Porque siguen siendo las mismas razones, retomo:
Los lazos entre cubanos y dominicanos, presentes como hermanos del mismo continente, se reflejaron en las luchas de ambos pueblos.
Marcos del Rosario era uno de esos hermanos quisqueyanos que vinieron con Martí en la expedición que desembarcó por Playitas de Cajobabo. Salustiano Leyva lo recordaba en su relato de cuando vio a los expedicionarios llegar en la noche a su casa, allá en Guantánamo. Lo recordaba como un hombre fuerte.
También, se recuerda a Marcos como un hombre musculoso, negro como el ébano, alto… así lo describe Carlos Manuel Marchante en su libro Entre espinas, flores. En ese mismo ejemplar, el autor retoma una entrevista que Marcos concediera al intelectual dominicano Emilio Rodríguez Demorizi, en el recuento de aquel triste 19 de mayo de 1895 para los cubanos.
Por lo hermoso de sus palabras, sencillas como él y sentidas como hombre bueno, las compartimos hoy. Así recordaba Marcos del Rosario a Martí y así sintió la caída en combate.
Cuando lo vide, creía que era demasiado débil. Y dipué vi que era un hombrecito vivo, que daba un brinco aquí y caía allá… en Cuba, cuando tábamos subiendo las loma, toditos íbamos cargaos, a veces se caía… y yo diba a levantarlo y de viaje me decía: “No, gracias, no ya…” Y se levantaba rápidamente (…)
Fue en Do Río… ese fue el primer pleito, el primer día que di machetazos… Martí era un valiente. ¡Dígalo uté! Martí murió porque se metió peliando en medio del campamento epañol… y montaba a caballo y venía corriendo tirando tiro. Le diré cómo. A Martí lo dejamos ese día atrás, en una sitiería por orden del general Gome (…)
Cuando lo mataron yo hata tuve que llorá… porque hombre como ese… Ná, ná, yo creía que tábamos perdío ya… Y el general Gome se entristeció, pero era un gallo tremendo y me dijo: “Marco: ahora, por do cosa contra los epañole… por la libertad de Cuba y por la sangre de Martí”.[1]
Por la libertad de Cuba y por la sangre de Martí… hermosas palabras del Generalísimo que Marcos guardó para siempre. Y no podía ser de otra manera cuando había compartido con un cubano especial, un apasionado que se convirtió, sin dudas, en uno de los primogénitos del mundo.
(Publicado originalmente en el sitio Razones de Cuba, en 2017)
[1] Carlos Manuel Marchante: Entre espinas, flores, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2015, p. 438.
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