CELIA SÁNCHEZ MANDULEY
Presencia imprescindible
A 35 años de su desaparición física, la heroína se nos presenta otra vez, en este testimonio del combatiente Felipe Guerra Matos, fusil al hombro, libreta en mano y flor en pecho, como la guerrillera más hermosa que sierras rebeldes hayan visto
Por DAILY SÁNCHEZ LEMUS
Fotos: ARCHIVO DE BOHEMIA
6 de enero de 2015
Presencia imprescindible
A 35 años de su desaparición física, la heroína se nos presenta otra vez, en este testimonio del combatiente Felipe Guerra Matos, fusil al hombro, libreta en mano y flor en pecho, como la guerrillera más hermosa que sierras rebeldes hayan visto
Por DAILY SÁNCHEZ LEMUS
Fotos: ARCHIVO DE BOHEMIA
6 de enero de 2015
La espontaneidad de algún iletrado pero
rebelde y valeroso campesino dejó grabada en la mente de Guerra Matos
aquella palabra: “comensipiar”, que a todas luces quería decir comenzar. Y
con una frase que para él era evocar el tiempo de la Sierra, luego de
invitarme a sentar en uno de los sillones de su casa, espeta sonriente:
“Dailí, vamos a ‘comensipiar’ entonces”.
Son muchos los motivos que hacen que Felipe Guerra Matos, Guerrita, Capitán del Ejército Rebelde, y luchador en el llano junto a Celia, converse para BOHEMIA sobre la mujer que incluye en un selecto grupo de seres humanos: los “superextraordinarios”.
“Sin la presencia de Celia en Manzanillo hubiera sido muy difícil la presencia de los rebeldes en la Sierra Maestra. Nosotros tuvimos la oportunidad de conocerla en los primeros días de diciembre, luego del desembarco del Granma. Llegó a Manzanillo y la primera casa donde se hospedó fue la de Ramiro Espinosa, un arrocero de la zona, con el cual teníamos muy buenas relaciones por cuestiones de trabajo, ya que yo me desempeñaba en ese giro.
“Dailí, vamos a ‘comensipiar’ entonces”.
Son muchos los motivos que hacen que Felipe Guerra Matos, Guerrita, Capitán del Ejército Rebelde, y luchador en el llano junto a Celia, converse para BOHEMIA sobre la mujer que incluye en un selecto grupo de seres humanos: los “superextraordinarios”.
“Sin la presencia de Celia en Manzanillo hubiera sido muy difícil la presencia de los rebeldes en la Sierra Maestra. Nosotros tuvimos la oportunidad de conocerla en los primeros días de diciembre, luego del desembarco del Granma. Llegó a Manzanillo y la primera casa donde se hospedó fue la de Ramiro Espinosa, un arrocero de la zona, con el cual teníamos muy buenas relaciones por cuestiones de trabajo, ya que yo me desempeñaba en ese giro.
Me dijo que en su casa estaba Celia y yo le dije: Bueno, pregúntale si puedo conocerla, si puedo ir allá. Y me dice que sí. Me recogió, me llevó a su casa y conocí a Celia. Por esos
días la prensa se había hecho eco de que la hija del Doctor Sánchez
Silveira se había unido a los guerrilleros del desembarco. Eso no era
cierto, pero era lo que estaban diciendo. Yo había oído hablar de ella,
pero no la conocía personalmente.
“Cuando la conocí me causó una impresión del diablo pa´arriba. Era una mujer así delgada, quizás un poco más alta que tú, con una fuerza y un carácter muy grande. Eso fue lo que más me impresionó de ella, que me la imaginaba mayor, más corpulenta”.
De la “pelea con el gato”…
“Como ya he contado en el libro El Marabuzal, estaba llena de arañazos cuando la vi ese primer día, y le pregunté: Ven acá, ¿por casualidad te fajaste con un gato? Y ahí fue cuando nos explicó cómo se les escapó a los guardias que la habían detenido, porque en esos días se había producido el desembarco del yate Granma. Era una mujer completa, muy valiente y eso nos hizo admirarla mucho.
“Le dije que quería trabajar con ella, unirme al grupo, y la primera tarea que me dio fue buscar dinero para lo que hiciera falta, para el Movimiento, y a los pocos días me le aparecí con más de 200 pesos que pude conseguir y eso para ella fue lo más grande de la vida. Se puso de lo más contenta”.
Frank
Frank País y Celia fueron los dos brazos del naciente Ejército Rebelde en el llano. Guerrita recuerda la relación entre ambas personalidades que el pueblo aprendió a amar.
“Un elemento que hay que resaltar de la personalidad de Celia es la disciplina. Frank era el jefe de ella en el Movimiento, pero ella era la que se comunicaba directamente con Fidel en la Sierra, la que tenía el vínculo directo. Y nunca tomó ninguna decisión ni hizo algo sin consultarlo con Frank. Eso te demuestra la humildad y la grandeza, la disciplina y la responsabilidad que ella poseía. A lo mejor otro tipo de persona pasaba por encima de su jefe, si a fin de cuentas ‘tiraba’ directo con Fidel. Pero ella no. Ella era disciplinada.
“Cuando la conocí me causó una impresión del diablo pa´arriba. Era una mujer así delgada, quizás un poco más alta que tú, con una fuerza y un carácter muy grande. Eso fue lo que más me impresionó de ella, que me la imaginaba mayor, más corpulenta”.
De la “pelea con el gato”…
“Como ya he contado en el libro El Marabuzal, estaba llena de arañazos cuando la vi ese primer día, y le pregunté: Ven acá, ¿por casualidad te fajaste con un gato? Y ahí fue cuando nos explicó cómo se les escapó a los guardias que la habían detenido, porque en esos días se había producido el desembarco del yate Granma. Era una mujer completa, muy valiente y eso nos hizo admirarla mucho.
“Le dije que quería trabajar con ella, unirme al grupo, y la primera tarea que me dio fue buscar dinero para lo que hiciera falta, para el Movimiento, y a los pocos días me le aparecí con más de 200 pesos que pude conseguir y eso para ella fue lo más grande de la vida. Se puso de lo más contenta”.
Frank
Frank País y Celia fueron los dos brazos del naciente Ejército Rebelde en el llano. Guerrita recuerda la relación entre ambas personalidades que el pueblo aprendió a amar.
“Un elemento que hay que resaltar de la personalidad de Celia es la disciplina. Frank era el jefe de ella en el Movimiento, pero ella era la que se comunicaba directamente con Fidel en la Sierra, la que tenía el vínculo directo. Y nunca tomó ninguna decisión ni hizo algo sin consultarlo con Frank. Eso te demuestra la humildad y la grandeza, la disciplina y la responsabilidad que ella poseía. A lo mejor otro tipo de persona pasaba por encima de su jefe, si a fin de cuentas ‘tiraba’ directo con Fidel. Pero ella no. Ella era disciplinada.
“En nuestro trato Celia me decía Guerrita. Frank no, Frank me decía el agita´o,
porque siempre estaba así, inquieto. El trabajo con ella en el
Movimiento me atrapó; de tal manera ella me captó, que tuve que hablar
con mi patrón para decirle que me dieran chance, que yo tenía algunas
cosas que resolver. Luego le expliqué lo que era y entendió, y me
dediqué a trabajar por entero con ella.
“Para el trato cercano, yo le decía Celia, pero para conversar con cualquier otra persona era Norma. Luego tuvo que cambiarse ese nombre, pues ya estaba “quemado”. Todos sabían quién era Norma. Y fue así que firmó entonces como Aly”.
Desde el llano, velando por la Sierra…
“Recuerdo que en diciembre de 1956 ella nos mandó a Rafael Sierra y a mí a trasladarnos a Santiago de Cuba y hablar con Frank País. Nos entrevistamos en casa de María Antonia Figueroa, y allí recibimos las instrucciones de cómo debía ser el apoyo a los guerrilleros. Mi contacto directo con la Sierra fue al llevar el primer refuerzo, en la finca de Epifanio Díaz. Eran unos 10 ó 12 compañeros, algunos de los cuales participaron en el combate de La Plata. Ella los vacunó allí en el Marabuzal contra el tétanos.
Impresionaba su preocupación por todo, por cada detalle.
“Fíjate que la primera mujer que participa en un combate es Celia, que estuvo en El Uvero. Ya después de que yo me alcé, algún tiempo después subió ella. Lo digo y lo repito: sin su presencia en Manzanillo no habría sido fácil la subsistencia de la guerrilla y creo que lo que Celia hizo… es que hizo tantas cosas…”
La ciudad, de hecho, no era tarea fácil
“Ella se tenía que mudar de distintas casas. Estuvo escondida hasta en la mía, que tiene una tarja que recuerda todo eso… Fue muy perseguida, vivía en la más estricta clandestinidad, pero tuvo muy buenos colaboradores: Héctor Llópiz fue una especie de lugarteniente de ella, y también estaban algunas tías, primas, hermanas, Elsa Castro… Ellas siempre apoyaron mucho a Celia”.
“Para el trato cercano, yo le decía Celia, pero para conversar con cualquier otra persona era Norma. Luego tuvo que cambiarse ese nombre, pues ya estaba “quemado”. Todos sabían quién era Norma. Y fue así que firmó entonces como Aly”.
Desde el llano, velando por la Sierra…
“Recuerdo que en diciembre de 1956 ella nos mandó a Rafael Sierra y a mí a trasladarnos a Santiago de Cuba y hablar con Frank País. Nos entrevistamos en casa de María Antonia Figueroa, y allí recibimos las instrucciones de cómo debía ser el apoyo a los guerrilleros. Mi contacto directo con la Sierra fue al llevar el primer refuerzo, en la finca de Epifanio Díaz. Eran unos 10 ó 12 compañeros, algunos de los cuales participaron en el combate de La Plata. Ella los vacunó allí en el Marabuzal contra el tétanos.
Impresionaba su preocupación por todo, por cada detalle.
“Fíjate que la primera mujer que participa en un combate es Celia, que estuvo en El Uvero. Ya después de que yo me alcé, algún tiempo después subió ella. Lo digo y lo repito: sin su presencia en Manzanillo no habría sido fácil la subsistencia de la guerrilla y creo que lo que Celia hizo… es que hizo tantas cosas…”
La ciudad, de hecho, no era tarea fácil
“Ella se tenía que mudar de distintas casas. Estuvo escondida hasta en la mía, que tiene una tarja que recuerda todo eso… Fue muy perseguida, vivía en la más estricta clandestinidad, pero tuvo muy buenos colaboradores: Héctor Llópiz fue una especie de lugarteniente de ella, y también estaban algunas tías, primas, hermanas, Elsa Castro… Ellas siempre apoyaron mucho a Celia”.
Quizás con la imagen tierna o sumamente
atenta de cada fotografía sería difícil imaginarle el gesto pícaro de
las bromas, pero Guerrita también sabe de eso…
“Adoraba a Camilo. Ellos se adoraban, pues ella también gustaba de las bromas. Recuerdo un día que llegué a la casa de 11, a verlos a ella y a Fidel, y me dice: ‘¿Tienes hambre, Guerrita?‘ Y yo le digo: ‘Claro, me comería un elefante’. Y entonces me pregunta si me gusta la guayaba, y yo le digo que sí…y cuando veo, me trae un pan con guayaba y queso que era plástico. Fidel y ella se echaron a reír. En eso se parecía mucho a Camilo, eran los dos muy alegres y vivarachos. Es que Celia era el alma, el corazón de la guerrilla. Estaba pendiente de la ropa, del dinero, de los medicamentos, de la gente que entraba, de todo…”
Una Revolución como la cubana no podía dejar de tener a Celia…
“Después del triunfo de la Revolución, solamente esa idea de recoger todos los papelitos y guardarlos, y crear esa Oficina de Asuntos Históricos… Ahí está la historia de la Revolución Cubana.
Ahí se guardan todos los documentos. Es increíble, yo no sabía eso. Un día fui y pregunté y vi que hasta yo tengo un file ahí con datos míos. La tarea del parque Lenin, del Centro de Pioneros y así te podría mencionar muchísimas cosas… Creo que con toda razón, con una razón justa, una razón sincera, el compañero Armando Hart en la despedida de duelo expresó que ella era la flor más autóctona de la Revolución.
“Adoraba a Camilo. Ellos se adoraban, pues ella también gustaba de las bromas. Recuerdo un día que llegué a la casa de 11, a verlos a ella y a Fidel, y me dice: ‘¿Tienes hambre, Guerrita?‘ Y yo le digo: ‘Claro, me comería un elefante’. Y entonces me pregunta si me gusta la guayaba, y yo le digo que sí…y cuando veo, me trae un pan con guayaba y queso que era plástico. Fidel y ella se echaron a reír. En eso se parecía mucho a Camilo, eran los dos muy alegres y vivarachos. Es que Celia era el alma, el corazón de la guerrilla. Estaba pendiente de la ropa, del dinero, de los medicamentos, de la gente que entraba, de todo…”
Una Revolución como la cubana no podía dejar de tener a Celia…
“Después del triunfo de la Revolución, solamente esa idea de recoger todos los papelitos y guardarlos, y crear esa Oficina de Asuntos Históricos… Ahí está la historia de la Revolución Cubana.
Ahí se guardan todos los documentos. Es increíble, yo no sabía eso. Un día fui y pregunté y vi que hasta yo tengo un file ahí con datos míos. La tarea del parque Lenin, del Centro de Pioneros y así te podría mencionar muchísimas cosas… Creo que con toda razón, con una razón justa, una razón sincera, el compañero Armando Hart en la despedida de duelo expresó que ella era la flor más autóctona de la Revolución.
Celia estuvo al lado de Fidel, velando por cada asunto del país, por los
niños sin familia, por las mujeres… y tenía carácter… Dedicó su vida a
la Revolución. Esa era su tarea, y decidió entregarse a ello. Tenía
carácter para hacer las cosas, pero a la vez estaba su sonrisa… Así
mismo, todo el tiempo al lado de él, cuidando de sus cosas, fue su
lugarteniente general, su brazo derecho… Es increíble la capacidad de
trabajo que tenía, solamente lo que hizo con los carboneros de la
Ciénaga de Zapata, el centro Guamá… todo eso se debe a la iniciativa de
Celia. Era una mujer de muchas iniciativas… Se ocupaba de todo… Celia
era mucha Celia”.
Guerrita sabe que las conversaciones que “comensipian” también acaban, y el espacio ya no deja más líneas para remembranzas que se vuelven infinitas y gigantes como las mismas lomas o el mismo llano que vieron vivir y multiplicarse a una mujer como Celia.
Y en este 2015, en su cumpleaños 95 y a 35 años de su desaparición física, se nos presenta otra vez, fusil al hombro, libreta en mano y flor en pecho, la guerrillera más hermosa que sierras rebeldes hayan visto.
Guerrita sabe que las conversaciones que “comensipian” también acaban, y el espacio ya no deja más líneas para remembranzas que se vuelven infinitas y gigantes como las mismas lomas o el mismo llano que vieron vivir y multiplicarse a una mujer como Celia.
Y en este 2015, en su cumpleaños 95 y a 35 años de su desaparición física, se nos presenta otra vez, fusil al hombro, libreta en mano y flor en pecho, la guerrillera más hermosa que sierras rebeldes hayan visto.
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