lunes, 26 de octubre de 2020

En los 90 de Machado Ventura: un pasaje de la Sierra.


Cuenta el Comandante José Ramón Machado Ventura un pasaje de la Sierra:

"(...) Eso me pasó cerca de La Lima. Me dieron con un fragmento de mortero, yo creo que el hecho de haberme caído cerca fue la razón de menos lesiones, porque me levanto en el aire, di una vuelta y caí sentado. Entonces me hizo una herida por aquí y otra grande en la pierna. Cuando vi la herida me asustó  el hecho de que fuera a tener una fractura en la pierna. Recuerdo - y eso es lo malo de ser médico- que yo no me atrevía a comprobar si había fractura. Sentía un dolor  enorme en toda la pierna, tenía calambre y el miedo mío era que, al mover la pierna, evidenciara fractura. 

Me decían:"Vamos a ver si te puedes parar"
Y cuando traté de moverme, no tenía fractura, algo inexplicable porque la herida era grandísima, me faltaba un pedazo de piel enorme; pero por suerte no dañó el hueso. (...)
Si quieren oír más del incidente, les cuento que me tuve que montar en una yegua al pelo, por una loma mojada. Cuando estaba más calmado porque yo había resuelto mi "ambulancia", empezó a patinar hasta caerse y yo con herida y todo tuve que lanzarme al suelo.
Seguí caminando hasta que un yipi nos recogió como a tres o cuatro kilómetros de donde estaba Juan. Allá fui y me curó. (...)
El rifle se lo di a un compañero, ahí mismo en el combate. Había que dárselo, era lo usual. Después Raúl me mandó a que trabajara en otros problemas, había muchos heridos en esos días de todos los combates, porque hubo acciones en varios lugares. (...)
Después estuve como tres o cuatro meses dedicado a organizar los hospitales y atender a heridos, hasta que, al final, otra vez volví a reclamar mi arma.  Estuve en Cueto, San Luis, Songo y en otros lugares, y participé nuevamente en acciones." *

Y así, décadas después, sigue en combate.  
Felicidades, Comandante.



* Tomado de la compilación "Médicos de la guerrilla", de Eugenio Suárez Pérez, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado.

La palabra de Camilo

Con seguridad, no fue llegar a 27 años su mayor alegría o lo que más ocupó su tiempo en febrero de 1959. Eran otros sus desvelos entonces. Como Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde, Camilo tenía sueños que, inspirados y amparados por el programa de la Revolución triunfante, pretendía realizar.

 De él eran ya cotidianos la sonrisa, el sombrero, la lealtad y el valor. Sin embargo, su palabra también abarcaba espacios que ratifican la valía de su pensamiento. A Camilo las palabras le brotaban con fluidez. Tenía una gran facilidad para expresarse de modo claro y preciso. Aunque no tenía una formación universitaria, sus luces naturales, sus lecturas y su poder de improvisación, le permitían pronunciar discursos elocuentes.
 Muchas de sus intervenciones son poco conocidas en su voz, porque no siempre la televisión o la radio estaban en los lugares donde hablaba Camilo. Sin embargo, en ocasiones aparecía Quintanita, un técnico que cargaba con una pesada grabadora, para atrapar y conservar en el tiempo la palabra hablada del Comandante Cienfuegos.
 En febrero de 1959, el Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde ya tenía concebido el modo de concretar una de sus aspiraciones, nacida de la necesidad del momento: elevar el nivel cultural de los soldados cubanos. Fue así que impulsó el desarrollo de cursos para alfabetizar a los militares necesitados; y luego llegaron los cursos de especialización en infantería, motociclismo, armas pesadas…Camilo quería un ejército preparado para combatir y para pensar. Y más allá de cualquier gestión que determinase la realización de los cursos, su principal medio para explicar a los soldados que debían estudiar fue la PALABRA.

El 9 de febrero fue uno de eso días en los que Camilo se dirigió a sus compañeros del Ejército, desde el Polígono de Ciudad Libertad. En esa ocasión, los exhortaba a estudiar, en uno de sus primeros acercamientos al tema de la educación de los militares:

“Hemos ganado la guerra, compañeros, y ahora nos toca garantizar que la guerra que terminó no vuelva a repetirse.” Y afirmaba: “debemos dedicar gran parte del día a los estudios; y con esa finalidad, a partir de esta semana se empezarán los cursos de distintos estudios de acuerdo con la capacidad de cada uno.”

Dos días después, el 11 de febrero, Camilo inauguraba el Curso de Alfabetización del Ejército Rebelde. Una vez más desde el Polígono de Ciudad Libertad, expresó la importancia  de la preparación intelectual de cada soldado, y también resaltó su papel en la nueva sociedad como parte activa de ella. El Ejército no podía ser parásito, sino que cada hombre de las fuerzas revolucionarias tenía que “trabajar de verdad”.

“Todos tenemos que estar conscientes de la gran responsabilidad que pesa sobre nuestros hombros. Hasta el último de los cubanos ve en este Ejército la salvación de Cuba. (…) y tenemos también no solo que ser unos simples guarias rurales que estén para mantener el orden en Cuba. Tenemos que estar alertas, tenemos que estar vigilantes para orientar en la paz al pueblo, como lo supimos orientar en la guerra.”

Los discursos de Camilo, más allá de su motivo específico, abarcaban la situación existente en el país, valores como el patriotismo y la fidelidad, temas como la educación y la Reforma Agraria.
 “Hoy, gran cantidad de compañeros están deseosos de trabajar en el Instituto Nacional de la Reforma Agraria, hay muchos compañeros que están trabajando en la Repoblación Forestal, hay compañeros que están trabajando en viviendas campesinas.”

Esas ideas fueron expresadas el 22 de septiembre de 1959, en el acto de graduación de los soldados  que se habían incorporado a los estudios desde febrero. Durante una intervención en Caibarién, también aludió la temática de la Reforma Agraria y al respaldo que del pueblo tenía:

“Vemos hoy, con gran alegría, que este pueblo de Caibarién que se movilizó durante la guerra para ayudar al Ejército Rebelde a luchar contra la sangrienta tiranía, se moviliza hoy en la paz para apoyar la Reforma Agraria, para apoyar todas las medidas revolucionarias y para rendir tributo a los hombres que, cumpliendo el juramento de Libertad o Muerte, cayeron a lo largo de la lucha.”

Cada idea estaba motivada por el contexto del triunfo reciente de la Revolución, en el que los líderes tenían que acudir una y otra vez al pueblo, hablarle, explicarle, exhortarle… En aquellos momentos de fundación, había que conversar, persuadir a la vez instruir, para que el pueblo no fuese ciego discípulo, sino compañero en la lucha.

Ya Camilo estaba iniciando la alfabetización dentro de Ciudad Libertad. Sus palabras que promovían cultura, retumbaban en los muros de aquel Estado Mayor que luego devino ciudad escolar.

Cómo olvidar el “con novilla o sin novilla, les partimos la siquitrilla”, aquel 21 de junio en el cine Riviera, cuando luego del estreno del documental “Esta tierra nuestra”, Camilo habló y dijo esa frase tan llena de su humor y su personalidad dinámica.

Recurrente en sus palabras fue también la unidad. A cualquier sitio que llegara Camilo, siempre llamaba a la unión de los cubanos. Esos primeros meses de 1959, en los que había personas con pensamientos diversos, era indispensable la cohesión del pueblo. Quienes lo conocieron, reconocen su capacidad para hacer comprender a las personas que la Patria estaba por encima de todo. En el discurso de Caibarién, muy emocionado y con la estridencia de sus erres, expresó:

“Este pueblo, pródigo en mártires, que supo durante la guerra estar unido, debe unirse cada día más en esta hora de la libertad. Es deber de todos los ciudadanos de cada pueblo, y más de los pueblos que sintieron en sus carnes los rigores de la guerra, unirse sin distinciones de ninguna clase, por encima de todas las aspiraciones personales (…)”

De igual modo, en el ya mencionado acto de graduación de septiembre, recalcó: “Es necesario que ustedes sepan que no solo nosotros vamos a defender la libertad y la soberanía que hoy tenemos; que hay un pueblo entero, el pueblo cubano, que quiere, que está identificado con el Ejército Rebelde, y que en un momento determinado, defenderá la libertad y la soberanía (…)”
 Su última comparecencia ante los cubanos, el 26 de octubre de 1959, recoge de manera especial todas estas ideas que desde el mismo 1ero de enero Camilo venía desarrollando en sus intervenciones.
 “Tan altos y firmes como la Sierra Maestra son hoy la vergüenza, la dignidad y el valor del pueblo de Cuba en esta monstruosa concentración frente a este Palacio, hoy revolucionario, del pueblo de Cuba.
 Tan alto como el Pico invencible del Turquino, es hoy y será siempre el apoyo de este pueblo cubano a la Revolución que se hizo para este pueblo cubano.”
 La multitud exaltada escuchaba a Camilo, agitaba banderas y carteles…

“Esta manifestación de pueblo, estos campesinos, estos obreros, estos estudiantes que hoy vienen a este Palacio, nos dan las energías suficientes para seguir con la Revolución, para seguir con la Reforma Agraria, que no se detendrá ante nadie ni ante nada.
 (…) Porque  para detener esta Revolución cubanísima tiene que morir un pueblo entero (…)”
 Y pocos segundos después vibrarían en su voz los versos de Bonifacio Byrne. Fue pasión, convicción; fue amor infinito a la vida, a la Patria. Sus palabras trascendieron y se renuevan  en el espíritu de quien las escuchó entonces, o bien de quienes las escuchamos o leemos hoy.
 Quienes escucharon a Camilo no olvidarán nunca su voz y sus ideas. Palabras que quedaron como prueba legítima de la grandeza de un hombre que supo pelear y pensar por el bien de su país, y amarlo sin límites.
 A sus discursos hay que ir, volver y tomar nota. Camilo fue abanderado de muchos los programas de la Revolución, y defensor incansable de los valores humanos que nuestra sociedad defiende y sobre la cual se ha fundado. Conocer la palabra de Camilo es agrandar su imagen en nuestra realidad cotidiana, y perpetuar su espíritu.

viernes, 23 de octubre de 2020

Añoranza anticipada


 
Esperaba a que el reloj de tic-tac llegara a las 6 de la tarde, para que me encendiera mi abuela el televisor -los Caribe de antes, con las palmitas debajo y aquel botón grande de cambiar canales-. Ella venía, me ponía en las piernas un plato de aluminio con galleticas con mayonesa y me ponía el canal "Seis ". Ahí me sentaba todo el tiempo que duraban los muñequitos, luego las aventuras....hasta la calabacita. Yo vi mucha televisión. Todas las programaciones de verano eran nuestro tema a la hora del juego en el barrio: que si Dorita, que si Espartaco, que si Gazpacho o los Fraggle, que si Alegrina y Tristolino, que si Pocholo; que si Robin el trigueño o el rubio; que si Los pequeños campeones o Los Papaloteros; que si Había una vez; que si los dibujos en la Revista de la Mañana, cuando estando en prescolar mandé uno con un amigo de un tío y Rosalía Arnáez lo presentó: "Dailí Sánchez Lemus" y yo salí corriendo del baño  para ver mis muñequitos flacos y de cabeza redonda. Así fui siempre: sentada en las noches con mi abuelo aprendiendo en horario estelar con el Doctor Dobouchet y la Doctora Ortiz, o con Vicky y Edmundo en De la Gran Escena. Las novelas....las recuerdo vagamente porque siempre me quedaba dormida ya a esa hora....Pero recuerdo La Séptima familia y Hoy es Siempre Todavía, o la serie La Semilla Escondida; El Cautivo del Rey; o me sentaba los domingos-si no recuerdo mal- a ver Así era entonces..... Estaba La Rebambaramba, con Aurora Basnuevo, y aquellas series como el médico de guardia de Villazón, que se congelaba la imagen al salir por la puerta del hospital en la presentación...o cuando trabajaba Alejandro Lugo que se me parecía a mi abuelo....Tengo cada recuerdo de mi tiempo marcado por su televisión....Estaba Listo Estudio, En la Viva, con Consuelito...¡¡¡¡En FM!!! Con Gladys Goizueta de estrella...Recuerdo la cara de Sandra cada tarde cuando se fundó CHTV....Y el noticiero....ufff....noticiero nuestro de toda la vida: Teresita Segarra, Gretchen Galindo, la jovencita Laritza Ulloa y mi tía celosa porque su novio decía que era preciosa; el gran Manolo Ortega, Edel, Eddy, Héctor...Vinieron más series, programas de humor, aventuras y novelas. Luego, por los problemas productivos derivados del periodo especial, merma de estrenos, pero siempre ahí...acompañándonos....Recuerdo cuando llegó el Orizon y los programas los tuvimos a color....y entonces se acabaron las discusiones en la sala  por la pelota: mi abuelo y yo nos replegábamos al Caribe que, desde una esquina del cuarto, y con luz apagada, nos hacía elogiar o maldecir la actuación de nuestros equipos -Pinar y Villa Clara-....Todo lo recuerdo bien..La presencia del Comandante siempre.....Tengo intactos hasta los olores de aquel tiempo en que sentarse juntos a ver televisión era el plato fuerte de la noche....

Nunca imaginé que muuuchoos años después estudiaría y trabajaría en ella...la televisión....Que Lazarito Menéndez, uno de los camarógrafos de la Revista Buenos Días - de la generación que te enseñaba desde la postura hasta los gestos cuando te encuadraba- había sido uno de los camarógrafos de mi querido "Había una vez"....y un día se sentó a contarme  los secretos de aquella producción tan linda; como Lazarito, recuerdo a Puldón y Abigaíl...No podía imaginarme que la misma Rosalía que presentó mi dibujito, sería mi profe en el noticiero; ni que La Goizueta me daría un aleccionador 4 en Locución que siempre le agradeceré.... Conocer a Eddy, Héctor, Julita -de documentales que me inspiraban...-.
Son muchos recuerdos, aunque no los mencione todos....Son muchas personas y programas que han formado también mi vida... porque yo soy de la televisión...crecí allí....y no lo digo como quien cree formar parte de una historia henchido de orgullo de sí; ni por la enfermedad del "vidrio"- como suelen decirle", sino con el pecho llenito de orgullo de haber conocido personas excepcionales, maestros para todos los tiempos; con la alegría de conocer cada pasillo y recoveco....de subir 7 u 8 pisos por escalera y cargar kcts pa donde sea; o admirar a quienes como Ana María -hoycon merecidísimo  Premio Nacional- se saben de memoria los pietajes de las cintas de Fidel; o a Cebolla, el productor del noticiero - todo un personaje-o a Bombón , la vestuarista...
Yo soy de la televisión cubana... la he vivido 17 años fuera y 20 años allí dentro.... y ya sea "en el vidrio", o como feliz televidente, yo sigo amando cada piso de estos 70 años de retos; amo cada una de las 70 esquinas de esfuerzo; y cada uno de los 70 besos fidelísimos a nuestro país que enlazan jornadas con la gracia de Radio Cuba y con el alma de los buenos que la sienten y la mantendrán , en cualquier circunstancia, 70 mil veces más.



martes, 20 de octubre de 2020

Raíces de una nación: cantos de amor y combate

 

Lo cubano salta ante nuestros ojos, o desde nuestros ojos, desde nuestra piel, desde nosotros mismos como seres andantes que poblamos un archipiélago salpicado de lo real maravilloso y que se coció en un ajiaco, envidiable por su espontaneidad, sabrosura y temperaturas. 

La mezcla de todo es el todo nuestro. 

La Historia no tiene moldes prefabricados. No puede. Inventárselos sería ir contra la savia humana que la edifica. La Historia nace de la vida, es el presente visto dentro muchos años, es el futuro a la luz de hoy. No puede escribirse con medias tintas, ni creer tampoco que todo esté escrito. La Historia no es capricho, ni solo arma del que vence, ni solo pedestal de héroes. La Historia es cultura acumulada en el tiempo, es vida acumulada en el tiempo, es tiempo repleto de todo lo humano –con o sin lo divino-. 

Por eso, a la luz de este 20 de octubre en el que se festeja nuestra cubanía, vale detenerse en la historia de amor de tres canciones y tres himnos.

Las Bayamesas

Ciertos días, concentrada en la espectacular misión de dormir a un bebé, comencé a cantarle La Bayamesa…y y como la vigilia le podía al sueño, comencé a buscar en la memoria y recordé El Mambí, y luego me saltó La Lupe, y de ahí, un día cualquiera de tanto repetirlas, comencé a ubicar en tiempo cada una de las historias de esas piezas y fue que advertí que a cada una correspondía el tiempo histórico de un himno: La Bayamesa al Himno de Bayamo; El Mambí al Himno Invasor; y La Lupe a la Marcha del 26. Cada una de ellas fue la canción romántica representativa que nació de la misma generación que creó y entonó los himnos de combates más importantes de la Historia de Cuba. 

La Bayamesa está considerada la primera canción romántica y trovadoresca cubana. En la gran mayoría de los escritos sobre esta pieza, la melodía se la adjudican a Carlos Manuel de Céspedes y Francisco del Castillo, y la letra al poeta José Fornaris. La musa, Luz Vázquez, escuchó por primera vez gracias a la iniciativa de su amado Francisco -en la noche del veintisiete de marzo de 1851- lo que luego sería un canto, más que a la belleza de la mujer bayamesa, a lo grandioso de lo cubano: No recuerdas, gentil bayamesa, que tú fuiste mi sol refulgente.. .

Y allí en Bayamo estuvo Luz cuando tomaron la ciudad, y a pesar de perder a dos de sus hijos, se cuenta que arengó a una de sus niñas, Atala, para que fuera a cantar el himno de Perucho Figueredo. Aquel himno de Perucho conocido igualmente como La Bayamesa, en franca similitud a La Marsellesa de Francia como himno de una revolución, tenía su melodía concebida y tocada desde el 14 de agosto de 1867. En medio de la euforia por la toma de la ciudad, se escribieron los versos de nuestro himno nacional, reconocido como tal el 5 de noviembre de 1900 por la Asamblea Constituyente –y ya para ese año con las supresiones  conocidas de algunas de sus estrofas originales- La convocatoria histórica quedó para siempre-: A las armas, valientes, corred.

Himno Invasor y El Mambí

Por otra parte, la Guerra Necesaria, que organizó José Martí con la intención de fundar la república de, por y para todos los cubanos, traía en sí lo cantos de guerra y amor de sus antecesores, pero también generó en su propia entraña los cánticos de la nueva generación que se entregaba a la manigua.

Así, en la Guerra de 1895 con la invasión a occidente, Enrique Loynaz del Castillo, General del Ejército Libertador, escribe su Himno a Maceo. La letra nació en la finca La Matilde, Camagüey, como respuesta a unos versos ofensivos para los mambises, que habían sido escritos en la ventana de lo que fuera la casa de un militar español. Antonio Maceo conoce los versos de Loynaz, pero no le acepta el Himno en su honor por considerarlo demasiado. Se dispone entonces a musicalizarlo y denominarle como la marcha que serviría para guiar a las tropas, que enseguida lo aprendieron y hoy conocemos como Himno Invasor: De la patria arrojad al tirano....

A la contienda organizada por el Maestro, como es sabido, muchos fueron los jóvenes que se sumaron como correspondía a su generación. Uno de ellos fue Luis Casas Romero. El nombre de Luis es posible que rápidamente salte a nuestra memoria como el de pionero de la radio en Cuba, pero lo que quizás no se conozca demasiado es que se incorporó con 15 años de edad al Ejército Libertador. Y fue del calor de la manigua de donde le nacería luego una pieza de amor única, triste en la historia que narra, pero otra vez sobre el héroe que ama: El Mambí.

Aunque un poco más tarde que el Himno Invasor, en 1912 surgiría esta pieza para convertirse en el símbolo del guerrero que amante partía dejando atrás lo más íntimo de su vida por encontrar la libertad de su patria. Fue precisamente otro patriota, protagonista de hechos libertarios, quien componía entonces la melodía de la canción de amor más hermosa que refleja la Guerra del 95: Y desde entonces fue más ardiente, Cuba adorada, mi amor por ti...

La Marcha del 26 y La Lupe

El Asalto a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes constituye la acción militar que dio inicio a una nueva etapa de lucha insurrecional en Cuba que se coronaría con la definitiva soberanía de la nación. 

En prisión, uno de los sobrevivientes de esos hechos, Agustín Díaz Cartaya, daba los toques finales al himno de su generación, la marcha que representaba a quienes en contextos diferentes seguían pujando por lo mismo que sus antecesores: independencia, justicia, progreso, soberanía.  Así, en presidio, se entonaron las notas al mismísimo Fulgencio Batista, burlado delante de todos sus subalternos por la osadía del canto nuevo de guerra de los cubanos.

La Marcha de la Libertad, luego Himno del 26 de Julio, al igual que sus antecesoras, arengaba a los cubanos a luchar por la libertad de Cuba, a romper las cadenas que oprimían al pueblo: Que viva la Revolución

Tres años más tarde, otro integrante de la generación del centenario, también aficionado a la música, escribiría la canción de amor emblemática de las nuevas luchas: La Lupe. Juan Almeida, durante su exilio en México, conoció el amor de una guadalupana y a ella le escribió cuando hubo de partir a retomar la lucha en Cuba. Nuevamente, el guerrero que parte y deja atrás lo más querido de su vida personal. Otra vez el amor a la pareja se engrandece con el amor a la patria y el bien común se impone a la tranquilidad individual: Mi tierra me llama a vencer o morir. No me olvides, Lupita...

Tres himnos, tres canciones de amor. Y si bien es cierto que existen otras piezas dedicadas a momentos importantes de la vida cubana, de la cultura, lo singular de este caso es que cada uno de los himnos fue escrito por uno de los protagonistas guerreros, y las canciones de amor igual, fueron escritas o musicalizadas por luchadores que impregnados de lo épico.

Más que casual, es una lógica que generaciones demostraron espontáneamente,  por necesidad de cantar y de utilizar la música como vehículo de sus sentimientos, como muestra de lo cubanísimo y legítimo de sus batallas. Así quedan, para nuestros hijos, tres grandes guerras por la libertad, con sus tres himnos y sus tres canciones de amor. 

La Historia es todo: cultura en el tiempo, vida en el tiempo...y música en el tiempo. Mediante estas seis piezas musicales se pueden recorrer los tres grandes momentos bélicos de nuestro país por sus libertades, e identificar sus causas, sus objetivos, sus sentimientos y sus sueños. 

En lo adelante, al tararear La Bayamesa, sumé por orden al Himno de Bayamo, el Himno Invasor, el Mambí, la Marcha del 26 y La Lupe...  como parte de trilogías imprescindiblemente unidas en la música cubana y en la Historia. 


(Escuche fragmentos de los seis temas 👇)



domingo, 18 de octubre de 2020

Coño, el Jabao...

 

Revisando tarde en la noche de este domingo noticias sobre Bolivia en twitter, me salta a la vista recién publicado: falleció Tomás Herrera.

-Coño, el Jabao ...-salté…..

Un golpe de los que dejan sin aliento…

Un atleta espectacular, un baloncestista de aquella generación -hasta hoy irrepetible- olímpica, protagonista de los juegos nocturnos con Fidel en el tabloncillo de la ciudad deportiva… Un hombre leal a sus principios, a su país, a su movimiento deportivo. Siempre jovial, sonriente, tan elegante, alto y de voz agradable con sus colegas, con la prensa y con cualquier persona que se le acercase....Humilde y también inmenso...

El Jabao era mi amigo. Y no solo mío: era amigo de Felipe, mi Felipe. Con ese amor tremendísimo al deporte que se le ha desatado al Felo en el último año, el Jabao era su “víctima” en conversaciones telefónicas en las que le preguntaba una y otra vez sobre aquel bronce olímpico en Munich 72, sobre los marcadores de cada partido, la cantidad de puntos que anotó cada jugador cubano, que si él creía que lo volveríamos a lograr, que si el partido entre la Unión Soviética y el famoso "Dream Team" de Estados Unidos…. Cada vez que hablaba con él, se sentía feliz de tener algún detalle nuevo de aquellos Juegos para luego demostrarme que ya sabe más que yo en temas deportivos. Y a todo el que le hablaba de baloncesto, le decía que el Jabao era su amigo. Tendré trabajo para darle esta noticia ahora...

Yo quiero mucho al Jabao. 

Por eso no me creo que no esté, aunque su teléfono en este instante, al marcarlo, me haya dado apagado.  Y por cosas de la mente humana que se niega a aceptar, repita la llamada y pase lo mismo....No puede apagarse así la voz de un hombre como él, por eso me permito recordarlo en esta anécdota, de entrevista que nos concediera en 2016, por el cumpleaños 90 del Comandante en Jefe.

Al Jabao, hoy y siempre.