La juventud es nueva por esencia…tiene que serlo, sino se pierde y, de perderse, queda entonces un vacío de tiempo y de fuerzas que dan al traste con caros sueños.
Yo nací aquí, en un país terco y hermoso, libre en su pensamiento y en su sentir, independiente en su palabra y enorme en su bondad… con tantos sueños como obstáculos para realizarlos…pero no por ello ceja.
Crecí orgullosa del cuadro de Camilo de mi abuelo en medio de la sala, y escuchándole a mi viejo Ramón contar con los ojitos aguados todo lo que vivió en 1959 cuando dijeron que había aparecido aquel Sesna que se perdió con el Comandante de los cien fuegos en el alma….Recuerdo, otras veces, cada uno de sus silencios inesperados para tomar aire cuando volvía y hablaba de Fidel cuando se le posó la paloma en el hombre, o enfrentándose a los yanquis y “a cualquiera que se atreviera con nosotros”. Lo recuerdo disfrutando como nadie cada juego de pelota, lo mismo fuese de Pinar del Río que del equipo Cuba, y explicándome cada jugada, o mandándome a callar “que estás como Adolfo, que no me deja ver el juego con tanto bla-bla-bla…así no vas a aprender”. O invitándome a comer un “chicho”, cuando podía darse un trago de ron blanco los domingos familiares, que el “pintado” no le gustaba. Y yo lo disfrutaba y tenía siempre algo para preguntarle, o aprender…porque aunque no fue universitario sino obrero de fábrica de bastidores, había vivido mucho, con intensidad, y por eso sabía mucho. Y por eso me dejó tanto.
Mi abuelo no me dejó el cuadro de Camilo, sino a Camilo; no me dejó la pelota como entretenimiento, sino como identidad y hasta como profesión; no me dejó el gusto al ron, pero sí la importancia de compartir el domingo con la familia; no me dejó un país con todos sus sueños realizados, pero sí con la fuerza para completar los que nos faltan. Me dejó el camino que su juventud comenzó a abrir a fuerza de machete.
Y ahora que mi abuelo no está, que el próximo 7 de abril tendré que abrazar más fuerte a mi abuela que de costumbre por séptima vez, vuelvo y pienso desde ese ejemplo tan individual y pequeño, pero sincero y sin dudas parte de este gran todo, cómo seré yo cuando abuela, qué historia tendré para contar a los hijos de mi hijo… Qué ejemplo deja esta juventud de este tiempo a la juventud que dentro de unos años tendremos pujando por tener su propio espacio. Cómo hacer para que las fotos de una marcha del pueblo Combatiente no sean solo un plano general de gente que camina en cuadro apretado, sino la fatiga dulce de los que con gusto marchamos por Elián o por los Cinco, o por cualquier idea justa; que el 4 de abril sea esa fiesta especial por un aniversario del día a día de estudio o trabajo. Y aunque nadie tiene la verdad absoluta, ni el gran método, pienso que seguir con amor, diciendo "a tiempo y sonriente" lo que vale, es una buena manera de seguir convocando voluntades, para celebrar los próximos 50 años...Con el ímpetu que hace sueños “a mano y sin permiso” tiene que seguir la juventud cubana, y va a seguir. La juventud que siempre encabezó revoluciones y que luego supo trasmitir la rebeldía y la conciencia a sus hijos y nietos, que fueron nuestros abuelos, y que ahora tenemos como reto seguir pasando de generación a generación como tesoro de un país que guarda lo mejor de su historia para enseñar y seguir creciendo.
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