domingo, 25 de agosto de 2013

Béisbol y los estudios socioculturales en Cuba: ¿El fin de una larga espera?


El béisbol en Cuba es el deporte nacional. Pudiera pensarse que tal aseveración es demasiado obvia, pero no lo es. Muchísimas veces se repite la frase sin tener conciencia o conocimiento del porqué ese deporte venido desde los Estados Unidos se ha convertido en parte de nuestra identidad, nació y creció junto a nuestra nacionalidad y por eso es el más seguido, el más aplaudido y el que más pasiones despierta. Sin embargo, a pesar de ser nuestro deporte nacional no cuenta con una historia completa archivada, escrita y conocida; no cuenta con análisis que rebasen o interpreten las estadísticas y se adentre en las motivaciones y los efectos sociales que este tiene.
Para quienes nacimos después del triunfo de la Revolución Cubana, conocemos del antagonismo entre el béisbol amateur y el profesional, defendiendo al primero como fuente de salud y desdeñando al segundo como forma que mercantiliza al atleta y lo utiliza en función de intereses monetarios de los grandes dueños de  empresas. Sin embargo, poco se conoce de la historia previa a 1959, en la que amateurismo y profesionalismo también se debatían, solo que en aquellos tiempos, el amateurismo surgió como exclusivo de las élites y le era vedado a las mayorías; mientras el profesionalismo era el sustento de muchos que no tenían acceso a los equipos amateurs por su clase social o el color de su piel, y porque además, ser profesional era un medio de ganarse la vida. Lo más llamativo es que aquel amateurismo que comenzó siendo una práctica de élites, se convirtió en un fenómeno cultural de las masas, pues era seguido por toda la afición, a pesar de que gran parte de ella  estaba limitada de participar en él. Y esas peculiaridades de la historia no contada son las que precisan ver la luz para comprender los fenómenos que hoy ocurren en él.
“El aficionado cubano es béisbol no es un fanático cualquiera. Es un experto cargado de cultura”[1]. Una mirada desde las gradas, como simple espectador, puede acercarnos al deporte como ese fenómeno que arrastra multitudes y que convoca siempre, sin percatarnos a veces de que en torno a él gira todo un entramado de análisis teóricos, y es él mismo –en su esencia- un fenómeno que genera muchos elementos como para filosofar. Lástima que haya sido esta esfera una de las menos estudiadas en la historiografía y otras ciencias sociales, y que solo en los últimos años ha visto más la luz en nuestro país a partir de los estudios socioculturales.
Desde el punto de vista historiográfico, la impronta del triunfo de la Revolución Cubana en el deporte y los logros de una práctica que fuese derecho de todos y se alejase del profesionalismo, es legitimada por méritos propios: su filosofía popular, incluyente y que lleva las banderas de la mente sana en el cuerpo sano. Sin embargo, se considera insuficiente aun lo escrito sobre la etapa reciente, por lo cual no es extraño que la que está inscripta en los primeros 58 años del siglo XX esté casi condenada a no existir en el imaginario de las más nuevas generaciones. Quizás las razones pudieran encontrarse en la idea que exponen algunos de los libros sobre la historia del béisbol – escritos en su mayoría después del triunfo de la Revolución-, que se resume en que, hasta enero de 1959:
La llamada pelota amateur se limitaba a la participación en los clubes aristocráticos y algunas que otras asociaciones municipales en los campeonatos que organizaba la Liga Nacional de Béisbol, desde el año 1914, y a esporádicos campeonatos que se efectuaban en determinadas localidades o centrales azucareros.[2]
El texto anterior descalifica a priori al béisbol amateur que se jugó antes del triunfo de la Revolución, tendencia esta surgida con el mismo proceso revolucionario que se propuso romper con el pasado. En años recientes, unos pocos historiadores –entre los que se destaca Félix Julio Alfonso López- se han dado a la tarea de rescatar el béisbol en su justa medida en el imaginario de nuestra nación.
Sería válido entonces encaminar el estudio interdisciplinario en el béisbol amateur en Cuba desde 1914 y hasta 1958, teniendo en cuenta la fundación de la Liga Nacional Amateur (1914). Años más tarde surgiría la Unión Atlética Amateur de Cuba (1922), vendrían los años dorados del amateurismo en la década del treinta y primera mitad de los 40, así como sus crisis en los cincuenta. Lo cierto es que aquel béisbol amateur pre-revolucionario fue muy seguido aunque esa historia se desconozca.
Mirar el deporte como parte indiscutible de la sociedad y a la vez reproductor de todo cuanto en ella acontece, no es más que la ratificación de la frase del gran sociólogo del deporte Norbert Elías, cuando dijo que “los estudios del deporte que no son estudios de la sociedad, son estudios fuera de contexto”. [3] Es precisamente Elías quien marca el camino en este tipo de estudios socioculturales del deporte y su alumno y colaborador -eminente también en la sociología del deporte- Eric Dunning, prosigue y enriquece la labor con la compilación de los artículos de ambos en libros que son referencia obligada para cualquier investigación relacionada con el deporte.
Una de las maneras más interesantes en la que ambos sociólogos abordan el deporte con una mirada histórico-social, es la vinculación directa con el proceso de civilización. Así, en sus ensayos refieren los temas no solo del origen del deporte en tiempos en los que la violencia amainaba en países como Inglaterra, sino su vinculación con temas como el género y la emoción, ya sea en la masa o de manera individual. En ese sentido, el artículo Kant y las barras bravas, de Hans Ulrich Gumbrecht, plantea:
(…) el decir que estar en un acontecimiento deportivo es un destape para la violencia o que a los que tienen tendencia a perder en lo cotidiano les gusta identificarse  con equipos que ganan. Ese tipo de afirmaciones me resultaban bastante obvias y banales. Además por una cuestión de auto respeto me decía que las razones de la fascinación con el deporte debían ser otras. [4]
El campo de estudio del deporte desde el punto de vista sociológico se amplía en la medida que se toma en cuenta no como una actividad banal que produce estadísticas únicamente ni que permite eventualmente a los participantes pasivos -aficionados- y a los activos -deportistas- pasar un rato de distensión o ganar dinero por ello. Las miradas pueden ser psicológicas –para adentrarnos en los comportamientos del público y de los atletas-; periodísticas, estadísticas, también históricas -que reseñen los logros de los grandes atletas y eventos en el tiempo-; también geográficas, porque de igual forma es válido analizar cómo hay deportes que se desarrollan más en unos países que en otros, dependiendo del clima, de las costumbres, aunque puedan o no ser importados o bien recibidos en sociedades que no fueron sus creadoras. Por tanto, estamos ante un campo que no solo merece, sino que exige ser estudiado con lentes de disímiles ciencias –incluidas las naturales, pues la biología también juega un papel esencial en la determinación de la aptitud de un atleta-.                    
“El béisbol es llamado en Cuba, y por derecho propio, nuestro deporte nacional, es la actividad de mayor arraigo y tradición en el pueblo cubano”[5]. Es preciso entonces tomar en cuenta la investigación del historiador Maikel Fariñas Borrego, Sociabilidad y cultura del ocio[6], en la que describe y analiza los clubes y su impronta en la práctica deportiva. La investigación asume como propia, además,  la mirada histórica social de la cultura, línea que ha seguido Félix Julio Alfonso para abordar temas del béisbol; y se nutre de los estudios realizados por Carlos Reig sobre el deporte en Cuba; y de los contenidos de las obras que de alguna forma han intentado contar su historia. Desde el punto de vista teórico, igualmente esta se sustenta en la visión de Marc Bloch, Pierre Bordieu -sobre sociología y cultura-, y en Norbert Elías.
Estudiar el béisbol amateur antes de 1959 resulta de gran interés pues a pesar de la filosofía excluyente de este en Cuba de 1914 a 1958, se convirtió en un fenómeno de la cultura popular. Así se estaría haciendo justicia a una etapa que tuvo muchos seguidores y que es desconocida hasta hoy, y así los estudios socioculturales del deporte en Cuba seguirían dando pasos sólidos en pos de pagar su deuda con la nación. 
Ese es un camino que acaba de comenzar. Y tras las pistas vamos. Voy por el camino de muchos investigadores y del brazo gentil de mi entrañable tutor, Félix Julio Alfonso.
Bibliografía
1. Alfonso López, Félix Julio: Con las bases llenas. Béisbol, Historia y Revolución, Editorial Científico Técnica, La Habana, 2008, p. XVII.
2. _____________________: Los estudios sobre deporte y sociedad ¿una asignatura pendiente?, Temas (49), la Habana, enero-marzo,2007.
3. Bloch, Marc: Apología de la Historia o el oficio de historiador, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1971.
4. Bordieu, Pierre: Sociología y cultura, Editorial Grijalbo, México DF., 1990.
5. Casas Edel, Jorge Alfonso y Alberto Pestana: Viva y en juego, Editorial Científico Técnica, La Habana, 1986, p. 94.3.
6. De la Herrán, Juan Ealo: Béisbol, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1990, 2da edición corregida, pp.2-3.
7. Dunning, Eric: El fenómeno deportivo. Estudios sociológicos en torno al deporte, la violencia y la civilización, Editorial Paidotribo, Barcelona, 2003.
8. Elías, Norbert y Eric Dunning: Deporte y ocio en el proceso de civilización,  Fondo de Cultoura Económica, México, 1995.
9. Fariñas Borrego, Maikel: Sociabilidad y cultura del ocio, Fundación Fernando Ortiz, edición financiada por el Fondo de Desarrollo para la Educación y la Cultura, 2009, pp.36-37.
10. Martínez Peraza, Marino: Por amor a la pelota. Historia del béisbol amateur cubano, Ediciones Universales, Miami, Florida, 2009.

Documento consultado en Internet:
Ulrich Gumbrecht, Hans: Kant y las barras bravas, http://www.revistadossier.cl/detalle.php?BD=textos&id=186pags=2


[1] Marino Martínez Peraza: Por amor a la pelota. Historia del béisbol amateur cubano, Ediciones Universales, Miami, Florida, 2009, p.XI.
[2] Edel Casas, Jorge Alfonso y Alberto Pestana: Viva y en juego, Editorial Científico Técnica, La Habana, 1986, p.94.
[3] Norbert Elias y Eric Dunning: Deporte  y ocio en el proceso de civilización, Fondo de Cultura Económica, México, 1995, p. 39.                       
[4] Hans Ulrich Gumbrecht: Kant y las barras bravas, http://www.revistadossier.cl/detalle.php?BD=textos&id=186pags=2
[5] Juan Ealo de la Herrán: Béisbol, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1990, p. 11.
[6] Maikel Fariñas: Sociabilidad y cultura del ocio,  La Habana, 2009.

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