Nuevamente, un artículo del colega Hamlet Herman, quien además presentará en la próxima Feria Internacional del Libro de la Habana un ejemplar sobre el patriota dominicano Francisco Caamaño.
Ecología de la información
Sobran
adjetivos peyorativos para calificar al periódico español “El País” luego del
vulgar montaje fotográfico de un moribundo a quien identificaron como Hugo
Chávez, Presidente de Venezuela. Eso fue una canallada. El Caudillo por la
Gracia de Dios, Francisco Franco Bahamonte, debe estar revolcándose en el Valle
de los Caídos por las chapucerías que
sus herederos del fascismo han cometido. No les basta a los editores del Grupo
Prisa actuar como un Partido político clandestino contra gobiernos de América
Latina que no se pliegan a la derecha recalcitrante. Asumiendo que sus lectores
son grandes ignorantes, publicaron lo impublicable. Pero fueron descubiertos en
su fraude minutos después de publicarlo. Y retrocedieron atropelladamente a
retirar el falso material. No porque hicieran conciencia del daño que hacían,
sino porque habían sido evidenciados en su infamia antes de lo esperado. La
desbandada en desorden fue acompañada de una solicitud de perdón a sus lectores
(ojo, solamente a sus lectores). Pero el palo estaba dado. Una excusa tan burda
era otra burla a la inteligencia de españoles y venezolanos, para sólo
mencionar dos ciudadanías afectadas directamente por este fraude.
El Grupo Prisa conoce bien el código penal de España. En su momento, contribuyeron
a difundirlo. Saben bien que el artículo 298 define la “Receptación de Delitos”
de la siguiente manera: “El que, con ánimo de lucro y con conocimiento de la
comisión de un delito contra el patrimonio o el orden socio-económico, en el
que no haya intervenido ni como autor ni como cómplice, ayude a los
responsables a aprovecharse de los efectos del mismo, o reciba, adquiera u
oculte tales efectos, será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos
años.”
Cualquier tribunal de España podría encerrar a esos
ejecutivos periodísticos porque se han incriminado en el delito de Receptación.
Incluso, el hecho de que “El País” sea una empresa comercial, agrava la pena
que le correspondería hasta la mitad superior del rango establecido por el
Código, o lo que es lo mismo, entre uno y dos años de prisión.
Pero no
podría esperarse que en un gobierno del Partido Popular, franquista por
antonomasia, se condenara al Grupo Prisa por conspirar contra Venezuela, un país
con el cual España sostiene relaciones diplomáticas y comerciales formales.
Pero es una buena oportunidad para advertirles que el colonialismo español hace
tiempo que desapareció y que Venezuela tiene el derecho de darse el gobierno
que más le convenga a sus propios intereses. Eso sin tomar en cuenta a los
derechistas del Grupo Prisa, acostumbrados a hacerle coro a Estados Unidos para
denostar a todo aquel gobernante latinoamericano que busque la independencia
plena y la autodeterminación.
Ante esta
burla a la opinión pública mundial, resulta conveniente recordar el concepto de
Ignacio Ramonet cuando compara la contaminación de los alimentos con la
contaminación de la información periodística. Dice: “Estos acontecimientos nos
hicieron tomar conciencia de que si antes podíamos morir de hambre, ahora
podíamos morir por ingerir alimentos contaminados. Con la información ocurre lo
mismo. Y como se puede comprobar, al igual que ocurre con los alimentos, la
información está contaminada. A menudo nos envenena la mente, poluciona el
cerebro, nos intoxica y trata de
inyectar en nuestro inconsciente ideas que no son nuestras. Por este motivo,
cada vez más ciudadanos reclaman lo que podría llamarse una ‘ecología de la
información’ que libere la información de toda esa marea negra de mentiras.”
Ramonet
amplía su concepto diciendo: “Es necesario descontaminar la información y
exigir un decrecimiento de su volumen. Menos información, aunque mejor
información. De la misma forma, que existen alimentos ‘orgánicos’, en principio
menos contaminados que el resto, deberíamos poder obtener una especie de ‘información
orgánica’ y así poder comprar un periódico ‘sin mentiras’, desprovista de
rumores y producido con información verificada.”
No es
mucho pedir ¿verdad?
La llamada
“libertad de empresa” no puede prevalecer sobre el derecho de la ciudadanía a
recibir una información rigurosa y
veraz, como igual no puede servir de pretexto para la difusión de falsas
noticias como la del Grupo Prisa, llena de difamaciones y campañas de
manipulación masiva.
Vergüenza
debía darles. Si la tuvieran.
No hay comentarios:
Publicar un comentario