clásica alemana, y la repercusión de esta para la propia comprensión de la teoría y de su relación con la realidad

Pero podemos detenernos en otra de las ideas del artículo:¿ Será cierto que los hechos siempre mienten, como decía Horkheimer?[3] No lo creo. No se trata de invalidar lo empírico, sino de comprender que el acto de pensar, de crear teóricamente lleva un proceso mucho más complejo que captar sensorialmente la realidad. Imaginar. Soñar. Concebir. Cuando el ser humano es capaz de alimentar, organizar, estructurar incluso hasta lo desconocido en busca de un ideal de sociedad, estamos ante una obra creadora, ante una hechura de teoría necesaria que pueda edificar  los pilares concretos de una sociedad. Sí es necesaria, es imprescindible la gnoseología, -entendida como teoría del conocimiento y abarcadora de los conocimientos posibles- para la política. El saber empírico es importante pero insuficiente  para los llamados empeños superiores. 

Ya escribió Gramsci que sin la actividad del hombre, creadora de todos los valores incluso científicos, ¿Qué sería la <objetividad>. …Para el materialismo histórico no se pueden separar el pensar del ser, el hombre de la naturaleza, la actividad (historia) de la materia, el sujeto del objeto; si se hace esta separación se cae en el parloteo, en la abstracción sin sentido”. En esa reflexión, se le otorga, por supuesto el valor que le corresponde al referente material en la vida humana, pero siempre con esa modernísima relación de sujeto-objeto. 

Gramsci interpretó a Marx en sus Cuadernos de la Cárcel  con la filosofía de la praxis como código para mencionar al marxismo sin que sus carceleros se dieran cuenta; y ello fue indispensable para la izquierda mundial que necesitó referentes luego de la caída del campo socialista y en Gramsci precisamente encontró una manera crítica de acabar con dogmas. Por tanto, interpretar a Gramcsi desde estos días es la nueva mirada con nuevos contextos pero siempre dando crédito a la validez de sus aportes en la filosofía de la praxis, en esa mezcla inseparable entre teoría y práctica para la aplicación del marxismo en la sociedad.

Trasciende además, el hecho de saber lo que se conoce, cómo se conoce y así se supera la visión simplista del conocimiento como mero reflejo de la realidad. A cada paso se descubre la necesidad de  una gnoseología y una analítica que permitan distinguir entre sujetos empíricos y subjetividad histórica.

En este momento fue que dejé de ser una realista ingenua, cuando la comprensión del nuevo materialismo práctico enarbolado por Gramsci resultó imprescindible para superar el economicismo y mecanicismo que caracterizaron al comunismo o al socialismo durante su puesta en práctica.  Se entiende el conocimiento científico con un carácter activo que reafirma el papel activo del sujeto cognoscente, aunque ello no signifique que todo el mundo exterior haya sido creado por el ser humano. Es por ello que  el estudio de la gnoseología, escasísimo en las universidades nuestras, sea eficaz para diagnosticar sobre la complejidad de las dinámicas institucionales escolares, se hace necesario abordar esta complejidad desde una pluralidad de saberes científicos que den al objeto la mayor cantidad de miradas posibles y ello implica los ‘enfoques interdisciplinarios’.

Ni escéptica, ni dogmática, ni religiosa… Estas son mis impresiones, sin demasiadas citas, con el intento de interpretar un mundo racional y objetivo, pero donde lo subjetivo del ser humano sigue siendo  el motor que transforma y genera nuevos marcos teóricos.

Será así que podré declararme aprobada en la asignatura de la vida o suspensa en un crédito, pero sin dudas al final de este viaje tednré que recordar el nombre del profesor que nos recordó los malos maestros que tuvimos de física y química en el preuniversitario, o lo malos alumnos que fuimos; y que aunque me haya catalogado como realista ingenua y weberiana, puedo declararme al menos una seguidora ferviente del marxismo donde las ideas se mueven y donde el dogma murió y donde Marx puede ver su teoría interpretada a la luz de nuevos tiempos y con mejores planes futuros.

 ¿El nombre del profesor que me recordó cómo es la refracción de la luz, por qué existen los colores y cómo todos dejamos que el Estado duerma en medio de nuestras camas luego del matrimonio, y cuando en el deporte tiene que intervenir una ley estatal que lo regule….? Jorge Luis Acanda, el dueño de las clases donde teoría, política y poder se comen, se beben y se revelan racionales hasta la mismísima médula. 

Parece enredado, pero él lo logra....¿cómo? No lo sé... Ha sido, sencillamente, delicioso conocerle.


[1] Jorge Luis Acanda: Una gnoseología para la política en Traducir a Gramsci, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2007, p.6.
[2] Ob. Cit., pp. 8-9
[3] Ob.cit., p.15

No hay comentarios:

Publicar un comentario